La diplomacia oficial y la militar
09/02/2011
- Opinión
Entre los 250,000 documentos de Wikileaks, habría aproximadamente 1,000 cables dirigidos por diversos funcionarios diplomáticos al Departamento de Estado, relacionados al Perú, a sus instituciones y funcionarios. De ellos, se han conocido menos de 10 que generaron diversas declaraciones del canciller García Belaúnde y luego del presidente García por comprometer a las FF.AA, al Plan VRAE, a la situación de SL-Proseguir, pero seguramente el que más dolió al ego presidencial fue el referido a su persona.
Primero, fueron oficialmente calificados por Torre Tagle de chismografía, pero luego el presidente García atacó y calificó de “muy baja calidad de diplomacia”, golpeando duramente a la oficina de la Sra Hillary Clinton. ¿qué repercusiones tienen estos dimes y diretes?
El principal impacto de los cables de Wikileaks ha sido el de distanciar las relaciones oficiales y diplomáticas con el Departamento de Estado en Washington, para no aceptar por ejemplo, las presiones americanas para objetar la propuesta de Bolivia en relación a la coca (ante la ONU). Es indudable, que los cables de Wikileaks en el Perú han distanciado a Torre Tagle con el Departamento de Estado en Washington.
Pero no sucede así con la otra diplomacia, relacionada a las organizaciones militares y policiales de EE.UU y el Perú, que se encuentran en un evidente período de efervescencia y crecimiento. Es el caso del Comando Sur, del Grupo Consultivo Militar en Lima, del Narcotics Affairs Section (NAS), la propia CIA y la DEA. El Perú tiene una larga historia de mantenimiento de dos canales diplomáticos con Washington, incluso desde antes del período del dominio de Montesinos en los años 90. La ruptura producida al final del gobierno de Fujimori se reestableció con Toledo y se consolidó con García (2006-2010) y explican nuestra dependencia política y financiera en el tema drogas y narcotráfico. Lamentablemente, en estos años, las autoridades y entidades pensantes en nuestras FF.AA (CAEN, INAEP), no han sido capaces de reflexionar este asunto.
Veamos por un momento cual es la distribución de la cooperación de EE.UU al Perú para el año fiscal 2010. Un total de US$ 166 millones, que incluyen rubros diversos como medio ambiente (US$ 14.4 m), salud (US$ 16.5 m), educación (US$ 9.6 m) y crecimiento económico (US$ 9.4 m), a través del USAID. Ahora vamos a la “carnecita”, es decir la cooperación policial y militar destinada a combatir el denominado “narco terrorismo”: US$ 70.3 millones para cooperación antidrogas y US$ 27.8 millones de ayuda militar. Sobre el primer monto, hay US$ 38 millones para operaciones de interdicción con las que se suele erradicar 12,000 hás de coca. Sobre el segundo, tenemos US$ 32.3 millones para sustentar el desarrollo alternativo y el “modelo San Martín”, donde curiosamente ya no hay mayormente coca, pues esta se ha asentado en el VRAE y en Monzón, Huánuco.
En los primeros dos meses del verano del 2011, el Perú ha recibido la visita de tres importantes funcionarios norteamericanos: del 12 al 14 de enero estuvo el Secretario de Marina Ray Mabus, quien luego llegó a la frontera peruano colombiana visitando las instalaciones en “El Estrecho” y la Escuela de Operaciones Ribereñas, en la Base Teniente Clavero (Iquitos), semanas después que se habían realizado las operaciones y ejercicios militares Per/Col 2010. El 21 de enero, llegó a Lima el Zar Antidrogas Gil Kerlikowske, quien se reunió con autoridades peruanas encargadas de la interdicción. Finalmente, el 7 de febrero estuvo el Jefe del Comando Sur, Donald Fraser.
Una lectura analítica de todas estas visitas político-diplomáticas, nos dejan dos conclusiones fundamentales. El primero, es el compromiso real del gobierno peruano de comprometer a las FF.AA peruanas en la lucha antidrogas, bajo distintas modalidades y en dos regiones del país: la frontera del Putumayo a cargo de la Quinta Zona Naval y en el VRAE, a cargo del Comando Conjunto y principalmente el Ejército.
Sin embargo hay algunos aspectos que deben meditarse sobre todo considerando los retos y tareas para el próximo gobierno. El primero es el enorme riesgo que nos terminemos comprometiendo progresivamente en el conflicto armado colombiano y en el segundo, en el VRAE el enorme riesgo aceptado por las propias autoridades diplomáticas norteamericanas asentadas en Lima (ver cable wikileaks), de la corrupción generalizada que se produce en los funcionarios policiales y militares en el VRAE. Lamentablemente, la anterior administración de Toledo constituyó el inicio del resurgimiento de las relaciones amplias de Perú con EE.UU, particularmente en el campo policial militar.
Fuente:
https://www.alainet.org/es/active/44254?language=es
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