Imponente demostración de fuerza de la rebelión popular
14/10/2003
- Opinión
La Paz, octubre 15, 2003.-
La rebelión popular boliviana hizo esta tarde una imponente
demostración de fuerza y fortaleza al movilizar por el centro de la
ciudad de La Paz una multitud nunca vista en la historia
contemporánea del país más pobre y rebelde de la América morena.
La marea humana, ensangrentada y dolida por la metralla militar,
clamó una vez más para que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada
abandone el Palacio en forma pacífica, antes de que sea echado por la
fuerza, Manifestaciones similares se registraron en varias de las más
importantes ciudades del país. "Este es un referéndum popular, está
claro para todos que el pueblo quiere que Sánchez de Lozada se vaya.
Esta es la democracia del pueblo", dijo el minero Jaime Solares, la
cabeza de la Central Obrera Boliviana (COB).
Hasta el cierre de este despacho, no se dieron enfrentamientos ni
disturbios en el centro ni en inmediaciones del Palacio de Gobierno,
resguardado por tanques de guerra y un anillo de fuego y metralla.
"Las bases han ordenado que debe irse este maldito gobierno y su
camarilla. Los mineros, los cocaleros y campesinos no abandonarán la
ciudad ni a bala, no abandonarán la ciudad hasta que se vaya el
asesino de Sánchez de Lozada", advirtió Solares, ovacionado por la
ululante multitud.
Cabildo multitudinario.
Son miles y miles, son tantos que la gigantesca Plaza San Francisco
no da abasto. La Plaza está que revienta. Miles campesinos vienen de
los vallecitos del sur, han roto el cerco y ahora se abrazan con los
cinco mil cocaleros de Yungas que han trepado desde el trópico hasta
las cumbres nevadas y de ahí han bajado hasta la ciudad. Se juntan
con los mineros de Huanuni, con los guerreros aymaras campesinos de
Achacachi, con los vecinos que han bajado de El Alto, con los
estudiantes, fabriles, maestros, amas de casa, con niños y jóvenes.
Son miles y miles. Todos piden que se vaya el gringo.
Es el cabildo abierto del pueblo insurrecto convocado por la COB, que
ahora aglutina a todos los sectores sociales y que ha hecho un pacto
de sangre con los campesinos del "Mallku" Felipe Quispe, con los
cocaleros del Chapare de Evo Morales, con los rebeldes de la Central
Obrera Regional de El Alto de Roberto de La Cruz, con los vecinos de
todos los barrios pobres.
Más movilización, mejor organización.
Llegan los discursos y las instrucciones del poder popular, del poder
de la calle: profundizar la movilización social, reforzar la huelga
general, endurecer y ampliar el bloqueo de caminos, levantar
trincheras y cavar zanjas en cada zona de la ciudad, barricadas en
los caminos, conformar los comités de autodefensa y defender los
medios populares de comunicación. Todos en vigilia, es la orden.
El minero Solares, que se ha ganado a pulso el respeto y adhesión de
los de abajo, es un hombre que almuerza un día y otro no, como gran
parte de los bolivianos, convoca para un nuevo cabildo en la Plaza
San Francisco, a las 10 de la mañana.
Y se inicia la marcha por las calles del centro, rozando el perímetro
armado de Palacio, para que sientan la fuerza y el peso de la masa
desarmada, pero organizada. Sale la marcha, a pesar que desde varios
puntos de la ciudad siguen llegando oleadas de marchistas, muchos van
a la Plaza.
La voz de clases medias y altas.
Otros, por la falta de transporte y las largas distancias, se quedan
en sus barrios. Allí se reúnen muchos de la clase media. Hay
discursos, sentimientos y lágrimas, todos piden que se vaya Sánchez
de Lozada, al que acusan de ser el responsable de 70 muertos y dos
centenas de heridos a bala en las últimas tres semanas
En las Iglesias, están artistas, defensores de derechos humanos,
surgen las primeras huelgas de hambre: rezan, por Dios, que se vaya
Sánchez de Lozada. En los barrios residenciales, los vecinos prenden
velas en sus domicilios, se reúnen en las Iglesias, recaudan dinero,
vituallas y medicamentos para auxiliar a los luchadores sociales. Son
los mismos rezos, es el mismo llanto.
"Bajo el monto de la democracia, se incuba la dictadura", dice la ex
defensora del Pueblo Ana María Campero, que inicia la huelga de
hambre. Afuera, grupos de encapuchados se mueven en vehículos sin
placa, secuestran la edición de dos publicaciones ("El Diario" y el
semanario "Pulso") en las que se pide la renuncia de Goni. Hay
amenazas contra las radios populares y los medios alternativos. Son,
parecen, los manotazos del ahogado.
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