Ayer fue Playa Girón y hoy podría ser Girón Playa
50 años de playa Girón y el VI Congreso del PC cubano
15/04/2011
- Opinión
En abril de 1961 la revolución cubana pasó una prueba de vida, al derrotar la invasión mercenaria en Playa Girón. Conducía Fidel Castro. Hoy se inicia el VI Congreso del Partido Comunista. Conduce Raúl Castro.
Los aniversarios en números redondos “tienen ese no sé qué” de las calles de Buenos Aires cantado por Amelita Baltar. Y los 50 años de Playa Girón caen dentro de esa categoría de cosas recordables. A veces se recuerdan hechos que han pasado de moda o perdido su sentido político. No es el caso de la gesta cubana, de rigurosa actualidad, al punto que hoy la población se vuelca a las calles para honrar aquella batalla pero también para dar marco al VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Se considera fecha de fundación de esa agrupación el 16 de abril de 1961, cuando Fidel Castro despidió a las víctimas de los aviones mandados por la CIA y proclamó a los cuatro vientos el carácter socialista de la revolución.
Entonces no se trata de un aniversario marcado por el almanaque sobre un hecho afectado por la desmemoria o el paso del tiempo. Es un festejo del ayer y un compromiso contemporáneo. Se podría decir que lo de 1961 fue Playa Girón, conducido por Fidel. Y lo de hoy es Girón Playa, con Raúl Castro.
El 15 de abril de 1961, a hora muy temprana, aviones que tenían pintadas falsas insignias cubanas -fletados por la CIA desde la Nicaragua de los Somoza-, bombardearon tres aeropuertos de Cuba. Querían suprimir la modesta flota cubana, que tendría a lo sumo diez aviones, y facilitar la invasión de dos días más tarde. Las agencias AP y UPI cablearon al mundo que se había insurreccionado la Fuerza Aérea de Cuba.
Aparte de esa falsedad, el operativo fue un fracaso. El comandante en jefe cubano había prevenido a sus aviadores a desparramar sus pocos y antiguos aviones para impedir un golpe devastador que consideraba cercano. Y así ocurrió. En marzo de 1960 la CIA había saboteado el barco La Coubre, que venía de Bélgica con armas compradas legalmente por la isla para su defensa. Murieron 100 cubanos, lo que hizo brotar a Fidel Castro la que sería su marca registrada de “Patria o muerte”, al finalizar su discurso de despedida a esos mártires (en esa tribuna Alberto Korda registró la luego mundialmente famosa foto del Che Guevara).
Después vino, irremediablemente, el bombardeo del 15 de abril de 1961. Además de ametrallar aeropuertos, los canallas mataron a 7 personas. Otra despedida a muertos del pueblo y nuevo discurso de Fidel Castro proclamando que esa revolución hasta el momento democrática y antiimperialista se convertía en socialista. “Lo que no pueden perdonarnos, es que hayamos hecho una Revolución socialista en las narices de EE UU, ¡y que esa Revolución socialista la defendemos con esos fusiles!”, arengó el líder. Era la noche del 16 de abril y alguien le avisó al orador que en la Ciénaga de Zapata, en Playa Girón y Playa Larga, Provincia de Matanzas, había aprestos de invasión. En La Habana cantaron el himno nacional y cada quien se fue a los puntos convenidos para defender la Patria. La letra del himno dice “¡al combate corred Bayameses! ... ¡A las armas, valientes, corred!”. Y corrieron por ellas.
Fracaso yanqui
El presidente Dwight Eisenhower concibió el plan de agresión contra la joven revolución cubana y dio las directivas pertinentes a la CIA. Así prepararon la Brigada 2506 en Guatemala y Nicaragua, dos de los países con gobiernos más anticubanos en las reuniones de la OEA, que culminaron con la expulsión de la Patria de José Martí.
Los norteamericanos se cuidaron de no involucrarse directamente, con sus propias tropas, desembarcando en aquellas playas. Formalmente decían, ahora por medio de John F. Kennedy en la Casa Blanca, que no tenían planes de agresión. Eran patrañas de los comunistas. La plata con la que se financió esa Brigada, las armas, los aviones con que operaron y los barcos que transportaron a los mercenarios, eran todos de matriz estadounidense. Varios pilotos alcanzados por el fuego defensor y cuyos restos fueron recuperados por Cuba, también eran estadounidenses (un cadáver estuvo 18 años en la Morgue habanera, hasta que la CIA blanqueó esa muerte y los familiares pudieron retirarlo).
Pese a todo ese despliegue militar y logístico, en 66 horas los invasores fueron derrotados y tuvieron 1.200 prisioneros. En vez de ser fusilados, como podrían haberlo sido, el gobierno vencedor consideró más humanista canjearlos por alimentos y medicinas que se necesitaban.
