La calle y los muros
La voz de los sin voz
12/04/2011
- Opinión
La calle grita más fuerte, mucho más fuerte, que todos los medios audiovisuales hegemónicos. Los muros y las paredes son más expresivos que todos los diarios juntos.
Mendoza.- Son la guarda de la conciencia colectiva de los sin voz, de los millones de anónimos laburantes, estudiantes, proletarios y de la clase media: profesionales, académicos, poetas, plásticos, músicos, actrices y actores, maestras, docentes y doctores.
Todos juntos son ese pueblo innominado en los medios, con identidad propia en la calle y en los muros. Para los oligarcas de todo pelo, es la masa, es la chusma. Son los cabecitas negra, los sin rostro y sin voz.
Las murallas de los barrios mendocinos, en aquel abril de 1972, se llenaron de una breve leyenda: “No pague la luz”; y el día 2 las calles céntricas y aledañas se llenaron con la ira popular, hasta que una semana después la dictadura lanussiana (gobierno militar encabezado por Alejandro Agustín Lanusse entre 1971-1973) tuvo que hocicar sus atropellos. Antes, las calles parieron “el Cordobazo”, “el Rosariazo” y “el Tucumanazo”.
Más atrás, el 17 de octubre de 1944, el día de la Patria sublevada, la calle se llenó de furia libertaria y la Casa Rosada rescató la esencia de la Patria popular y nacional. Fue la calle, siempre la calle, la que vibró por decenas de años, a veces a media voz, con las venas sangrantes, desgarrados los músculos y el esqueleto. Allí se transitó y se enfrentó el lado oscuro del universo: el dios mercado, el altar sacrosanto de las bolsas, Wall Street; la Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina y la Unión Comercial e Industrial de Mendoza, los arzobispados. Después fueron, también, las mazmorras cuarteleras y policíacas de los genocidas de 1976, las complicidades sin uniformes en las empresas, en las corporaciones profesionales, académicas, partidarias y sindicales.
El tiempo corroe la existencia física, que es mortal. El espíritu sobrevive en la conciencia colectiva del pueblo, y es inmortal. Madres, esposas, hijas e hijos, hermanas y hermanos, militantes de la solidaridad, conformaron -desde el dolor y la bronca- una nueva generación de aquella Patria sublevada que tomó la posta de los que cayeron en la lucha.
Las paredes ciudadanas resaltaron con trazos gruesos y firmes un grito de combate: ¡Paz, Pan, Trrabajo! El 30 de marzo de 1982, el terror fue horadado por miles de mendocinos, por muchos miles más de argentinos en todo el país, y entonces la consigna primigenia de la Confederación General del Trabajo (CGT) fue sostén de aquella mayor -¡Asesinos!- que se le enrostraba a los genocidas en sus propias narices. Ya no se animaron a reprimir, ni siquiera el más mínimo gesto represivo. En ellos -los asesinos- el espíritu se había bastardeado en las prácticas terroristas y ofídicas. Se sintieron vencidos por la lucha popular, nada menos, y los llevó a lo peor de la condición humana: la cobardía, que lo fue también cuando mataron amparados por las sombras de la impunidad.
Al fin, Memoria, Verdad y Justicia ganó también las calles, paulatinamente, con cada 24 de marzo. Los organismos de derechos humanos, las Madres, las Abuelas, los H.I.J.O.S., los Ex -presas y presos, la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, el Movimiento Ecuménico, la Casa de la Memoria, los Familiares de Detenidos Desaparecidos, la Asamble Permanente por los Derechos Humanos resumieron una conciencia colectiva alineada bajo aquella consigna de Memoria, Verdad y Justicia; con la determinación del ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!, y todas bajo la convicción de que ¡La única lucha que se pierde es la que se abandona!, como nos repitieron con un pañal en sus cabezas.
Este 2011, en el municipio cuyano de Godoy Cruz, se colocaron placas en la vereda y el frontispicio de lo aún es la Séptima Comisaría policial de ese departamento. En sus muros hoy se señala que allí funcionó un centro clandestino de detención. Esas paredes ahora recordará que nunca más olvidaremos que en ese lugar se torturó y desde allí desaparecieron militantes políticos y sociales. La actriz y familiar de detenidos-desaparecidos, Mariú Carrera, le puso cuerpo a la voz de las recuperadas calles argentinas: ¡Con la lucha estamos ganando verdad y justicia a plena luz del día!
- Ramón Ábalo es Periodista y referente provincial de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre
Fuente: Agencia Periodística del MERCOSUR (APM), Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad Nacional de la Plata, Argentina.
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