Angelina o la estructura significativa estética del reformismo liberal

28/12/2010
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Este trabajo constituye un acercamiento sociológico literario sobre el rol que desempeña “Angelina” como producto estético, y su inserción en la sociedad  hacendaria que antecede a la nueva sociedad mercantil e industrial del capitalismo monopólico que propugna el proceso de Reforma Liberal.
 
Se trata de aplicar ciertos elementos del método de Lucien Goldamnn denominado “Estructuralismo genético”. El análisis trata de establecer una estructura literaria que mediante la homología social se percibe la perspectiva de comparación entre la estructura social real y la estructura social en la ficción como reflejo una de la otra, de acuerdo con el pensamiento de origen marxista.
  
La historia de un nacimiento tardío
Entorno político de un hecho literario (1870-1900).
 
Centroamérica, a pesar de la desintegración post-independentista y morazánica, ha venido luchando entre procesos de Reforma y Conservadurismo (como un hecho fenomenológico más perceptible), ya que hasta ahora no se ha configurado una historia que refleje un hondo proceso revolucionario gestado desde la conquista en una permanente lucha clasista que, hoy por hoy, caracteriza el proceso político ‘convulsionador’ de Liberación Nacional.
 
La historia que vamos a abordar, realmente será de descripción con relación a las contradicciones de tipo no antagónico de las clases sociales dominantes hondureñas; y tal como sucede en la actualidad, veremos de qué manera el proceso político (que aludimos) de un país incide en otro directa o indirectamente.
  
Endogénesis de base
 
El ideólogo de este proceso reformista sabía con absoluta certeza que el país (eminentemente agrario y ganadero) no podía dar el salto cualitativo de un modo de producción semifeudal a uno de tipo capitalista –tal como era el sueño de las burguesías latinoamericanas-, por lo tanto, su propuesta o proyecto político-económico se basaba en dos objetivos fundamentales, tal como lo señala con alguna duda el chileno Juan Arancibia: impulsar el desarrollo de una Economía Mercantil y generar un Estado Nacional.
 
De allí que se plantea coherente con una clase terrateniente y ganadera, generatriz de una economía agrícola anárquica y desfasada, un desarrollo agrícola como ‘único ramo de industria’ que alentaría la prosperidad de la república, o sea de la clase social terrateniente y ganadera.
 
Estas medidas reformistas de base (así el calificativo que le asigna Longino Becerra[1] ) fueron conducentes del ideal de afianzar y proteger aquella clase social que mencionamos. Por esa razón, se propendió a:
 
1.   Reasignar tierras con fines productivos concretos.
2.   Extender nuevos títulos de propiedad a los solicitantes de tierras nacionales para formar fincas más extensas.
3.   Fomentar cultivos que diversificaran la producción agrícola: café, azúcar, jiquilite, cacao, etc.
4.   Exonerar de pago de derechos aduanales sobre herramientas, maquinarias, abonos, semillas, etc.
5.   Aportar una mano de obra necesaria para las empresas agrícolas, mediante el registro de personas (jornaleros) que Gobernadores políticos, municipalidades o alcaldes auxiliares llevarían a cabo para proporcionárselos a los agricultores.
6.   Exonerar del servicio militar y de cargos concejiles a los agricultores que por lo menos cultiven “cinco manzanas de café, diez de caña de azúcar, ocho de jiquilite o igual número de cacao”.
 
No se necesita ser un especialista de estudios económicos para ver de qué modo la Reforma Liberal alimenta, estimula y protege a una específica clase social dominante hondureña.
 
Este modelo de producción será la base de un aparato productivo de desarrollo hacia fuera que es muy común en el continente, con las salvedades y diferencias del caso.
 
Era evidente que el Estado se reestructurara y planteara esas aspiraciones en su nivel de legalidad, es por ese motivo que en la Constitución de 1880, y en el artículo 25, los reformadores propusieran:
 
“El estado proveerá todo lo conducente al bienestar y adelanto del país, fomentando el progreso de la agricultura, de la industria y del comercio; de la inmigración, de la colonización de tierras desiertas, y de la construcción de caminos y ferrocarriles, de planteamiento de nuevas industrias y de establecimiento de instituciones de crédito; de la importación de capitales extranjeros, y de la explotación y canalización de ríos, lagos, por medio de leyes protectoras de estos fines, y de conseciones temporales de privilegios y recompensas de estímulos…”.
 