Del lado cubano hubo 176 muertos, la mayoría jóvenes, que cayeron defendiendo las posiciones primero y luego tratando de entrar en Playa Girón tomada por los enemigos.
Varios aviones agresores fueron abatidos por las defensas antiaéreas y los aviones cubanos, que hicieron allí su debut exitoso. La propaganda yanqui decía que Castro contaba con modernos Migs soviéticos; si hubiera tenido esas máquinas todo se hubiera terminado en 24 horas y no en 66.
La defensa también utilizó tanques y cañones, lanza obuses y otras armas de artillería, que junto con los aviones averiaron y hundieron a varios barcos que llevaban tropas hacia tierra firme. La sabia orden de Fidel Castro, según recuerdan los militares cubanos, fue: primero hundir los barcos, después bajarles los aviones y finalmente tirarles a las tropas. “Vamos a tumbar aviones, pero hoy vamos a hundir barcos. ¡Hundan barcos! ¡Hunde barcos, coño, tienes que hundir muchos barcos! ¡Para el carajo, fuego con ellos!”, le ordenaba a Raúl Curbelo, uno de los jefes de los aviadores.
Con esa lógica se consumó la gran victoria de Girón, considerada la primera derrota militar de los norteamericanos en el siglo XX en la región. Así lo vivieron Kennedy, el secretario de Estado Dean Rusk y el jefe de la CIA Allen Dulles, en la madrugada del 18 de abril, cuando les avisaron que todo había terminado en desastre. La batalla tuvo tres consecuencias muy importantes. Una: la revolución cubana se transformó en socialista. Dos: el Ejército Rebelde de Sierra Maestra parió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, un verdadero ejército con todas las ramas. Tres: el líder que era Fidel se recibió de comandante en jefe. La invasión venía a asesinarlo, pero lo potenció como estratega en la primera fila de la resistencia. En el juicio del Moncada dijo que la historia lo absolvería. No podía saber que se había quedado corto. La historia le reservaba un papel mayor.
Girón Playa, con Raúl
La rápida movilización para aplastar la columna invasora logró frustrar la maniobra concebida en Washington, de ubicar su cabeza de playa e inmediatamente traer a un gobierno fantoche, con Miró Cardona. Así solicitaría a la OEA el reconocimiento internacional. Ese plan fue admitido por el jefe militar de los invasores, José Pérez San Román, en un libro posterior. Ese autor escribió: “este reconocimiento con su consecuente apoyo político-económico-militar había sido previamente preparado por el gobierno de Estados Unidos con varios países de Latinoamérica”.
Esos eran otros tiempos en la región, donde -salvo el digno México- el resto de los gobernantes rompió relaciones diplomáticas con La Habana. Hoy en cambio, el marco internacional es bien diferente. No es que no existan gobiernos alineados con el imperio, como el de Felipe Calderón o Juan Manuel Santos, pero la tendencia fundamental está marcado por los socios del ALBA, el Mercosur y la Unasur.
Esa política de alianzas y mayor comprensión regional es una de las condiciones con que cuenta a su favor esta nueva etapa revolucionaria que abren los cubanos con su VI Congreso partidario y las reformas económicas y sociales que encaran para salvar su socialismo. Plaza Girón fue una batalla militar. Girón Playa es una batalla política. En 1961 había que barrer a enemigos que invadían desde afuera. En 2011 habrá que modificar la economía en el frente interno, rectificando todos los errores que acumularon allí en el marco del bloqueo norteamericano. En Playa Girón había que tener buena puntería para hundir al Houston y otros barcos y abatir aviones B-26. En Girón Playa habrá que tener paciencia y buenos argumentos para convencer a los cubanos de que la salud y la educación seguirán siendo gratuitas, pero otros subsidios indebidos serán eliminados.
En suma, en Playa Girón la mira de las armas se ponía sobre los invasores pagados por el imperio. Ahora, el esfuerzo e inteligencia de los cubanos tendrán que ganar la lucha política y cultural, para que haya mayor productividad del trabajo, menos vagancia e indisciplina laboral, más eficiencia y mejores resultados. Aquel 17 de abril los cubanos debieron levantarse a las 3.30 horas, cuando empezó la invasión. Ahora tendrán que levantarse también al alba, para arrancarle a la tierra, las máquinas, la tecnología, el laboratorio, el central azucarero, la construcción, etc, la mejor de las producciones. Aquellas madrugadas estaban pariendo el socialismo; el estilo de trabajo duro -que van a aprobar en estos días los mil delegados congresales- se propone mejorarlo. Entonces y ahora, a sólo 90 millas, hay un imperio que apuesta a la derrota.
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