Fernando Rojas, Viceministro de Cultura de Cuba:
“Las transformaciones que está viviendo Cuba son resultado de un proceso de discusión popular”
16/04/2011
- Opinión
Con Nuestra América conversó en exclusiva con Fernando Rojas, Viceministro de Cultura de Cuba, sobre las implicaciones culturales de las transformaciones que está viviendo actualmente la isla.
Rafael Cuevas Molina (RC): Cuba se encuentra inmersa en un proceso de transformaciones y reformas que están, de alguna forma, reperfilando a la sociedad cubana. Me interesaría conocer tu opinión respecto a qué implicaciones podría tener esto en el orden de lo cultural.
Fernando Rojas (FR): La expresión con que caracterizamos el proceso es la de actualización del modelo económico. Creo que se trata de una expresión bastante exacta en el sentido de que no se tiene previsto cambiar el modelo social, el modelo socialista, pero sí que este modelo, en particular un rasgo esencial que él ha tenido, que es la intervención estatal en la mayor parte de la vida social y económica, se modifique sustancialmente.
Esta es la primera idea que habría que subrayar. O sea, el Estado va a ceder espacios del empleo, va a ceder espacios de la iniciativa productiva -que ha sido mayoritariamente estatal- a personas privadas en esta etapa, en un futuro a colectivos, a grupos de personas, a cooperativas y a otras formas de gestión grupales. Va haber un cambio importante en la estructura del empleo en los cinco años que tenemos por delante, probablemente las personas no empleadas en las instituciones estatales pasarán a ser la tercera parte de la población económicamente activa; el sistema impositivo cambiará (primero, porque serán más las personas a pagar impuestos y, luego, porque serán progresivos y no el resultado de tasas fijas como ha sido hasta ahora, y tendrá que ver sobre todo con la ganancia real que se obtenga y con el estímulo a esa ganancia); aparecerán en el mercado estos actores que tienen una presencia muy reducida hoy, y esto, por supuesto, va a provocar sin duda cambios en la conciencia. Una población que ha estado acostumbrada a que predomine sobre todo el empleo estatal, a que predomine la atención del Estado a la seguridad social y, en general, a toda la actividad social, tendrá que adaptarse a trabajar por sí misma o, de manera autogestionaria, con otros grupo de personas para un mercado, a pagar impuestos -que no lo hacen hoy- y, además, hacer ellos mismos la contribución a la seguridad social y no hacerla el Estado como es hasta ahora.
Yo creo que esa actualización va a significar sobre todo que el Estado preservaría las conquistas fundamentales que indican la naturaleza del Estado socialista como son los logros sociales: la salud gratuita, la educación gratuita, ambas universales; un acceso privilegiado a la actividad deportiva y a la cultura, en este caso no tan universal porque algunas actividades que en estas áreas hoy son gratuitas o son subsidiadas, bien dejarán de serlo o bien se reducirán los subsidios o habrá reducciones presupuestarias que no hagan decaer el nivel de la actividad pero sí exigirán que las personas aporten económicamente para recibir estos beneficios.
Creo que básicamente esa sería la descripción: preservar esas conquistas, producir estos cambios y crear condiciones de despegue económico que es lo principal que hay que resolver: más racionalidad, más ahorro, más ingresos, menos gastos, para entonces profundizar más adelante la construcción de la sociedad socialista.
RC: ¿Esto significa profundizar desigualdades sociales?
FR: El criterio del que se está partiendo es que si hoy se subsidian los productos, en un futuro se subsidiará a las personas. O sea, que el ejercicio de la protección social sea selectivo y no, como ha sido hasta ahora, que no discrimina según los niveles de ingreso de la población. A mi juicio, si eso se hace bien, y digo si eso se hace bien porque hay que hacerlo sin que esto signifique una especie de declaratoria de pobreza que pueda dañar a un ser humano o a otro, si esto se hace con inteligencia, con sabiduría, puede ser que incluso, si el Estado logra economizar, signifique hasta una corrección de las desigualdades más onerosas. Esto, si se hace bien.