Jurídicamente se afianza el reformismo capitalista, y se deja escrita así la ideología de tipo ‘desarrollista’ liberal de la reforma planteada por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa. Más adelante extraeremos de estos párrafos como y de que forma el positivismo está inscrito en el artículo 25 de la constitución señalada.
 
Para efectos de coherencia total, en 1878, se firmó en Nueva York (norte cultural, económico y político de casi todos los pensadores positivistas hispanoamericanos, cuestión que Leopoldo Zea lo sugiere  en su libro El Pensamiento Positivista en Latinoamérica) un contrato con George Downing para que dirigiera en Tegucigalpa la Casa Nacional de la Moneda. Estos legisladores empiezan a echar las bases de una economía de exportación; para el caso hacia 1888, el total del valor exportado alcanzó un 2.7%.
 
Consecuentemente con lo anterior, un periódico de tipo oficial “La Republica de Honduras”, anota la siguiente noticia:
“DESASTRES MARITIMOS”. -El tiempo ha sido horroroso en nuestra costa norte. Octubre ha debutado con lujo de huracanes y temporales. Los desastres marítimos han sido de consideraciones lamentables, en parte, para nuestro comercio. Con fecha de ayer 10, recibimos de Trujillo el siguiente telegrama: ‘Acaba de fondear el vapor Hewes. El Marco Aurelio llegó a la Habana con algunas averías, y perdiendo de su cargamento sólo 24 reses. El Guillermo se fue a pique con el ganado del Sr. Julipa. El tiempo sigue muy malo’”.
 
Este periódico es de octubre de 1881. Se observa entonces que el comercio hacia el exterior se iba configurando con las debilidades del caso, y responde así a aquella visión de la exportación agrícola-ganadera o minera.
 
Así pues, el gobierno terrateniente-burgués comenzó a construir carreteras para facilitar las exportaciones y las importaciones, haciéndolo por el mar del sur, en donde Amapala se constituía en el centro vital del comercio de importación y exportación nacional. En el año mismo de la noticia que apuntamos se principió a construir la carretera del Sur (que aún hoy no se termina de pavimentar modernamente).
 
En 1884 se recobra el ferrocarril y se toman medidas para operar en la región. En el balance de este tipo de relaciones económicas se puede notar el profundo desequilibrio que desde aquella época arrastra la economía del país. Así, en un momento de la investigación de Chocano Molina, expresa cómo hacia 1882 la generación de ingresos fiscales arrojaba un déficit del 86.78% por importaciones, mientras que el nivel de las exportaciones llegaba a 13.22%.
 
Los ideólogos reformistas siempre fueron partidarios de imprimir un sello de desarrollo capitalista a sus países, para lo cual tomaban como modelo la economía norteamericana, y creían –no con ingenuidad como podría pensarse- que incorporando un nuevo capital y de ascendencia extranjera nórdica, se podría con el tiempo dar el salto soñado por la burguesía nacional.
 
Veladamente, ese pensamiento fue impreso en la Constitución de 1880, pues se trataba de estimular la inversión extranjera para desarrollarse como burguesía criolla; veamos ahora de qué manera ‘Reformismo’ y ‘Constitución’ se configuran en una unidad. El artículo 25, capítulo IV de la mencionada Carta Magna, manifestaba:
 
“Ningún extranjero es más privilegiado que otros. Todos gozan de los derechos civiles del gobierno hondureño. En consecuencia pueden comprar, vender, tocar, ejercer industrias y profesiones; poseer toda clase de propiedades y disponer de ellas en la forma prescrita por la ley” (El subrayado es nuestro).
 
Antes de comprobar aquella unidad de que hablamos, se debe anotar que tal precepto legislativo es falso, y cubre unas apariencias peligrosas para la soberanía nacional, para el equilibrio clasista interno, para la independencia política pues ‘comprar o vender toda clase de propiedades’ en el país a manos de extranjeros inversionistas de tipo imperial (norte de las relaciones económicas internacionales) suscita -como de hecho sucedió- una profunda herida en el corazón de la independencia social, cultural, política y económica de Honduras.
 
