Dos fracasos: Sánchez de Losada y Uribe

27/10/2003
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El 6 y 7 de Agosto del año pasado juraron casi simultáneamente los presidentes de Bolivia y Colombia. Tanto Gonzalo Sánchez de Losada como Álvaro Uribe tenían en común su identificación con el modelo monetarista que fue inicialmente aplicado por el general chileno Pinochet y que tuvo en el ex mandatario peruano Fujimori a uno de sus más audaces seguidores, su apoyo a la política de Bush y el provenir e familias criollas millonarias. Sin embargo, a 14 meses de su gestión ambos han sufrido derrotas. El primero fue obligado a renunciar el 17 de Octubre debido a una ola de protestas populares y una huelga general. El segundo ha perdido el referendo del 25 de octubre, el mismo que fue convocado por él como algo vital para imponer su nuevo orden. Esto genera un cuadro de incertidumbre en la región, el mismo en el cual podrán ir retrocediendo las tendencias en pro del libre mercado y crecer las manifestaciones sindicales y sociales. Sánchez fue el arquitecto del nuevo sistema de privatizaciones y liberalización económica que se fue imponiendo con su gestión ministerial desde el 6 de Agosto de 1985. Desde entonces todos los distintos gobiernos siguieron y profundizaron sus privatizaciones y apertura de mercados. Casi todos los partidos parlamentarios avalaban el plan monetarista inicialmente creado por Sánchez. Uribe no solo que ha sido un emulador de tal modelo sino que en el referendo pretendía imponer el congelamiento de sueldos en el sector estatal. Si en Bolivia se provocó a los campesinos con programas de erradicación forzosa de la coca en Colombia se pretende destruir a la más añeja guerrilla del hemisferio con una ofensiva generalizada bajo el manto de querer arrasar con el narcotráfico, tan impregnado en la misma médula del poder central. Si Sánchez emuló al modelo económico de Pinochet, Uribe además se inspiraba en la estrategia de Fujimori para polarizar al país entre un gobierno autoritario y el 'narco-terrorismo'. Así Uribe quería obligar al resto del país a seguir su programa de duros ajustes sociales a cambio de ofrecer el orden de las bayonetas y la derrota de la subversión. Algo central en su proyecto era un referendo con 18 preguntas en la cual Uribe esperaba que le dieran el aval para convertirse en una suerte de dictador civil. Tal era el mecanismo que bastaba con que un cuarto del electorado participase para que, aunque un alto porcentaje fuese de votos en contra, dicho plebiscito fuese legalizado. La respuesta de la oposición, fue llamar a la masiva abstención. A las pocas horas del conteo de los votos este tuvo que ser suspendido por que ninguno de los 18 puntos a marcar había reunido el mínimo de 6,267,443 votos. Si estas cifras no son 'corregidas' por una mano negra esto implicaría una fuerte derrota a Uribe, la misma que podría ir minando sus aspiraciones. A 14 meses de haber llegado al gobierno Uribe ha fallado en dar el gran golpe inicial que le permitiría estructurar un largo periodo de autoritarismo constitucional. Sus posibilidades de ser un 'Fujimori paisa' se han debilitado. El 5 de Abril de 1992, a 19 meses de haber llegado al poder, Fujimori intervino el poder legislativo y judicial. Con ese auto-golpe consiguió popularidad, la misma que se fortaleció con la posterior captura del jefe senderista Abimael Guzmán. Gracias a ello él pudo gobernar un oncenio. Uribe, en cambio, ha perdido su referendo, ha empujado a su ex partido (el liberal) a promover la abstención, no logra frenar la protesta sindical y la guerrilla sigue activa y ahora se sentirá envalentonada. El fracaso de ambos proyectos sumado al deterioro de Toledo en el Perú, al jaqueo popular sobre Gutierrez en Ecuador y al desplome argentino muestran el retroceso de la escuela liberal que promueve más poder del estado contra la subversión y el retroceso del estado de la economía y de los beneficios sociales. Esto nos permite ver que el periodo político en los Andes va a estar marcado por una creciente intervención de sindicatos y organismos sociales. Tanto Lula como Kirchner tratan de montarse sobre las nuevas aspiraciones tratando de integrar algunas promesas con algunos cambios en el modelo neo-liberal, pero sin revertir éste. Habrá que ver hasta que punto esta vía intermedia logra sacar adelante a la región y hasta que punto la protesta popular puede desbordarlos. Mientras tanto hay un hecho concreto y es que las recetas de linea dura en lo económico y social patrocinadas por Bush para nuestra región van siendo agujereadas por una protesta popular más organizada.
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