Al mismo tiempo, debemos entrar en una fase de nuestra vida de la cual muchos cubanos no tienen ni siquiera memoria o conciencia, en dependencia de la edad que tengamos, que significaría que el trabajo, y los resultados del trabajo, tendrán que ser el principal medidor del nivel de ingreso de las personas. Un reto importante es que no se produzcan concentraciones de propiedad que ya trasciendan el valor del trabajo como principal valor en la formación de la riqueza individual y colectiva. Esto no puede significar tampoco desestimular determinadas actividades que logren beneficios personales y sociales importantes. Me doy cuenta que es un reto difícil pero hay que enfrentarlo. Yo creo que no tenemos otra alternativa que enfrentarlo.
RC: ¿Cómo vive el cubano de a pie estás transformaciones?
FR: Hay distintos comportamientos. Digamos que pesa mucho el hábito de haber trabajado para el Estado durante muchos años y de haber recibido los beneficios sociales del Estado. Ese es un hábito que tendrá que transformarse, tanto para los que seguirán trabajando para el Estado, porque tendrán que hacer esfuerzos superiores y el trabajo que hoy hacen tres lo tendrá que hacer uno en el futuro, y habrá que ser ahorrativos y evitar los niveles de dilapidación presupuestaria que a veces se producen, con la mejor de las intenciones pero se producen, y tendrán que transformarse también los que vayan a trabajar en el sector no estatal, privado o cooperativo. Tienen que adquirirse nuevas costumbres; según esas necesidades de transformación se producen las reacciones de las personas. Hay personas que no quisieran perder el empleo estatal de ninguna manera; hay personas que, por el contrario, se entusiasman con la perspectiva de desarrollar una actividad personal o, en un futuro, poder formar una cooperativa, o trabajar ya de forma cooperativa como algunos experimentos que se están haciendo en establecimientos que antes fueron totalmente estatales. Así que las reacciones son múltiples.
Al mismo tiempo, hay que relevar que ha sido sobre todo un proceso de discusión popular, lo cual es muy importante pues es un proceso en el cual se ha contado con la gente, las cosas no han sido resueltas a dedo; ha habido dos procesos de discusión nacional, uno hace dos años y algo, el otro en los últimos meses, se arriba al congreso del Partido con el resultado de estas discusiones, con la conciencia de que las propuestas que se hicieron hace unos meses, como base para la discusión popular, tienen que ser modificadas teniendo en cuenta las opiniones que se han dado. Por ejemplo ya hay una rectificación que se ha producido hace unos días, de que los ritmos de reducción del empleo estatal tienen que ser más pausados, de manera que se tenga la posibilidad de ocuparse de cada persona, que es en definitiva lo que el sistema ha preconizado, la vocación de ocuparse de cada uno.
Repito, algo que es sumamente importante: la manera como esto se ha tratado, con independencia de las reacciones múltiples, de inquietud, de preocupación, de entusiasmo que pueden haber provocado, indica que la necesidad de producir este tipo de transformación, quizás no los ritmos, quizás no las velocidades, pero las necesidades de producir este tipo de transformación tiene consenso popular.
RC: Hablando de ritmos: sé que el 70% de la tierra que se iba a redistribuir ya está en nuevas manos. Es un proceso muy rápido…
FR: Yo creo que, sin expresar todavía una total satisfacción, porque no se trata solo de distribuirla sino, además, de ponerla a producir, efectivamente ahí tenemos un indicador de determinado avance en la consecución de esas medidas, porque una de las cosas principales que tenemos que resolver es lograr hacer producir esa cantidad de tierra que o bien es improductiva o bien se trabaja ineficientemente, y reducir la dependencia de la importación de alimentos. Yo creo que es un síntoma positivo y, ojalá, podamos trabajar con la suficiente inteligencia, capacidad, a ritmos adecuados, a ritmos que no lastimen a la población innecesariamente, lo cual tiene que ser una preocupación nuestra, de nuestro gobierno, todo el tiempo, y podamos mantener este nivel de ejecución que se da en la entrega de tierras.
