Daños colaterales de la batalla electoral

09/06/2011
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Coincido con el historiador y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Nelson Manrique, cuando señala que se ha cerrado una de las campañas electorales “más encarnizadas de las que se tenga memoria”. Y es que para la derecha económica, política y mediática, la segunda vuelta electoral que concluyó el domingo 5 de junio fue literalmente eso, una guerra (sucia).
 
Ya habrá tiempo suficiente para ocuparse de los retos del futuro gobernante Ollanta Humala (que son muchos y también muchos los peruanos que esperan cambios). Ahora, no está demás, echar una rápida mirada a los “daños colaterales” con los que se ha cerrado este periodo electoral.
 
La derecha económica no aprende (o se hace la que no aprende): hacía apenas horas que acababan de recibir una sonora e histórica bofetada electoral y al primer aliento de recuperación después de su clamorosa derrota, reinciden en su miopía endémica y lo primero que claman es que se mantenga la política económica neoliberal, quieren ellos colocar al futuro ministro de economía y hasta exigen que se mantenga al neoliberal presidente de Banco Central de Reserva. ¿Es que acaso no se dan cuenta que la mayoría de los peruanos ha votado justamente contra el modelo neoliberal salvaje y contra quienes lo sustentan?
 
La derecha mediática no recapacita (y la televisión menos): los grandes medios de prensa escrita y la televisión, fueron las principales armas con las que en estos dos últimos meses han disparado salvas de mentiras, de manipulación, de calumnias y de miedo. En ese trance llegaron a la histeria. Y una vez más, ha quedado demostrado que ese tipo de campañas propias de las épocas más oscuras del fujimontesinismo poco sirven cuando la gente está dispuesta a ejercer la memoria. Pero esa prensa derrotada sigue en sus trece y se mantiene militante en pavimentar su camino al descrédito total.
 
Hay personajes que quieren pasar “piola”, como dicen los muchachos (aunque cobraron bien): el presentador de TV Jaime Bayly, ha sido otro de los grandes perdedores (aunque haya ganado cerca de un millón de dólares por su rol de mercenario mediático). Bayly no solo pretendió demoler la candidatura de Ollanta Humala, sino que con ese mismo tesón, defendió a morir la corrupción fujimontesinista que representaba Keiko Fujimori. Otro que llegó, cobró bien, perdió y luego se ha hecho el loco es el marketeado economista y asesor de dictadores, Hernando de Soto. Y uno más, que aunque no cobró, sí perdió el poco respeto que mantenía como analista político, fue sin duda Fernando Rospigliosi, ex ministro del Interior y asiduo visitante de la Embajada de Estados Unidos en el Perú y precursor de las campañas de demolición contra el ahora Presidente Electo. (Obviamos al Sheriff de Nueva York Rudolph Giuliani y al cardenal Cipriani, quien es cosa seria más en cuestiones terrenales que celestiales, y que también se alinearon con la candidata perdedora).
 
En este breve recuento de daños colaterales queda una pregunta suelta: ¿Habrá comprendido por fin Keiko Fujimori que si quiere tener futuro político en el Perú tendrá que dejar de reivindicar el nefasto legado de su padre? Con la gente que la rodea es un poco difícil, aunque nunca es tarde para aprender.
 
Una curiosidad final: hace apenas un año todo hacía suponer que la Plaza Mayor de Lima, tendría como sus más ilustres vecinos a un alcalde o alcaldesa y a un presidente derechista. El camino parecía allanado para ello. A partir del 28 de julio próximo, la Plaza Mayor no será la Plaza Roja, pero albergará a una alcaldesa capitalina y a un presidente de la República que ciertamente miran hacia la izquierda.
 
- José Coronado es periodista peruano.
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