En 1880 se concretiza el sueño.
 
La compañía “The New York and Honduras Rosario Mining Company” con un total de 50 mil acciones empieza su explotación minera en el país. Marco Aurelio Soto pasó a ser uno de los principales propietarios de la Compañía, y entonces otorgó las siguientes excensiones:
 
1.   Impuesto por importación de maquinaria o materiales propios de la explotación minera.
2.   Impuesto de exportación por mineral extraído.
3.   Impuestos municipales y nacionales de cualquier tipo.
 
Tal vez por eso es que Chocano Molina escribe con cierta ingenuidad: “La minería pasa a convertirse en uno de los ejes fundamentales del Proyecto Económico de la Reforma, apoyado en la plena apertura al capital y a la tecnología extranjeros”. Esta minería se desparramó por todo el país como una peste, formando centros de explotación humana, en donde la tuberculosis fue uno de los males más directamente observables. Fueron famosas las minerías de Agalteca, de la zona central, del Paraíso, Santa Bárbara, etc. El país se abrió como una hermosa prostituta a todo ‘inversionista que fuese capaz de traer civilización para combatir la barbarie’. No es nada gratuito que al renunciar Marco Aurelio Soto a la Presidencia de la República (como otros de su misma ideología igual que el Presidente Bográn) la haya presentado desde su refugio en New York.
 
El salto espiritual o el entorno cultural
 
Pese a que la revolución morazanista haya declarado laica la educación nacional, el subterráneo de pensamiento pedagógico siguió vigente de acuerdo con las normas educativas españolas escolásticas.
 
Así entonces, aquellas acciones modernizantes en la infraestructura, deberían repercutir en la super-estructura del país. El primer ataque contra la heredad española verdaderamente efectiva la realiza Ramón Rosa, cuya intención era demoler el escolasticismo e imponer una filosofía positivista en la visión de la educación hondureña. La educación de carácter científico fue la preocupación pedagógica de Rosa, por eso propuso unos principios en la enseñanza pública, en cuya base trató de erigir un nuevo tipo de pensamientos, nos referimos a la laicidad, la gratuid y la obligatoriedad, mismas que fueron insertas en el nuevo código de Instrucción Pública. Y como corolario de esta actividad se fundó la Biblioteca Nacional que servía de centro de investigación y consulta científica. El archivo Nacional propendió a salvaguardar la cultura criolla, la documentación de la Historia, etc. Por vez primera se institucionalizaba un colegio de enseñanza superior para mujeres. Un periódico que difundía el pensamiento reformista y positivista de la época, se denominó “La Paz”, que era coherente con el sentido primario de orden y progreso positivista. Hubo becas para que estudiase la juventud, se reformó el plan de estudios de universidad; y además, se organizó en esa época la Primera Exposición Nacional con el objetivo de conocerse la idiosincrasia del país.
 
Por otra parte, se trajo al país un nuevo elemento que cohesionara aquella febril actividad de reforma; por ejemplo el poeta Joaquín Palma era el secretario privado del Presidente Soto.
 
Los generales de la independencia cubana Antonio Maceo y Máximo Gómez colaboraron con el gobierno. Se incentiva la actividad oratoria y es precisamente el jurista Adolfo Zúniga el director del periódico oficial. El romanticismo literario afluye en aquellos nuevos periódicos, incorporándose a la actividad los nuevos poetas románticos Manuel Molina Vigil, Alberto Uclés, Ramón Reyes, Rómulo E. Durón y el escritor Esteban Guardiola. Se emiten nuevos códigos como el civil, el penal, el de aduanas, el de procedimientos, el de comercio, etc.
 
