ONU reprueba al Brasil y condena a la globalización
28/09/1999
- Opinión
Brasil fue reprobado en el informe de 1999 del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo (PNUD). La razón principal es la falta de distribución de
la renta. Entre 174 países, Brasil está clasificado en el 79º puesto, atrás
de Chile (34º), Argentina (39º), Uruguay (40º), México (50º), Cuba (58º) y
Ecuador (72º).
Con el anterior IDH (Indice de Desarrollo Humano), que mide la calidad de la
vida, Brasil figuraba en el 62º lugar. Amartya Sen, premio Nobel de Economía
de 1998, introdujo cambios en la metodología del índice. A Fernando Henrique
Cardoso no le gustó, claro está. Ya no se considera sólo la situación
económica de una nación, sino también sus índices de educación y salud. Eso
hizo que Brasil pierda 17 puntos, mientras Cuba ganó 27. A Fidel le encantó.
Brasil cuenta con 163 millones de habitantes. De ellos, 16% (cerca de 26
millones) son analfabetos. Sin contar con los semi-analfabetos, que sólo
saben dibujar el nombre o son analfabetos virtuales, incapaces de lidiar con
las tarjetas magnéticas, equipos electrónicos y aparatos digitales. De la
niñez y juventud en edad escolar, el 20% está fuera de las salas de clase.
El promedio de vida del brasileño (66,8 años) mejoró poco en los últimos años,
si bien el país tiene una renta per cápita encima del promedio: US$ 6.480
dólares. ¿Cómo un país con una renta tan alta puede tener un IDH tan bajo?
Por ser campeón mundial de la desigualdad social. Para los argentinos la
expectativa de vida es de 72,9 años y para los uruguayos, 73,9.
En Brasil, el 20% más pobre (cerca de 32,6 millones de personas) se reparte
el 2,5% de la renta nacional, cerca de R$ 22,5 mil millones de reales,
considerando que el PIB es de R$ 900 mil millones. El 20% más rico se lleva
el 63,4% de la renta nacional, ¡cerca de R$ 570,6 mil millones de reales!
¡Hay un abismo de 25 peldaños entre los más ricos y los más pobres!
Según el Banco Mundial, el 10% de la población brasileña (cerca de 16,3
millones de personas) posee 50% de la renta nacional. Y el 1% (1,63 millones
de personas) embolsa el 15% de la renta (cerca R$ 135 mil millones de reales).
En Ruanda, el 10% se apropia del 25%; en Tailandia, del 37%, en los Estados
Unidos, del 28,5%. Según el Informe de la ONU, 26 millones de brasileños no
tienen acceso a las condiciones mínimas de salud, educación y servicios
básicos (el 24% no dispone de agua potable y el 30% carece de sumideros). El
17% de la población brasileña vive en la miseria y el 11,5% muere antes de los
40 años de edad.
El gobierno de FHC gasta apenas el 21% del PIB en el área social. La mitad
en el pago de jubilaciones. Del 4% que sobra para la educación, la mayor
parte va a la enseñanza universitaria.
Globocolonización
El informe comprueba que la globalización agrava las desigualdades sociales
en el mundo. En 1960, el 20% más rico del planeta poseía una renta 7 veces
superior a la del 20% más pobre. En 1997, la diferencia era de 30 a 1. El
capitalismo está ahora más preocupado de la salud del mercado que de las
personas.
Un dato alarmante: ¡la fortuna de los tres hombres más ricos del mundo es
superior a la suma del PIB de todos los países subdesarrollados (incluido
Brasil) y de sus 600 millones de habitantes!
La globocolonización es como la piratería en los tiempos de las carabelas:
quitar a los pobres para dar todavía más a los ricos. Es el caso de la
instalación de la Ford, la tercera mayor empresa del mundo, en Bahía. La
multinacional pone de rodillas al gobierno de FHC y obtiene, hasta el año
2010, exoneración de impuestos por valor de R$ 180 millones por año!
La población mundial es, hoy, de alrededor de 6 mil millones de personas. El
20% (cerca de 1,2% mil millones) vive entre América del Norte y Europa
occidental y detiene en sus manos el 86% del PIB mundial; 82% de las
exportaciones; 68% de las inversiones productivas directas; y 74% de las
líneas telefónicas. Al 20% más pobre le queda, en todos los items anotados,
apenas el 1%, excepto en el número de teléfonos (1,5%).
Alternativas
Frente a tantas injusticias agravadas por la globalización, la ONU propone:
1.- Crear un Banco Central planetario para financiar países en desarrollo.