RC: Cuba ha sido, desde hace muchos años, un referente cultural muy importante para el resto de América Latina. No solamente por sus indicadores educativos sino, también, por la calidad de sus expresiones artísticas. ¿Puede afectar esta reducción de la participación del Estado en el financiamiento de la cultura la calidad de ésta?
FR: Yo empezaría diciendo lo que no vamos a hacer en ningún caso. Nosotros nunca cobraríamos los espectáculos de gran poder de convocatoria de nuestras excelentes orquestas o nuestras compañías de danza, o nuestras orquestas de música sinfónica y jazz; nunca cobraríamos los precios que se cobran en el resto del mundo. Esas son actividades que nosotros no podemos suponer cobrarlas al costo porque, por lo caras que son, significaría negarle el acceso a un sector importante de la población. Al mismo tiempo, hay algunas de esas actividades que acabo de mencionar, que se subsidian a un extremo que es irracional. Por lo tanto, pueden crecer algunos precios. Nosotros hicimos un experimento durante el festival de ballet que se hace en los meses de octubre y noviembre. El tope de las entradas era de menos de 10 pesos cubanos, lo que es equivalente a menos de 50 centavos de dólar; se fijó el tope en 20 pesos cubanos, que todavía no es equivalente a 1 dólar, y se lograron los mismos niveles de asistencia y de demanda, lo cual quiere decir que hay alguna reserva todavía en los temas de precios y costos, que todavía no significan alterar los niveles de acceso. Esa sería una idea.
Por otra parte, hay servicios esenciales para la comunidad que nosotros no tocaríamos de ninguna manera: los servicios bibliotecarios tienen que seguir siendo gratuitos, los servicios a las casas de la cultura, que son el escenario principal de la relación con la cultura popular, de la relación con la comunidad, de los espectáculos comunitarios. Continuarán siendo gratuitos. Los servicios de los museos, que no son gratuitos, tendrán que seguir a precios módicos, pues nos interesa al ser el contacto directo de la población de la localidad con su propio patrimonio. Tenemos que seguir subsidiando los libros; habrá que seguir haciendo un esfuerzo para que los libros se mantengan asequibles a la población; podemos introducir algunos aumentos de precios, como el mencionado de los espectáculos, pero nunca para alterar esa capacidad de acceso. Al mismo tiempo podemos ahorrar del presupuesto reduciendo la burocracia que tenemos en las instituciones de la cultura; es decir, no afectando al artista, sino reduciendo personal burocrático y, por supuesto, todo el tiempo cuidando de que nadie se quede en la calle, pero la cantidad de personal burocrático que tenemos es tan grande que ahí tenemos, sin duda, una reserva para el ahorro, para buscar más eficiencia, más economía.
Yo creo que podemos hacer esfuerzos para exportar más bienes, servicios y productos culturales con políticas de estudio de mercado, con más agresividad, y a la vez podemos reducir importaciones, y lo podemos hacer sin que disminuya, no solo ya el nivel de acceso, sino sin que disminuya el nivel de actividad. Seguiremos haciendo nuestro festival de cine, nuestro festival de teatro, nuestro festival de ballet, nuestra feria del libro y los libros para esa feria, seguiremos haciendo el Festival del Caribe de Santiago de Cuba; yo creo que tenemos esas posibilidades. Tendremos que hacer ajustes estructurales en el sector; por ejemplo actividades que hoy se manejan desde el presupuesto empezar a manejarlas desde el sector empresarial buscando un mejor equilibrio entre gastos e ingresos; redistribuir mejor, dentro del propio sistema, los recursos que obtenemos en moneda fuerte de manera que podamos garantizar beneficios a las actividades más sensibles que mencionaba anteriormente.
RC: En este proceso de discusión colectiva que se está dando en Cuba, han aparecido voces que, de una u otra forma, tienen posiciones críticas. Por ejemplo, acaba de publicarse un libro colectivo, en el cual participan economistas de la Universidad de La Habana, en el cual se plantea que las reformas están apostando sobre todo al esfuerzo individual y menos por el colectivo, como por ejemplo por la formación de cooperativas, y que esto tendrá repercusiones en el orden de los ideológico, en la medida en la cual profundizará o creara actitudes de individualismo y de explotación de fuerza de trabajo. ¿Qué opinión te merece esto?