En los periódicos se escriben crónicas sobre actividades culturales de todo tipo ya fuesen nacionales o internacionales, fuesen sobre Montalvo, o sobre Mr. Gambetta que en París dicta una conferencia donde se ataca la religión católica y su método escolástico de enseñanza. Se publican poemas de autores extranjeros que inciden ideológicamente con el que hacer cultural de la época, como el reproducido en el periódico “República de Honduras”, que se titula “A la Ciencia y a la Paz” de Manuel del Palacio, oriundo de España, con ocasión de inaugurarse un Ateneo en Gijón, cuya base argumental es de acepción positivista y del cual destacamos apenas unos versos:
 
“Casi desde que nací
Por el progreso peleo…
...
Si, el ansia de trabajar
Une el ansia de saber…
...
Sin ver que en nuestra existencia
Lo sólo eterno es la ciencia,
Lo sólo grato es la paz…
...
Ciencia, cuyo amor sincero
Logra la sin par conquista
De hacer un Dios de un artista,
Un magnate de un obrero…
...
Que  no disculpe el amor
El hombre se hace mejor
Conforme el progreso avanza…”
 
El pensador Justo Sierra, representante del Positivismo mexicano también era difundido en el país, este pensaba que se necesitaba transformar mental y socialmente a México, si se quería sobrevivir en la gran lucha por la vida, en la que además sólo sobrevivirían los más fuertes. Creía Sierra que los viejos intereses del clero y la milicia española eran los obstáculos que se oponían al progreso. Su poema Criolla, de alguna manera recoge el ideal estético de la mujer de la época: “Aún te estremeces y palpitante/tu aliento puro llega hasta mí/en el Oriente la aurora nace/cinta escarlata sobre el turquí”.
Hay que destacar que en Honduras, el Romanticismo nace con el proceso de Reforma Liberal tal vez por que este mismo, implica un proceso de cierta libertad. En América, Reformismo y Positivismo se juntan para dar cabida a un Realismo Naturalista, como sucede en Argentina, por ejemplo, puesto que este último significaba el planteamiento estético de la realidad observable tal como lo deseaba científicamente el positivismo.
 
Adolfo Zúniga en una carta escrita a José Joaquín Palma, en 1881, hacía su planteamiento estético como visión del mundo:
 
“El sublime mundo de lo ideal no es menos real
y positivo que el mundo de la materia, que
cae bajo el dominio de los sentidos. Esto
explica el porqué aún los pueblos más
positivistas, más fríos, más calculadores,
más prosaicos, prodigan su oro y sus aplausos
y tienen la más orgullosa estimación por
sus poetas. Díganlo si no Bryant y Logfelow
en los Estados Unidos de América”.
 
Así lo cree también Arturo Alvarado en su ensayo “Trayectoria de la Poesía de José Antonio Domínguez” quien piensa antes bien, que este reformismo levanta dos banderas paralelas que son el Positivismo y el Romanticismo.
 
 
El positivismo rosiano hondureño
 
Es entre los años de 1860 y 1880 que el positivismo europeo cala fuertemente en el pensamiento latinoamericano, asumiéndose los planteamientos teóricos de Litré, Comte y Spencer como las máximas autoridades de esta filosofía. Hay que indicar como este pensamiento va penetrando a América Latina que se debatía en guerras inter-vecinales: Perú, Bolivia, Chile, Paraguay y Brasil en el cono sur del continente, y Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua en el istmo centroamericano, mientras que el norte estaba dominado por la voracidad de EE. UU. sobre México que en esta oportunidad pierde una tercer parte de su territorio.
 
Pese a tales expectativas políticas, todas las burguesías coincidieron en buscar una salida a sus propias necesidades y potencialidades sobre grandes temas que emergían de sus particulares realidades, nos referimos a la educación, la raza, el estado, la industrialización, el territorio, la herencia colonial, etc.
 
Muchos de estos intelectuales fueron alumnos directos de Comte, Litré o Laffite; mencionamos para el caso a Jorge Lagarrogue (chileno) Miguel Lemos (brasileño) el mismo George Washington o el chileno Lettelier.
 
Muchos de ellos leyeron el trabajo comteano Sistema de Política Positiva, o el Curso de Filosofía Positiva, directamente en francés. Gran cantidad de adeptos del positivismo se subdividen en la confrontación Litré-Comte, cuando este último se propone fundar la religión de la Humanidad, en el que él era Sumo Sacerdote. Dividido en dos momentos esta filosofía, la científica y la metafísica, muchos autores latinoamericanos como era de suponerse asumieron solamente la parte primera de tal pensamiento.
 
