Corrupción en la justicia
26/02/2011
- Opinión
Llevada de la mano politiquera, la justicia se ha resbalado hacia la corruptela, audaz extravagancia. El cáncer de la corrupción hace metástasis. Pensábamos que de las ramas del Poder Público la única que no estaba infectada era la Judicial, porque de la Ejecutiva y Legislativa desde hace rato son enfermas terminales. Y es una lástima, porque muchos colombianos aún conservábamos de la justicia una imagen impoluta, de confianza, de credibilidad, hasta cuando por estos días se evidenció que el Consejo de la Judicatura (los jueces de los jueces) se montaron en el «carrusel de las contrataciones.»
Así lo reveló la revista Semana: «En dos años y medio, magistrados de la Sala Disciplinaria del Consejo Superior de la Judicatura les han dado ‘palomitas’ como magistrados auxiliares a cerca de 90 personas (sin contar los magistrados auxiliares que están hoy activos), y gracias a esa ‘palomita’ por lo menos la mitad de ellos, según pudo corroborar SEMANA, se podrán jubilar con pensiones multimillonarias, que le pueden costar al Estado, en total, 140.000 millones de pesos».
El atractivo es el siguiente: normalmente un juez gana un salario de 4 millones de pesos. Si este mismo juez logra que lo nombren en esa Corte antes de jubilarse, así sea por uno o dos meses, quedará con una pensión de más de 12 millones de pesos. La magia de multiplicar los billetes sin sudor en la frente, está en que el sistema judicial goza de un régimen especial. Esto quiere decir que con unos pocos meses de estar trabajando en la justicia, de «haberse ganado la palomita», a la hora de jubilarse, su pensión sumará varias prebendas tales como primas, vacacionen, quinquenios… Y que no se nos olvide, que este gozo correrá a partir de los 50 años edad. ¡Qué Lotería!
Vienen entonces las alertas del Gobierno, advierte que apenas es la punta del iceberg y se le dice al país entero que el sistema pensional está en peligro de colapsar, y que todos debemos apretarnos el cinturón. Por ello hablan de aumentar la edad de jubilación, sin tocar estos regímenes especiales, como tampoco hablan de poner correctivos ni mucho menos de hacer justicia a quienes con leguleyadas roban el dinero público. ¡Pagamos justos por pecadores!
Por fortuna no toda la Justicia está enferma, sólo ésta Corte desprestigia. Abogamos por correctivos. Y la diferenciación es provechosa para el esfuerzo que ha significado tener una justicia que proteja todos los derechos del ciudadano y que bien se ha perfilado después de la movilización social por la Constitución del 1991. Resaltamos esos protocolos, esos procedimientos que garantizan que a todo ciudadano, en la condición que se encuentre, por más bajo que allá caído en la condición humana (de criminal o asesino despiadado), se le respete sus derechos. Así a muchos en su sed de sangre entren en disgusto y prefieran la mano firme o la violencia como si no bastará la suficiente sangra que se ha derramado.
Como no mencionar esos capítulos siniestros en los que los gobiernos perdieron la confianza en la vida, se dieron su licencia para arrasar la existencia humana, para asesinar a ciudadanos en sus cacerías de brujas. Recuerdo el estatuto antiterrorista del Gobierno de César Turbay. Fue una época dura. Muy dura en la que las fuerzas de seguridad irrumpían con desenfrenada violencia en las casas llevándose a las personas que consideraban sospechosas. Mucha muerte, muchos asesinatos, muchas personas inocentes murieron bajo el guante de hierro. Bastaba un simple señalamiento de sospecha de ser subversivo para que agentes encubiertos o no, entraran a una vivienda tumbando puertas y dejando la casa patas arriba, hasta encontrar su objetivo. Muchos son los testimonios de tortura, de asesinatos. Y luego, ni qué decir del emblemático exterminio del partido político de la Unión Patriótica –UP-, más de 3 mil líderes asesinados. Todo producto del repudio de la justicia, de no guardar procedimientos y protocolos de garantía del respeto por los Derechos Humanos, como el fatal diseño del método violento del paramilitarismo, los cuales obraban y siguen obrando detrás del antifaz de la ilegalidad.
A todas estas es preferible salvaguardar lo que socialmente se ha construido de Justicia, rodear lo que nos garantiza los derechos ciudadanos. Es la posibilidad de estar en la diversidad de pensamiento, así muchos estén tentados por la sed de violencia.
- Mauricio Castaño H. es Historiador
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 244, Semana del 25 de febrero al 3 de marzo de 2011, Corporación Viva la Ciudadanía.
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