FR: Lo primero, que los documentos del congreso del Partido contemplan las formas cooperativas de la gestión, de la producción, como una de las medidas a adoptar durante el proceso. E, incluso, mi lectura –por supuesto, como ha habido una gran discusión hay muchas lecturas de esos documentos- indica que no se trataría solo de un tipo de gestión cooperativa, sino de diversos tipos de gestión cooperativa. Creo que ese es un asunto que va a ser discutido también en los próximos días, que ha sido ya planteado por las personas que han participado en la discusión, que son millones de personas, y sobre el cual habrá un pronunciamiento, en mi opinión favorable en sentido programático. Habrá que ver después cómo lo programático va expresándose en regulaciones y en leyes, es decir, en lo que tiene que expresarse cualquier tipo de decisión programática partidista. A la vez, ese libro que se menciona, que conozco, es un texto muy constructivo, que se mueve en la misma dirección que los debates populares que han tenido lugar, y que sugiere, apunta, analiza y ofrece criterios valiosos que estoy seguro que van a ser tenidos en cuenta en el proceso. Todos vamos a seguir de cerca esas discusiones, y estoy seguro que estas cuestiones de gestión cooperativa van a formar parte de las cosas que se impulsaran en los próximos años.
RC: Pasemos a un tema colindante pero distinto. Los acontecimientos recientes en el mundo árabe nos han mostrado el papel importante de aglutinamiento de voluntades que han jugado las llamadas redes sociales como Facebook, Twitter y otras. Se argumenta con frecuencia que en la isla existen limitaciones en el acceso a Internet precisamente porque se quiere evitar ese tipo de movimientos, sobre todo de la juventud y sus posibles necesidades insatisfechas que, al colectivizarse, generan movimientos que pueden llevar a la desestabilización política. ¿Qué piensas al respecto?
FR: Nosotros tenemos más de un millón de personas con diversos niveles de acceso a la red. Ciertamente es poco pero no es despreciable. La limitación principal que tenemos es de conectividad porque las leyes norteamericanas no nos permiten acceder a cualquiera de las muchas redes de cable que existen alrededor de nuestro país, porque todas son de capital norteamericano. Próximamente debe realizarse, gracias a una iniciativa conjunta cubano-venezolana, el tendido de un cable entre los dos países, ya se está produciendo, incluso hay noticias que pueden perfectamente consultarse sobre ese hecho, que va a multiplicar por muchas veces las posibilidades de conectividad. Y nosotros vamos, con total naturalidad, a esa extensión de los servicios que, por supuesto, tendrá que pasar después de la instalación del cable por la instalación de líneas telefónicas que no existen y de otras redes internas; pero Cuba es un país que está dando el paso de acometer junto con Venezuela una operación de esa magnitud, y no es un país que se opone a que sus ciudadanos tengan Internet ni mucho menos.
Nosotros sí, esa es la verdad, con los problemas de conectividad que tenemos hemos privilegiado el uso social por encima del uso individual. Porque una solución sería cobrar muy caro el servicio por lo caro que nos cuesta, y ofrecérselo nada más que a algunos privilegiados, cuando en realidad, lo que el país ha tratado de hacer, y por eso tenemos más de un millón de personas con determinado nivel de acceso, ha sido establecer los puntos para acceder en instituciones sociales como los Joven-Club de computación, que son centenares de instalaciones que existen en todas las comunidades del país; las universidades, donde los estudiantes tienen toda la oportunidad, de manera restringida por los problemas de la conectividad; otros centros de trabajo, académicos, de estudio y, en general, abriendo a las organizaciones sociales, a las organizaciones de creadores, a las organizaciones de profesionales. Cada vez que se tiene la oportunidad hemos ido abriendo espacios colectivos de uso de la red. Yo creo que es el camino más justo, el que mejor garantiza el acceso; otro camino sería el someter a la ciudadanía a precios exorbitantes que solo podrían pagar unos pocos, y ese camino, desde una perspectiva socialista, no lo vamos a seguir. Se abre, además, una perspectiva muy promisoria con la instalación del cable submarino.
