Quince días de esperanza

03/11/2003
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La esperanza del pueblo es la fortaleza del presidente Carlos D. Mesa y, al mismo tiempo, es su debilidad. Enfrentado a la difícil tarea de cumplir con las demandas y expectativas emergentes de la titánica movilización de septiembre y octubre pasados, presionado por los poderes internacionales que, desde la embajada yanqui, le han advertido que no aceptarán cambios en el decreto 21060 (norma que implementó el modelo neoliberal en 1985) y en la ley 1008 (draconiana legislación contra el cultivo de coca), el presidente Mesa busca formas de avanzar, en la consolidación de su gobierno, manteniendo un equilibrio delicado entre ambos factores. La ruina fiscal Su primera preocupación es superar la crisis económica. En febrero pasado, luego del levantamiento contra el "impuestazo", el anterior gobierno presentó un presupuesto que estimaba un 6% de déficit fiscal; era el tope que las exigencias del FMI y el BM podían tolerar. Al escapar del país, el pasado 17 de octubre, Sánchez de Lozada y sus ministros, dejaban un hueco prácticamente insalvable: 12% de déficit fiscal. La reducción al mínimo de la inversión pública, puede bajar esa cifra a 9 u 8%, lo cual sigue siendo peligroso. Una delegación de ministros se halla, en estos momentos en Washington, tratando de convencer a los organismos de financiamiento que deben cubrir esa cifra roja, lo cual es una tarea muy dura, habida cuenta que los argumentos sobre la situación política no conmueven a los financistas. Mesa espera superar el escepticismo de éstos y cree, o quiere creer, que la misión volverá con resultados positivos. La recuperación ¿Cómo puede convencer a esos señores que sólo saben de números? Con números, por supuesto. El gas es la gran palanca de esa negociación. El presidente Mesa sabe que debe encarar con energía la solución de este tema pues, la única forma de demostrar que el bache económico no volverá a repetirse, es que el gas deje beneficios suficientes al país. Eso supone que, el Estado boliviano, vuelva a ser propietario de aquel recurso. Pero, 18 años de neoliberalismo han sometido las mentes de quienes se alinearon en el modelo, convencidos de que la globalización es el futuro de la humanidad. Mesa ya era, mucho antes de iniciarse en política, siendo uno de los periodistas más influyentes en los círculos gobernantes, un convencido del modelo neoliberal. No puede esperarse que, de la noche a la mañana, haya cambiado su forma de pensar; por lo tanto, sigue temiendo que, los poderes imperiales sometan al país a los mayores castigos, si no mantiene su sometimiento a las normas que dicta Washington a través del FMI y el BM. Pero, por otra parte, como mandatario nacido de esa gigantesca rebelión popular, sabe también que no puede oponerse a la reclamación de esa gran masa que derrocó a Sánchez de Lozada y, en consecuencia, lo llevó al mando de la nación. Esto supone que, de una u otra forma, debe dirigirse hacia la recuperación de esa riqueza. De manera que, para convencer a los banqueros de Washington y Nueva York, debe convencerlos de que Bolivia tendrá recursos suficientes con el gas. Pero, a la vez, tendrá que tranquilizarlos (porque esa es su percepción) de que no va a actuar contra las transnacionales. Por supuesto, está caminando sobre el filo de una navaja. Un solo camino Para nosotros, el Movimiento al Socialismo (MAS), que somos la fuerza política más importante de la movilización que derrocó al anterior gobierno, hay un camino claro y definido: la recuperación de la propiedad sobre los recursos naturales, principalmente en este momento el gas. Sometido a 18 años de aplicación de un modelo que ha traído miseria y atraso mayores, Bolivia sólo puede salir adelante asumiendo decididamente esa recuperación. Contamos con el apoyo de gobiernos como los de Brasil, Argentina, Venezuela y otros. Pero, además, estamos convencidos de que tenemos el apoyo de los pueblos de todo el continente. Un ejemplo muy claro es el resultado del referéndum y la elección recientes en Colombia donde, un gobierno tan sometido a los dictados estadounidenses, ha sido derrotado por el abierto rechazo popular. Hay que avanzar por ese camino, reformando completamente la estructura del Estado boliviano. Se trata de desmontar el aparato que adecuó el neoliberalismo para sus propósitos y crear una nueva estructura que permita la construcción de un país productivo. Esto se hará mediante una asamblea constituyente, a la que se ha comprometido el presidente porque es la segunda de las demandas centrales de la movilización de septiembre/octubre. Se hace camino al andar No es fácil hacerlo. Sin embargo, el pueblo está movilizado y presionará constantemente sobre el gobierno de Carlos Mesa. Lo que ocurra de aquí para adelante, será una constante confrontación de propósitos e intenciones del gobierno, frente a definiciones y voluntades por parte del pueblo. Para todos nosotros, no solamente para el MAS sino para todo el pueblo, es evidente que las fuerzas reaccionarias y la embajada yanqui complotan, desde el primer momento, contra este avance. Van a recurrir a todos los métodos, incluyendo el golpe de Estado, para evitar que se concreten las demandas populares. Por nuestra parte, haremos todo lo que esté a nuestro alcance para caminar por este sendero, que debemos ir abriendo paso a paso. Tenemos confianza en derrotar a quienes intentan que el país vuelva al neoliberalismo. Carlos Mesa está enfrentado a ese gran desafío. La historia dirá si estuvo a la altura de los acontecimientos. * Antonio Peredo Leigue, periodista boliviano, es parlamentario por el MAS.
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