El sismo boliviano

23/10/2003
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Bolivia es el corazón de Sudamérica. Sus ataques cardíacos suelen estremecer al resto del continente. El último de ellos puede ir afectando a la larga a varios regímenes de la región. La caída de Gonzalo Sánchez de Lozada es un hecho muy significativo. Bolivia, si bien tiene más golpes que sus 178 años de vida republicana, es un país en donde muchas rebeliones populares han depuesto dictaduras (como pasó en 1946, 1952, 1978, 1979 y 1982). El 17 de octubre del 2003 se produjo el inusual caso que una de éstas tumbó a un gobierno constitucional a un año de haber estado en el poder. Sánchez, además, es el arquitecto del modelo económico monetarista que rige desde hace 18 años. En Agosto 1985 él fue el ministro de economía de Víctor Paz Estenssoro y como tal se encargó de desmantelar todo el sistema estatista y proteccionista que este mismo presidente había hecho cuando llegó por primera a dicho cargo exactamente un tercio de siglo antes. En Abril 1952 Paz Estenssoro tomó el poder montado sobre la revolución social sudamericana más radical. Entonces la Central Obrera Boliviana actuaba con un estado paralelo con sus propias milicias y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) dio el voto a los iletrados, nacionalizó la minería e hizo una reforma agraria. Si en 1952 el MNR implementó un programa que ha estado a la izquierda de lo que Velazco, Perón, Allende o el PRI mejicano llegaron a hacer, en 1985 el propio MNR se pasó al otro extremo queriendo emular el sistema económico chileno. Un país donde 2/3 de su economía estaban controlados por empresas estatales conoció una amplia liberalización y privatizaciones. Sánchez se presentaba como quien impuso un ejemplo de cómo parar una hiper- inflación y hacer crecer la economía atrayendo capitales extranjeros. Inicialmente las capas medias y el campo vio con agrado la estabilización monetaria. Gracias a ello se logró derrotar a las huelgas y minimizar los sindicatos. Sin embargo, el país no se industrializó y la pobreza seguía. La oposición a la privatización del agua, a la erradicación forzosa de la coca y luego la cuestión del gas produjeron fuertes marchas y huelgas que fueron minando a los mandatarios. Ahora los sindicatos se han revitalizado y adquirido mucho poder y están empujando el péndulo en dirección a ir revisando o desechando el liberalismo, y en pro de una mayor intervención del estado en la economía, en el reparto del ingreso y en el control de los recursos naturales. Para los defensores de las economías abiertas esto puede implicar un retroceso y que vayan creciendo las tendencias que han ido desarrollándose en Venezuela, Brasil y Argentina. * Isaac Bigio. Analista Internacional.
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