Ciencia, verdad, progreso, orden fueron los alimentos subterráneos que subsidiaron el pensamiento positivista hispanoamericano. Y cada grupo de pensadores en cada país hizo la aplicación correspondiente para solucionar los problemas que en el párrafo anterior mostramos.
 
Pero, entre otros, hay lugares comunes de este pensamiento y por lo general hubo muy pocas divergencias sobre su concepto de ciencia y sociedad que era la base de sus preocupaciones.
Trataremos de sintetizar suscintamente en numerales y nombres este pensamiento para ver como entronca o engarza el pensamiento positivo de Ramón Rosa.
 
1.   José Victorino Lastarria (chileno) piensa:
      La misión del estado es “La de representar el principio del derecho en la sociedad, tanto en su relaciones exteriores, empleando la fuerza cuando sea necesario defender ese derecho, como en lo interior, para facilitar a la sociedad y a cada uno de sus miembros las condiciones de sus existencia y desarrollo”.
 
2.   Mariano Cornejo del Perú, dice:
      “Hemos heredado la timidez de carácter de la raza aborigen, raza esencialmente débil de ánimo, como consecuencia de su gobierno fanático; que siempre la superstición y el fanatismo destruyen el carácter”.
 
3.   Gabino Barrera de México, alega:
      Mostrar la verdad es “el más seguro preliminar de la paz y el orden social, porque él pondrá a todos los ciudadanos en aptitud de apreciar todos los hechos de una manera semejante”.
 
4.   Alfredo Ferreira de Argentina, exigía:
      “El alumno de escuela sólo deberá estudiar directamente las cosas, los seres y los hechos naturales de la región en que vive”.
 
A estos pensadores se unen una enorme cantidad de intelectuales, novelistas, poetas, estadistas, etc., que de una u otra manera coinciden ideológicamente. La idea del progreso, en Europa, pertenecía a una burguesía industrial que no necesitaba fundarse ni crecer, si no reafirmarse como ideología dominante. Spencer que creía a la sociedad un ser orgánico (el organismo social) fue invocado por el dictador mejicano Porfirio Díaz para impartir el orden y el progreso.
 
La burguesía europea (la inglesa y francesa en plena efervescencia) necesitaban de la paz y la concordia para aumentar sus fronteras económicas, ideológicas y políticas. La presencia del cónsul Chatfield y Wyke en Honduras es la evidencia de aquella política y aquella filosofía. Todos, absolutamente todos estos intelectuales (más no filósofos) tienen como modelos de desarrollo social a Francia, Inglaterra o Estados Unidos.
 
En términos generales, el positivismo fue la filosofía de la burguesía criolla que necesitaba afianzarse nacionalmente, desarrollarse económicamente, legalizarse a través de una teoría del estado acorde con sus intereses, educarse para mantenerse a la altura del pensamiento contemporáneo, y por último, identificarse políticamente, o equilibrarse desde la perspectiva de una ciencia neutral, tal era la plataforma del positivismo.
 
Ramón Rosa se encuentra en la encrucijada de manipulación del pensamiento idealista-burgués que había preconizado en Europa la contradicción barbarie-civilización. Trampa donde cayeron casi todos los positivistas americanos. Pues no era su intención si no refrendar una ideología colonial, que consistía en proponer a los estados desarrollados como la civilización, y los que no tenían la misma altura de avance infraestructural, eran salvajes. La ilustración había adelantado ya ese pensamiento. El positivista Gabriel René Moreno como todos asumió así (lo universal para este problema) ese conflicto: “el indio no sirve para nada. Pero representa, eso sí, en Bolivia, una fuerza viviente”.
 
Rosa propone en su artículo “Reforma no es una promesa” que es necesario reaccionar contra la legislación ‘vetusta y bárbara’ para ponerse al día con el espíritu de la época. Asimismo expone que la instrucción es un fin científico para garantizar las condiciones de independencia y progreso del Estado; considera una necesidad social el principio de la instrucción, tal como lo requería el positivismo que basaba su planteamiento en la proposición de la sociedad como organismo superior, a la cual el individuo debería supeditarse.
 