(Bien, el FMI tenía, en su origen, un propósito similar. Hoy, saca de los
pobres para enriquecer todavía más a los pudientes. Prefiero el Impuesto
Tobin: tributos para el capital especulativo),
2.- Impuesto "bit", tributo para las comunicación on line y, con el dinero
recaudado, financiar el acceso de los pueblos empobrecidos a las modernas
tecnologías. (Me temo que Bill Gates acabará llevando lo mejor. Sugiero que
todos los bienes y recursos del crimen organizado, incautados en cualquier
país, sean destinados a un fondo de educación de las naciones empobrecidas,
monitoreado por la UNICEF);
3.- Establecer un código de conducta de las multinacionales, a fin de
preservar los derechos de los trabajadores. (Bien, eso exigiría de las
empresas la virtud de respetar el derecho internacional y, de las naciones,
el sentido de soberanía: dos atributos que faltan en el mercado);
4.- G-20: crear un grupo integrado por diez países industrializados y diez
países en desarrollo, a fin de hacer contrapeso al G-7, que reúne a los siete
países más ricos del mundo: Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Japón,
Alemania, Italia y Francia. (Lo difícil será que los diez ricos se traguen
a los diez pobres...);
5.- Medio ambiente: vincular los derechos de propiedad intelectual (patentes)
a la emisión de gas carbónico. Esto porque son los países que más poseen
patentes los que más contaminan la atmósfera. Por la propuesta,
correspondería a esos países preservar los bosques del planeta. (Temo que eso
resulte en una apropiación de áreas como la Amazonia, bajo el pretexto de
cumplir el acuerdo).
Si la ONU quisiese, de hecho, aliviar la situación de las naciones
empobrecidas, debería comenzar por la propuesta de suspensión o perdón del
pago de sus deudas externas, llamado que hace el Vaticano para conmemorar el
Jubileo 2000.
Son 41 los países muy endeudados. Deben US$ 230 mil millones, lo que equivale
a cerca del 0,6% del PIB mundial. Juntos, los países subdesarrollados deben
US$ 2.465 billones. Por la presión del pago de intereses y amortizaciones de
esa deuda, a cada cinco minutos muere un niño en el Tercer Mundo.
La deuda externa del Brasil alcanza, hoy, la cifra de US$ 233 mil millones,
de los cuales tendrá que pagar, a corto plazo, US$ 23 mil millones
-equivalente al promedio de lo que obtiene con sus exportaciones anuales.
Eso significa menos recursos para la salud, vivienda, educación, salubridad
básica, reforma agraria, etc.
Gobierno global
El informe de la ONU defiende, para el mundo, un "gobierno global", esto es,
"un cuadro legal, instituciones y prácticas establecidas que impongan límites
y den incentivos al comportamiento de los individuos, de las organizaciones
y de las empresas". Tendría como pilares a la ONU, el Banco Central
planetario y la OMC (Organización Mundial del Comercio).
Teme la ONU que, a falta de este gobierno mundial, se desencadenen en el siglo
21 guerras comerciales por imponer intereses empresariales; volatilidad
financiera sin control; e incremento del crimen organizado. La ONU calcula
que el crimen organizado, en especial el narcotráfico, mueve US$ 1,5 billones
por año.
La propuesta es peligrosa, considerando que en los últimos años la ONU ha
venido actuando de manera subordinada a la política externa de los Estados
Unidos. Hoy, la Casa Blanca se considera, de hecho, el gobierno del mundo.
Cuenta a su favor con la sujeción de los países que integran la OTAN. En
nombre del combate al narcotráfico, la policía norteamericana se inmiscuye
cada vez más en la vida de los países, sobre todo en América Latina. La ONU
precisa pasar a una reformulación, de modo de romper la hegemonía de los
EE.UU., antes de pensar en formar a través de ella un gobierno mundial.
El informe de la ONU es preocupante. La unipolaridad del mundo, con la caída
del Muro de Berlín, hizo a los países ricos más prepotentes y, a los pobres,
más sumisos. Se hace una guerra para preservar la autonomía de Kosovo ante
Yugoslavia, pero nadie reclama la falta de autonomía de Puerto Rico frente a
EE.UU. o del bloqueo que la Casa Blanca impone a Cuba desde hace 40 años. Las
megaempresas, como la Ford, se instalan en nuestros países en desarrollo sin
desembolsar un centavo. Reciben todo tipo de beneficios: terrenos, exenciones
fiscales, leyes de protección automotriz, etc. Y emplean mano de obra barata
para hacer más competitivos a sus productos en el mercado internacional.
Nunca la indignación fue tan necesaria. La movilización colectiva es vital
para hacer de la realidad el sueño de un mundo más humano.
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