La muerte ganó la jornada

11/10/2003
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Fueron tres muertos y luego fueron nueve. Y las cifras saltaron alocadamente hasta dieciocho. Pero no había terminado ni el día ni la locura: fue 26 la cifra de vidas destruidas por la demencia. ¿Heridos?: ¿cómo se dice 100 en el lenguaje de la brutalidad? Fue en El Alto, la más joven y más pobre ciudad de Bolivia. Fue este domingo, 12 de octubre de 2003. Releamos las cifras: 26 muertos, casi 100 heridos. Repitámoslas, porque resulta difícil, alucinante, creer que eso haya sucedido en una ciudad que no está en guerra. Porque guerra, declarada o no, es el enfrentamiento de dos fuerzas armadas. Lo que ocurrió en El Alto, este domingo, fue una masacre deliberada, una matanza que tiene el propósito de "castigar" a una ciudad, por el delito de reclamar la vida, de creer en el futuro. Y hablamos en presente porque, a la hora en que golpeo las teclas, siguen los disparos, continúa la barbarie. A propósito: hubo un soldado muerto; el oficial le ordenó disparar y, cuando el recluta se rehusó a hacerlo, lo mató a quemarropa y ordenó echar el cadáver al camión. Y una compañía que fue trasladada desde la zona tropical, que pidió no participar en la represión, permanecía castigada, sin arma y también sin ropa, recibiendo golpes por orden de oficiales sedientos de sangre. Hay cientos de soldados, clases y suboficiales agobiados por un fuerte sentimiento de culpa, ante la misión que se les dio: disparar a matar. También hay oficiales que están al borde de la rebeldía. Pero no quieren tomar su riesgo. Cumplen órdenes; no saben hacer otra cosa. ¿Seguirán haciéndolo hasta que el pueblo les pida cuentas de sus crímenes? o ¿serán capaces de resistir las órdenes criminales? Lo que ocurre es que el pueblo se cansó de ser engañado, explotado, robado; dijo ¡basta! a la miseria, al hambre, a la lenta agonía que se prolonga desde hace casi 20 años. Se levantó para gritar que el gas debe regresar a manos de los bolivianos, porque es la posibilidad de construir el futuro. La respuesta vino en envase de plomo. Y entonces, ya no se trata de discutir el tema del gas. Se trata de algo más directo, sin discusiones, sin hablar ni escuchar, porque cuando se habla le responden con balas y cuando escucha le engañan. Es algo simple: que este gobierno se vaya, "que Goni renuncie", será con nuevos gobernantes con quienes puedan sentarse las bases del diálogo. Domingo 12 de octubre. 10.30 de la noche. Los disparos siguen en El Alto. Mañana los niños no irán a la escuela; los maestros inician su huelga. Mañana no se abrirán los mercados; las vendedoras se declararon en rebeldía. Mañana no habrá transporte público; los transportistas comienzan el paro indefinido. Goni tiene un solo camino: debe dejar el gobierno.
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