Crímenes del latifundio
30/10/2003
- Opinión
Históricamente, la violencia en el campo ha sido causada por
la enorme concentración de la tierra. Además de centenas de
asesinatos de trabajadores rurales, el monopolio de la
tierra genera pobreza, desempleo, exclusión social, como
también la preservación del poder de las oligarquías rurales
que buscan perpetuar la estructura colonial en el país.
Estas informaciones se encuentran en el Informe sobre los
Crímenes del Latifundio, fue presentado el pasado 26 de
agosto por la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), la Red
Social de Justicia y Derechos Humanos, el Centro de Derechos
Humanos Evandro Lins e Silva y el Instituto Carioca de
Criminología.
Números de la violencia
Entre enero y agosto de 2003, la Comisión Pastoral de la
Tierra documentó 44 asesinatos de trabajadores rurales. De
1985 a 2002, se registraron 1.280 asesinatos de campesinos,
abogados, técnicos, líderes sindicales y religiosos
vinculados a la lucha por la tierra.
La impunidad es prácticamente la regla general en estos
casos. De los 1.280 asesinatos, tan solo 121 fueron
juzgados. Entre los contratantes de los crímenes, solamente
14 fueron juzgados, siendo siete condenados. Fueron
llevados a juicio cuatro intermediarios, y dos fueron
condenados. De los 96 ejecutores juzgados, 58 fueron
condenados.
De 1985 a 2002, se registraron 6.330 prisiones arbitrarias
de trabajadores rurales. Durante el mismo período, hubo 715
casos de tortura y 19.349 agresiones físicas. Solamente en
2002, hubo 43 asesinatos, 20 tentativas de asesinato y 73
amenazas de muerte contra trabajadores, además de 44
agredidos físicamente y 20 torturados.
El Monopolio de la tierra
La concentración de la tierra en Brasil es una de las
mayores del mundo. Menos de 50 mil propietarios rurales
poseen áreas superiores a mil hectáreas y controlan el 50%
de las tierras catastradas. Cerca de 1% de los propietarios
rurales tienen cerca del 46% de todas las tierras. De las
aproximadamente 400 millones de hectáreas tituladas como
propiedad privada, tan solo 60 millones de hectáreas son
utilizadas para la labranza. El resto de las tierras esta
ocioso, subutilizado, o se destina a la pecuaria. Según
datos del INCRA (Instituto de Colonização e Reforma
Agrária), hay cerca de 100 millones de hectáreas de tierras
ociosas. Por otro lado, existen cerca de 4,8 millones de
familias sin tierra en Brasil.
El profesor Manuel Domingos, de la Universidad Federal de
Ceará, afirma que: "Las estadísticas catastrales revelan una
persistente concentración de la propiedad de la tierra. De
acuerdo con el INCRA, entre 1992 y 1998, el área ocupada por
las unidades mayores a 2.000 hectáreas se amplió en 56
millones de hectáreas, lo que representa tres veces más que
los 18 millones de hectáreas que el gobierno de Fernando
Enrique Cardoso afirma haber expropiado durante seis años.
El área ocupada por el 10% de los inmuebles mayores del país
creció, en el período en referencia, de 77.1% a 78,6% del
área total".
Las mejores tierras se destinan a la monocultura de cultivos
para la exportación como caña, café, algodón, soya y
naranja. Al mismo tiempo, 40 millones de personas pasan
hambre en el país, siendo que gran parte están en el medio
rural.
Según el IBGE, las unidades de producción agrícola están
divididas de la siguiente forma:
- 4.3 millones con áreas inferiores a 100 hectáreas.
- 470 mil con áreas de 100 hectáreas a menos de 1000
hectáreas
- 47 mil con áreas de 1.000 hectáreas a menos de 10.000
hectáreas.
- 2.2 mil con áreas a partir de 10.000 hectáreas, y el
restante sin declarar. .
Los niveles de producción se dividen de la siguiente forma:
- las unidades inferiores a 100 hectáreas responden por el
47% de valor total de la producción agropecuaria.
- las unidades de 100 hectáreas o menos de 1.000 hectáreas
responden por el 32% de ese valor;
- las unidades comprendidas entre 1.000 hectáreas y 10.000
hectáreas participan con el 17% do valor total;
- las unidades por encima de 10.000 hectáreas responden por
el 4% do valor total.
En relación con la mano de obra, se constata lo siguiente:
- las unidades con menos de 10 hectáreas absorben el 40.7%
de la mano de obra;
- las unidades de 100 a 1.000 hectáreas absorben el 39.9% de
la mano de obra;
- las unidades por encima de las 1.000 hectáreas absorben
4.2% de la mano de obra;
Estos datos demuestran que los pequeños agricultores son los
responsables de la producción de la mayor parte de alimentos
y de la generación de empleos en el campo.
La Reforma Agraria y el Derecho Constitucional
El artículo 184 de la Constitución brasileña establece que:
"Compete a la Unión expropiar por interés social, para fines
de reforma agraria, la propiedad rural que no esté
cumpliendo su función social, mediante previa y justa
indemnización en títulos de deuda agraria, con cláusula de
preservación del valor real, pagaderos en el plazo de hasta
veinte años, a partir del segundo año de su emisión, y cuya
utilización será definida por ley"
Por lo tanto, la expropiación de tierras que no cumplan su
función social ni siquiera tiene un carácter punitivo, ya
que existen mecanismos de compensación económica incluso
para aquellos que se apropian de bien público tierra para
mera especulación. La función social de la tierra es
determinada de acuerdo con el nivel de productividad, más
allá de los criterios que incluyen los derechos laborales y
la protección del medio ambiente.