Es en su “Discurso en la Apertura de la Universidad Central de Honduras”, donde Rosa desarrolla con mucha soltura su pensamiento positivista, señalando aquellos tres estados propuestos por Comte: Mítico, Metafísico y Científico.
Al explicar a la concurrencia el estado científico expresa Ramón Rosa:
 
“La ciencia positiva busca hechos
observables, y esto no entraña ningún
materialismo repugnante;  la ciencia positiva
es humilde, tiene en cuenta la flaqueza de
nuestras fuerzas y sólo aprovecha los medios
naturales de observación (…) Litré, el
sucesor de Augusto Comte, el admirable sabio
positivista, no ha negado a Dios  (…). La
ciencia positiva no es una ciencia de
negaciones; es, en mi sentir, lo que debe
ser, una ciencia de afirmaciones (…) la ciencia más profundamente moral, más profundamente religiosa”.
 
Sobre esta base Rosa va planteando aquella separación entre Religión y Estado, la obligatoriedad de la instrucción primaria para el orden y el progreso, para la proclamación de una república de libertad y de derecho; refiere a Estados Unidos como ejemplo de instrucción pues allí se “ha fortificado el buen sentido de todas las clases sociales”; más adelante bajo el criterio de organismo aborda la necesidad de un código de inspección y dirección, y llama la atención sobre el pasado reciente de las ‘irrupciones salvajes’,  de las ‘turbas incultas azuzadas’ que aún se conservan en la memoria: ¡los indios! y afirmaba: “¿Sabéis de donde salieron aquellos nuevos vándalos que llevaban por doquiera la destrucción y la muerte? Salieron de la ranchería salvaje, en donde aprendieron a matar y a rugir como fieras, y a tener sangrientos festines como los de los cuervos”.
 
Arengaba en este discurso para estudiar las ciencias políticas y administrativas, para consolidar al país en el aumento de sus recursos en aras del progreso y la respetabilidad. Defendiendo su gobierno, manifestaba que en cinco años se han amortizado las deudas, su énfasis lo ponía en el fomento de la industria, de la agricultura del comercio, respetándose la propiedad.
 
Refería en su opúsculo, cómo se habían importado profesores solidamente preparados, se había impulsado la Facultad de la Medicina y Cirugía, como así mismo la de Farmacia. Consideraba que la Facultad de Ciencias Naturales era de primerísima importancia, dado que el mundo se movía por los adelantos de la industria. Para él, la ciencia es la fuente de la riqueza y del bienestar de los pueblos. Producción está unida a Ciencia. La Moral también mantiene su conexión fundamental con la Ciencia, porque ello conduce a la regeneración (Planteamiento comteano), pues se está en una época de rectificación. Cuando haya dado la ciencia sus frutos, entonces el país estará en posesión de la civilización.
 
Finalmente realiza una apología de Estados Unidos de América. De quien dice:
 
“Los Estados Unidos que, desde su capitolio,
en fuerza de ideas y trabajos expansivos,
llevaron a todos los pueblos la libertad de
adorar sus dioses y profesar sus cultos, la autonomía de sus gobiernos, y la riqueza y la abundancia producidas por sus legiones de industriales”.
 
Hasta aquí más o menos este breve repaso del positivismo en Honduras, personificado por su único ideólogo Ramón Rosa, y que constituye un hito nacional para la burguesía como para el proceso de formación de la cultura y la literatura hondureña. Realmente, de acá arranca nuestro quehacer estético más connotado.
 
 
Angelina o la estructura significativa estética del reformismo
 
Bien se puede afirmar -partiendo de Lukacs- que la novela es producto del desarrollo de una sociedad burguesa capitalista.
 
Angelina, no pudo haberse escrito antes. Goldmann, por otra parte, enriqueciendo la labor de su maestro, piensa que la novela es “la transposición al plano literario de la vida cotidiana en la sociedad individualista nacida de la producción para el mercado”, en donde prima el valor de cambio sobre el valor de uso. Lenguaje y narración adquieren una posibilidad de concretizar una visión de mundo, en donde se refleja un ‘universo autónomo de objetos, con su estructura y sus leyes propias’ y que conforman una homología de la sociedad donde este quehacer estético es inserto. Así, en la novela se han de reflejar estructuras semánticas (significativas) les llama (Goldmann) que tienen como marco real de referencia en la sociedad, a nivel de estructuras mentales. Esas estructuras semánticas y estéticas refieren a una significación global que es la sociedad.
 