RC: Quisiera que nos refiriéramos a la universidad: se va a privilegiar en el futuro el ingreso a carreras que responden a ciertas necesidades específicas del país, la mayoría carreras técnicas, ingenierías, etc. Probablemente habrá una reducción de estudiantes en el área de humanidades, ciencias sociales y artes. En alguna medida, estas tendencias también se presentan en el marco de las reformas que el modelo neoliberal está impulsando en las universidades del resto de América Latina.
FR: Yo creo que nosotros ajustaríamos la formación de profesionales a las necesidades del país y de los territorios. Es importante decir eso porque la situación puede ser variable según el sitio del país del que estemos hablando. Por supuesto porque es diversa la disposición de los centros de trabajo, de las fábricas, de los institutos de investigación. Yo creo que dar ese paso de articular más claramente las necesidades de la economía y la sociedad con la formación de profesionales dará más garantía de empleo que el hecho de mantener las cosas en la situación en que está y que no se produzca esa articulación que en este momento, efectivamente, tiene muchas insuficiencias. A la vez, yo no creo que esto signifique un abandono de la vocación humanista de la educación cubana, yo creo que vamos a tener los profesionales que necesitemos y no más de los que necesitemos, y que esos profesionales que se seguirán formando, en algunas especialidades en menor cantidad, tendrán que hacer, por supuesto, esfuerzos más notables como trabajadores para suplir lo que hoy pensamos es una carencia, y que no necesariamente lo es, sino que muchas veces puede ser una falta de eficiencia, un uso ineficiente de un profesional, no solo universitario, yo diría también que de nivel medio.
Esa lógica de tener más claras las necesidades territoriales y globales del país, habría que aplicarla tanto a la formación de los estudiantes universitarios como a la formación de los profesionales de nivel medio, que son muy necesarios y que hoy, por ejemplo, no abundan en algunas especialidades. Se deben producir reorientaciones vocacionales, hay que esforzarse porque eso no sea traumático –creo que esa es una de las misiones que tenemos-, hay que esforzarse porque el sistema siga siendo democrático en el sentido que a las personas no le falten las oportunidades y que sea el talento el que determine quién va a estudiar cada cosa; creo que eso es mucho más importante cuando se producen estos ajustes según las necesidades territoriales.
RC: Para terminar: desde el punto de vista ideológico, durante muchos años el marxismo constituyó el referente teórico e ideológico fundamental en la educación; tengo entendido que ha habido transformaciones, modificaciones en ese sentido. Uno podría decir que ha habido una apertura hacia otras corrientes dentro del mismo marxismo y más allá de él. ¿Es cierta esta percepción?
FR: Yo creo que se ha producido, no hace poco sino hace ya algún tiempo, una recuperación de lo que podríamos llamar el marxismo más abarcador; el marxismo no constreñido a la corriente que fue dominante en la Unión Soviética y en la mayor parte de los países socialistas de Europa del Este. Hoy, el marxismo sigue siendo fundamental, pero dentro del propio marxismo somos mucho más abarcadores en términos de la formación en la esfera de las ciencias sociales de nuestros estudiantes. A la vez, hay pensadores no marxistas, corrientes no marxistas que son conocidos y divulgados. El mundo contemporáneo y, en particular, el mundo de las transformaciones sociales de esta época, es un mundo que ha visto cuán diversas pueden ser las fuentes ideológicas de esas transformaciones, y un país en revolución –Cuba sigue siendo y seguirá siendo un país en revolución, un país socialista- tiene que conocer esas fuentes, esas versiones ideológicas del pensamiento de izquierda que no necesariamente son marxistas y que se dan a nuestro alrededor, en naciones que son nuestras hermanas, que trabajan con nosotros por la integración de América Latina, y a mí me parece que toda posibilidad de conocer de manera más abarcadora el pensamiento revolucionario de izquierda siempre va a ser enriquecedora e, incluso, útil en un proceso de transformaciones como el que estamos desarrollando.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
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