El ¿fin? de otra larga noche
27/02/2011
- Opinión
Después de 37 años, los gobiernos de Argentina y Paraguay celebraron el pasado 25 de febrero la elevación a cota 83 de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), con la que declararon “oficialmente concluidas” las obras del complejo hidroeléctrico.
A lo largo de sus casi cuatro décadas de historia (1973-2011), la represa fue causante de incontables e irreversibles daños ambientales, sociales, culturales y a la salud de los pobladores de estas tierras.
Según datos de la EBY, desde principios de la década de 1980 a la fecha, 17 mil familias de Argentina y Paraguay -que representan un horizonte poblacional aproximado de 80 mil personas- fueron desalojadas de sus lugares originarios y reubicadas en distantes complejos habitacionales.
Organizaciones de afectados estiman sin embargo que fueron más de 30 mil las familias directamente damnificadas en ambos márgenes del Paraná, ya que la cifra oficial no incluye a miles de núcleos familiares que residían y trabajaban en zonas costeras y pese a ello, no fueron contemplados por el organismo binacional.
En ese sentido, apuntan que cientos de familias rurales de Argentina y Paraguay fueron forzadas por el Comité Ejecutivo de la EBY a la “autorelocalización asistida”, que les otorgó irrisorios montos “compensatorios” por la actividad productiva que desempeñaban.
De acuerdo con registros censales del organismo binacional, el proyecto hidroeléctrico destruyó a 1.830 familias y/o establecimientos productivos (olerías y tejerías) localizados en áreas periurbanas y rurales de las zonas incluidas dentro de la poligonal del embalse de Yacyretá. De ese total, 543 (29,7%) correspondieron a la margen Argentina y 1.287 (70,3%), al Paraguay.
En cambio, los registros de las organizaciones de afectados dan cuenta de que los sucesivos aumentos de cota ejecutadas por la hidroeléctrica ocasionaron la destrucción de más de 3 mil unidades productivas.
Yacyretá significó además la pérdida de patrimonio histórico y cultural de Posadas y Encarnación. En la Capital provincial, la ex estación de trenes y el Puerto de Posadas -piezas fundamentales de nuestro pasado- quedaron bajo las aguas.
Mientras que en Encarnación, desapareció la Zona Baja, símbolo histórico del comercio popular fronterizo. En su reemplazo, la EBY construyó el “Nuevo Circuito Comercial”, en el que fueron contemplados apenas una parte de los afectados, dejando fuera a cientos de pequeños comerciantes que desarrollaban su actividad en el anterior sitio.
Relocalizados
En Misiones, Argentina, la población damnificada fue reasentada en cinco conjuntos Habitacionales: el barrio A-3.1 “Virgen de Fátima” en el municipio de Garupá; y los barrios A-1 “Yohasá”, A-3.2 “Nuestra Señora del Rosario”; Barrio A-4 “Nueva Esperanza”, y “San Isidro”, en Posadas.
Mientras que en Encarnación, Paraguay, se levantaron ocho complejos de viviendas, cinco en el municipio de Encarnación: Buena Vista, Los Arrabales, Itá Paso, San Pedro, y San Isidro; dos en Cambyretá: Arroyo Porá, y San Francisco; y un asentamiento en Carmen del Paraná.
El desarraigo y ruptura del tejido social que representó la desaparición y destrucción de los barrios ribereños de Argentina y Paraguay, constituyeron fuertes impactos psico-emocionales para las familias relocalizadas.
Desde la Asamblea Binacional de Afectados por la Represa de Yacyretá estiman que 160 personas que fueron desalojadas compulsivamente por la entidad se suicidaron o “dejaron morir” en los últimos diez años por no soportar el violento cambio de vida al que fueron obligados.
Asimismo, los Centros de Atención Primaria de la Salud que funcionan en los asentamientos urbanos creados por la EBY en Argentina y Paraguay asisten diariamente a pacientes con cuadros de depresión severa, estrés, alcoholismo y otras patologías ocasionadas por el desarraigo.
Inundaciones
Como consecuencia de la suba del embalse a cota 83, 166.600 hectáreas de tierras fértiles y altamente productivas quedaron bajo agua en las costas de numerosos pueblos de Argentina y Paraguay.
Las zonas inundadas constituían ecosistemas de gran diversidad biológica que albergaban especies endémicas de fauna y flora y hábitats ancestrales de comunidades indígenas.
Cerca de 500 familias Mbya Guaraní de Misiones (unas 2.400 personas) de 19 Comunidades (20 por ciento del total de las Comunidades asentadas en la tierra colorada) sufrieron reducción significativa de sus territorios por la suba en el nivel de las aguas. Además, padecieron la pérdida de espacios sagrados como cementerios y opys (templos).
Enfermedades
Aunque lo nieguen desde Salud Pública, Yacyretá y la Universidad Nacional de Misiones (en su mayoría científicos pagados por la EBY), existe una realidad incuestionable que por lo menos deja lugar para serias dudas acerca de la vinculación entre la represa y enfermedades reemergentes en la región: desde 1994, cuando subió el nivel del río a cota 76, reaparecieron con fuerza en la provincia enfermedades que se creían erradicadas: leishmaniasis, paludismo, fiebre amarilla, leptospirosis y dengue.
La microbióloga y bioquímica Yolanda Echagüe, responsable del laboratorio provincial de leptospirosis, atribuye el aumento de la casuística de estas enfermedades “al desequilibrio ecológico provocado por las represas y el desmonte”. En una entrevista reciente expresó: “Me asustan los proyectos que significan alteraciones a las condiciones ambientales. Ya lo estamos viendo con enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla y las parasitosis como la leishmaniasis, que están instaladísimas; y hay que estar atentos con la esquistosomiasis, porque estoy convencida de que en cualquier momento comenzarán a aparecer casos en Misiones” (El Territorio. 24 Agosto de 2010).
Oscura luz
Para finalizar, valen algunas reflexiones. La terminación de obras de Yacyretá, ¿realmente significa el fin de esa otra larga noche, oculta bajo la artificial luz del progreso y el desarrollo?
A la vuelta de la esquina, acechan nuevas amenazas represivas/represeras para la región.
Sin haber contemplado en ningún momento la necesidad de consultar a los pueblos de Misiones y Corrientes -y en el caso de nuestra provincia pisoteando el plebiscito de 1996, a través del cual el 90 por ciento de la ciudadanía rechazó más represas “en cualquiera de sus emplazamientos”-; la presidenta Cristina Fernández de Kirchner resolvió junto a su par de Brasil Dilma Rousseff en agosto de 2010 la construcción de las centrales hidroeléctricas de Garabí y Panambí.
Y lo ratificó en el acto del 25 de febrero en Posadas, cuando resaltó “la necesidad de seguir haciendo obras que generen energía. Porque sin energía no podemos crecer, y si no crecemos no hay trabajo”.
Que la experiencia de Yacyretá sirva de lección para los misioneros. Caso contrario, la larga noche de las represas, iniciada en 1973 con la EBY, sólo seguirá alumbrando más dolor y muerte para nuestros pueblos.
- Sebastián Korol es Co-director Revista Superficie - www.revistasuperficie.com.ar
https://www.alainet.org/es/active/44717
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