Cuando Angelina fue publicada en 1898, un año después moriría su autor Carlos F. Gutiérrez, quien además había escrito una colección de poemas titulados Piedras falsas. Tenía 22 años el novelista Gutiérrez, cuando en 1883 Marco Aurelio Soto dejaba el poder mediante una renuncia enviada desde Nueva York. Honduras –según hemos tratado de describir- había experimentado una profunda revisión de estructuras socio-económicas.
 
Se trataba de superar la economía semifeudal, autosuficiente, en donde el valor de uso era -por lo general- la característica fundamental de una producción agrícola-ganadera. El país había sido sometido por efecto de la Reforma Liberal, a un paso forzado de producción en que del mercantilismo pecuario debía saltar a un modo de producción capitalista que haría énfasis en el comercio exterior, mediante exportación de materias primas, mientras por dentro se trataba de reestructurar las unidades agrarias de producción a través de estímulos específicos.
 
El planteamiento teórico  (en nuestro caso y para ilustración del marco socio-económico de Angelina) de Medardo Mejía es que “el mercantilismo creía que en el oro estaba la riqueza y que a mayor cantidad de oro mayor riqueza; el producto de la venta de ganado lo traían en mulas a la región para amontonarlo, asolearlo, remirarlo, embotijarlo y enterrarlo. Como privaba el criterio rezagado del mercantilismo español, los grandes ganaderos no pensaron en aprovechar aquella cuantiosa acumulación monetaria para impulsar primero la manufactura y después la industria”. Se puede decir que el tipo modelo de producción lo ejercía el departamento de Olancho cuya producción ganadera abastecía ciudades nicaragüenses como León y Granada, salvadoreñas como San Miguel y la propia capital San Salvador, llegando hasta Guatemala y Belice. Juticalpa, cabecera departamental de Olancho, fue considerada en su época como un poder económico.
 
Angelina tiene como marco una profunda contradicción social y económica, dos fuerzas en pugna son las que sirven de referente inmediatas de la novela, en el nivel de la exogénesis. Por un lado, una economía artesanal y doméstica, y por otro lado, la inyección de una economía mercantil e industrial que se erige gracias a un espíritu de renovación de la nueva burguesía, o de la burguesía criolla abierta al cambio y desarrollo económico. En el último tercio del siglo, Honduras sufre una metamorfosis, y se ve abocada a un proceso de transición que va de la producción de la hacienda a la producción industrial. El Reformismo Liberal se plantea como tarea incidir en el salto cualitativo de una formación económica a otra. La sociedad hondureña se debate en esa profunda contradicción de clase: burguesía rural-burguesía urbana.
 
Karl Kaustsky aborda teóricamente ese proceso y lo explica de la siguiente manera:
 
“En el seno de la familia campesina sólo era
posible una débil división del trabajo, que no llegaba más allá que a la división entre hombres y mujeres. Por lo que no es de extrañar que la industria urbana haya sobrepasado pronto a la industria doméstica rural, creando para el campesino útiles e instrumentos que este no podía fabricar con tanta perfección, y a veces ni fabricar simplemente. El desarrollo de la industria y del comercio creó así mismo en las ciudades nuevas necesidades, al tiempo que nuevos y perfeccionados instrumentos penetraban en el campo, tanto más rápida e irresistiblemente cuanto las relaciones entre la ciudad y el campo eran más activas (…) Las blusas de tela y las pieles de animales fueron reemplazadas por trajes de paño; los zapatos de corteza cedieron el puesto a las botas de cuero”.
 
Este pensamiento sirve de fundamento para percibir la forma en que aquella sociedad evolucionaba del campo a la ciudad. Era la ciudad ahora el modelo de comportamiento humano (llámese pueblo o ciudad), nada más que en Honduras como en toda Centroamérica, no se había podido construir la ciudad-metrópoli por efectos concretos de la división administrativa de la Colonia ya que a este país, le tocó como máxima división del trabajo, una simple y llana audiencia, contrario a México, Perú o Bogotá que fueron asiento del virreinato. A ello agréguese su débil producción económica.
 
