Bolivia acorraló a Goni y logró su renuncia

19/10/2003
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Las movilizaciones permanentes, piquetes de huelga de hambre que se multiplicaban velozmente, el resquebrajamiento de su equipo de gobierno y la espectacular llegada de los mineros a la ciudad de La Paz terminaron de encerrar a Goni. Renunció porque no le quedaban más opciones; ya no tenía argumentos ni aparato de gobierno. A último momento lo abandonaron su vocero y un partido fuerte de la coalición gubernamental, también le fallaron los militares cuando permitieron el paso a los mineros. Huyó a Miami, una salida del gobierno muy cobarde. Festejamos en toda Bolivia. La noticia empezó a circular a media mañana, Goni renunciará. El viernes las movilizaciones tenían un sentir especial; esperaban la renuncia de Goni. De boca en boca corría el rumor, sabíamos que ya no tenía más opciones. En la madrugada lo abandonó su vocero oficial, cansado de leer mensajes profundamente caprichosos y retrógradas. Lo abandonaron el Vicepresidente, cinco ministros, un partido de la coalición, y las fuerzas armadas le flaquearon en un momento determinante. A primeras horas del viernes las fuerzas armadas decidieron desobedecer las ordenes llegadas desde la residencia presidencial. Permitieron el paso de los mineros que llegaron a El Alto en 58 camiones, retiraron los tanques que les cerraban el camino. Dos días antes murieron dos mineros por los enfrentamientos a más de cien kilómetros de La Paz. Los mineros decidieron en colectivo llegar a La Paz sin importar el costo. Armados con dinamita derrotaron a un cerco militar agotado y dubitante. La llegada a La Paz fue impresionante; la vieja vanguardia obrera de Bolivia desplegó toda su historia y coraje durante toda su marcha. Para entonces la noticia era conocida, los mineros le dieron el gran golpe final a Goni. La renuncia se precipitó por eso, los mineros estaban llegando y las fuerzas armadas dejaron de ser el pilar infranqueable del gobierno. Antes de renunciar Goni tuvo que agotar todas sus opciones y llevarse casi ochenta muertes en menos de un mes. Su discurso en los últimos días ya era patético; la base de su discurso real estaba totalmente perforada por la reacción de las clases medias altas. La consigna de negociación sin presiones que enarboló el gobierno perdió esencia cuando los sectores permanentemente manifiestos en favor del diálogo empezaron a pedir su renuncia. Los sectores progresistas y clases medias le dieron la espalda a la lógica del diálogo y volcaron todo su apoyo al clamor popular; la renuncia de Goni. Comenzaron las vigilias por la renuncia y movilizaciones prorenuncia en barrios semiresidenciales clásicamente desmovilizados. Los piquetes de huelga de hambre de multiplicaron hasta más de sesenta en menos de tres días. En huelga de hambre estaban intelectuales, activistas conocidos de Derechos Humanos, artistas comprometidos, funcionarios públicos, autoridades universitarias, etc. Ya nadie le aceptaba a Goni la propuesta de diálogo; los muertos ya eran demasiados y era intolerable su continuidad en el gobierno. Ya sin discurso en pos del diálogo, en sus últimas declaraciones se dedicó a descalificar a los líderes de las movilizaciones hablando, cual si fuera Bush, de terrorismo y narcotráfico. Inclusive dos días antes de dimitir aceptó congelar la venta del gas, convocar a un referéndum e impulsar una Asamblea Constituyente, ya era tarde para todo eso, Bolivia quería su cabeza. Así se fue Goni, escapó como cualquier criminal. Sin aparato de gobierno y con su aparato represivo superado por las movilizaciones sociales. Agotó hasta el último recurso; abandonó el barco cuando ya no tuvo de que aferrarse. Dejó más de ciento sesenta muertos en sus catorce meses y once días de gobierno, peor que nuestra última dictadura militar. Él y sus ministros huyeron a Miami, México y Buenos Aires. Aquí quedó un país que espera justicia; que espera una respuesta por los muertos, por los paramilitares y los francotiradores, por las brutales represiones. Él y sus ex -ministros de defensa (Carlos Sánchez Berzaín) y gobierno(Yerko Kukoc) deben recibir el castigo que se merecen. Una vez que el congreso aceptó su renuncia juró Carlos Mesa a la presidencia. Días antes de la caída de Goni, Mesa, como vicepresidente, rompió su relación con él al ver como intolerable la cantidad de muertes. A él le tocan bastantes tareas, desde ya anunció que su gabinete ministerial estará compuesto por independientes. Tiene que encarar el referéndum consultivo sobre el gas; afrontar la necesidad real de una constituyente trascendental y urgente para recomponer el estado boliviano. Tiene que buscar ejemplarizadores procesos penales contra Goni y sus ministros asesinos. Para Carlos Mesa será realmente complicado gobernar sin un partido oficialista que lo apoyé desde el congreso y sin una coalición gubernamental. De esta manera concluyó el viernes diecisiete de octubre; "el gringo se ha ido, el pueblo ha vencido" (coro de los festejos). Gritando "si se pudo" La Paz y Bolivia entera presenciaron fiestas populares y alegría general. En La Paz el festejo duró hasta la madrugada; todos los sectores movilizados se juntaron para festejar la victoria. Tal vez Goni y su equipo nunca imaginaron una salida tan veloz de la presidencia; 14 meses duró este gobierno. En los catorce meses trataron a la sociedad como les dio la gana; pensando que la reacción nuca llegaría. Una soberbia muestra de poder de movilización espontánea y organizada se dio en Bolivia, se desnudaron las flaquezas de las instituciones actuales y esperó se haya sentado un precedente. Precedente que aleccioné a la clase política sobre como no se puede saquear un pueblo de manera tan descarada. En la madrugada nos despedimos gritando "si esto no es el pueblo, el pueblo dónde está". * Boris Iván Miranda, estudiante de sociología.(othersubject@hotmail.com ).
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