Principales casos de violación de derechos humanos
Existe actualmente una campaña por parte de las fuerzas
conservadores que pretenden impedir la realización de la
reforma agraria. Los hacendados gauchos, por ejemplo, han
estimulado la violencia a través de amenazas de muerte y del
bloqueo de la marcha de los campesinos sin tierra en San
Gabriel.
En junio, ellos distribuyeron panfletos con el siguiente
contenido: "Si tú, amigo gabrielense posees un avión
agrícola, esparce en la noche 100 litros de gasolina en
vuelo rasante sobre el campamento de lona de las ratas.
(...) Si tú, amigo gabrielense, posees una arma de caza
calibre 22, tira desde adentro del carro contra el
campamento lo más largo posible. La bala da en el blanco
incluso a 1200 metros de distancia."
Uno de los casos más emblemáticos de la violencia contra los
trabajadores rurales fue la masacre de Eldorado de Carajás,
en el Estado de Pará. El 17 de abril de 1996, oficiales de
la Policía Militar mataron a 19 trabajadores rurales,
hiriendo gravemente a otros 69. Algunos meses después,
otros dos agricultores morían como consecuencia de las
heridas. Según el médico legista Nelson Massini, hubo
ejecución sumaria, pues la mayoría de las víctimas fue
atacada con tiros en el pecho, la cabeza y la nuca.
En agosto de 2000, todos los 154 policías militares acusados
de participar en la masacre fueron absueltos. Aquel juicio
fue anulado en 2001, otro jurado condenó solamente a dos
oficiales. A pesar de eso, ellos continúan en libertad por
el recurso interpuesto. El estado de Pará es el campeón de
la violencia contra los trabajadores rurales. Los registros
de la CPT muestran que, de 1971 a 2002, ocurrieron 726
asesinatos de campesinos en el Estado.
El estado de Paraná también registra un gran número de
violaciones. Según la CPT, "El gobierno de Jaime Lerner fue
responsable de una onda de violencia que dejó un saldo de 16
trabajadores asesinados, 31 víctimas de atentados, 47
amenazados de muerte, 7 víctimas de tortura, 324 heridos,
488 presos, en 134 acciones de desalojo".
Actualmente existen 62 campamentos, con 13 mil familias sin
tierra en Paraná, viviendo en precarias condiciones. La
reacción de los terratenientes ha sido intimidar a los
trabajadores, a través de la organización de milicias
armadas. Recientemente, se encontró una lista con nombres
de trabajadores amenazados de muerte. El asesinato del
militante del MST, Francisco Nacimiento de Souza, que hacía
parte de la lista de los marcados para morir, demostró como
los pistoleros han actuado con impunidad en Paraná.
Pernambuco representa otro grave foco de violencia. Según
la CPT, de 1995 a 2001 se registraron 14 asesinatos de
trabajadores rurales, 43 casos de tortura, 232 prisiones
arbitrarias y 416 casos de agresión física y de heridos, en
842 conflictos de tierra.
Desde el período colonial, la región ha sido marcada por la
permanencia de la monocultura de caña de azúcar, controlada
por grandes latifundistas. Con el quiebre del sector, los
trabajadores rurales pasaron a reivindicar la posesión de
las tierras ociosas. De acuerdo a Marluce Cavalcanti,
asesora de la CPT, "en los últimos 15 años, más de 150 mil
puestos de trabajo fueron cerrados con la crisis del sector
azucarero. La región posee más de 40 mil familias acampadas
en tierras improductivas".
En la mayoría de esos acampamentos, las familias aguardan
durante años la reglamentación de la tierra. Actualmente,
crecen las amenazas de desalojo, como en el caso del Ingenio
Prado, en Nazaré da Mata. En julio, el Juez de la Comarca
local, Carlos Alberto Maranhão, determinó el desalojo y
demolición de residencias, iglesia y plantaciones
construidas por 300 familias que vivieron en el área durante
seis años. Los abogados de la CPT argumentan que los bienes
y las plantaciones cultivadas por los trabajadores fueron
valoradas en cinco millones de reales, mostrando la
viabilidad de aquella comunidad, que abastecía con alimentos
a las ferias de cinco municipios de la región.
En el estado de São Paulo, la principal forma de represión
se da a través de prisiones arbitrarias en la región de
Pontal do Paranapanema. De 2002 hasta mediados de 2003, el
juez Átis de Araújo Oliveira, da Comarca de Teodoro Sampaio,
dispuso 28 detenciones de integrantes del MST. Según el
abogado Patrick Mariano, "Estos procesos son esencialmente
políticos, con el objetivo de reprimir la actuación de un
movimiento que cuestiona la mala distribución, la
desocupación y el abandono de más del 90% de las tierras de
Pontal".
Todas esas acciones ha sido apeladas en el Tribunal de
Justicia de São Paulo, en el Tribunal de Alçada Criminal o
en el Superior Tribunal de Justicia. Recientemente, el
Ministro del STJ Paulo Medina concedió la libertad a Márcio
Barreto y Valmir Rodrigues Chaves, afirmando que estos "son
obreros rurales integrantes del MST, que luchan y se
sacrifican por un medio de vida más razonable, donde la
dignidad social solamente puede ser restaurada en el momento
en que se haga la verdadera, necesaria e indispensable
reforma agraria en el país".
Ese tipo de decisión contribuye con la formación de una
jurisprudencia respetada en defensa de la reforma agraria.
El Estado brasileño posee todos los mecanismos necesarios
para democratizar la tierra, más allá del amplio apoyo de la
sociedad.
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