Un nuevo equilibrio

06/11/2003
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A la hora de escribir esta columna, la Registradora anunció que los resultados del referendo se conocerán en una semana, sin que hasta el momento alguna de las preguntas haya conseguido el umbral del 25%. No ha terminado tampoco el conteo de votos de las elecciones municipales y departamentales. Pero la situación política es enteramente nueva. El referendo terminó siendo un descalabro para el Gobierno. Después de la campaña más desequilibrada de la historia reciente, con un presidente promoviendo el referendo al desayuno, al almuerzo, a la comida, en los realities; con los empresarios metiendo plata y dando compensatorios para que los trabajadores fueran a votar el sábado; con una campaña del NO dedicada a lograr que un porcentaje de los votantes ayudara con su voto negativo a conseguir el umbral; después de esto, el secretario general de la Presidencia confesaba en privado que esperaban conseguir siete millones de votos, y no lo lograron. No sé aún qué pasará con ese 2% no escrutado, que en el pasado ha servido para subir y bajar elegidos a cambio de propinas generosas a funcionarios venales. Pero, sin importar si son aprobadas algunas de las preguntas del referendo, está claro que el SÍ no consiguió llegar al umbral. Aun si aceptamos la interpretación que predica un empate, estamos en una situación nueva. Por otra parte, todo indica que Lucho Garzón ganará la Alcaldía de Bogotá, sin ser de los afectos del Gobierno Nacional. Algo similar sucederá en gobernaciones y alcaldías significativas a lo largo y ancho del país. Lo importante es que los sucesos de este fin de semana electoral tuvieron lugar frente a un presidente muy popular, que se jugó a fondo por resultados favorables, que amarró el referendo a las elecciones regionales y locales para buscar una victoria en ambos escenarios. ¿Qué está pasando? Tal vez una anécdota pueda ayudar a entenderlo. Este domingo acompañé un amigo a votar al puesto electoral de Unicentro, donde sufraga el estrato 6 de Bogotá. En un momento, se me acercó un señor sesentón y me dijo: "Navarro, acabo de votar por Lucho. No acompaño su partido político. Soy ganadero del Magdalena Medio. Voté por Uribe a la Presidencia, pero quiero que las cosas empiecen a cambiar. Se necesita un balance." El presidente tiene que oír ese mensaje, expresado en las urnas con total claridad. Ese es el mensaje para el presidente. La mayoría de los colombianos lo apoyan, pero no están dispuestos a decirle que sí a todo. Tiene que oír ese mensaje, expresado en las urnas con total claridad. Es hora de un nuevo equilibrio. Hasta ahora, el presidente ha actuado con unilateralidad, haciéndoles concesiones menores, a lo sumo, a los congresistas que lo apoyan. Estaba en su derecho, por la manera como llegó al poder en la primera vuelta y por el prestigio que ha mantenido. Pero es hora de revisar el modelo. No frente a los actos de gobierno, pues fue elegido hasta el 6 de agosto de 2006, sino frente a las decisiones que comprometen a Colombia en los próximos lustros. Es hora de que el presidente se siente a concertar con la oposición -así como suena- tres decisiones fundamentales. El manejo de los acuerdos de libre comercio, empezando por la decisión de firmar o no, el bilateral con los Estados Unidos. La estructura del Estado Social de Derecho, hoy en pleno proceso de desmonte de una parte de sus herramientas fundamentales. La desmovilización de los paramilitares. Los tres son temas de Estado, con consecuencias que van mucho mas allá del final del período del presidente. La voz del pueblo no siempre es fácil de interpretar. Hoy Colombia habló con total claridad.
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