La barbarie (el salvaje bueno o malo, malicioso o sincero) residía en el campo, en la ‘ranchería salvaje’ donde los hombres rugen como fieras, y tienen festines sangrientos como de cuervos (Rosa). Entre tanto, la ciudad amolda un comportamiento refinado, una actitud industriosa, empresarial, etc.
 
Toda esta significación estructural social y mental, se trastoca en una estructura estética narrativa en el la novela Angelina, bajo las formas contradictorias de visión de mundo de los personajes, o bajo el velamiento de caracterizaciones morales implícitas en los actantes. Así mismo el concepto de belleza femenino, o la percepción de paz y tranquilidad. Todo ello transmitido a través de un lenguaje adusto y una estructura sumamente sencilla en el aparato narratorio.
 
Algunas incidencias argumentales de Angelina
 
Sólo después de haberse descubierto que Angelina (por el uso reiterativo nominal, usaremos las siglas AG) había sido publicada como cinco años más tarde que Amalia Montiel y Margarita de Lucila Gamero de Medina, se empezó a considerar la razón valedera por la cual AG representa realmente el primer intento significativo novelesco nacional.
 
Pues aquellas ya mencionas no revisten si no intentos ingenuos de estructuración narrativa, por tal motivo hacia 1932, Ismael Mejía Deras consideraba AG, como la primera novela hondureña de verdad.
 
Angelina basa su contenido argumental en el desarrollo de dos personajes contradictorios, pareja que es protagonizada por Angelina y Julián. La antagonista, una muchacha hermosa, y el protagonista, un hombre anormal que trae a relación la manida propuesta romántica bella-bestia, o salvaje civilización, representan una antinomia. Julián mentalmente anormal (trabajo muy poco convincente por parte del narrador que es perdonable por constituir AG, la primera novela del país) se enamora locamente de Angelina, quien le rehuye y ésta antes bien se casa con Felipe, un apuesto hombre de pueblo (¿ciudad?). Pareja matrimonial que conlleva una feliz vida llena de tranquilidad y afabilidad, en medio de la cual, Julián el idiota, el salvaje, se interpone para rescatar lo que él considera suyo. Julián es de aspecto sumamente hercúleo, el rapto que realiza es una apología de un héroe degradado mentalmente, pero heroicidado físicamente por el narrador. Aprovecha el salvaje-idiota la oportunidad que le ofrece Felipe quien habrá de salir de la hacienda para la ciudad a servir de testigo de un crimen cometido hace algún tiempo. El momento en que Julián toma la decisión de raptar a la bella Angelina, el río ha crecido por el copioso invierno que se ha desatado en la región. Precisamente la antagonista sale a observar aquel fenómeno pluvial, acompañado de peones de la finca; es el instante en que Julián como una fiera se lanza sobre la hermosa y delicada mujer para raptarla y salir huyendo a toda velocidad atravesando el río, e internándose en las montañas vírgenes del lugar. La delicada Angelina pierde la razón cuando fue llevada a una caverna donde el salvaje la posee. En su intento por huir hacia lugares más solitarios y menos conocidos por el hombre, caminaron largamente por una sabana que terminaba en un abismo. Angelina se precipita al mismo, en el momento que recobra la razón, coherentemente con su concepto de fidelidad.
 
Tiempo después encontraron al gigante idiota cargando a la mujer casi en estado de putrefacción. Lo rodearon y lo vencieron, no sin antes haberle despojado el cadáver de Angelina.
 
La estructura o diseño narrativo tiene un carácter circular, ya que el relato se inicia cuando el narrador testigo, mediante el punto de vista omnisciente, refiere cómo llegando a una casa abandonada, una señora le relata el caso, después de que ha oído el narrador los gruñidos de fiera salvaje de un hombre corpulento y deformado por la idiotez del rostro. En algunos pasajes de la novela, el narrador interviene con una actitud moral, o didáctica, como es el caso del cierre del hilo argumental. Utiliza una sola vez, el punto de vista de segunda persona, para verificar un monólogo interior, donde se ve claramente la intervención paternalista del narrador, pues dice: “Pensó mucho y lo que pensó bien pudiera traducirse en el siguiente monólogo”.
 
Esta novela tiene la siguiente estructura formal:
Cap. I             La posada
Cap. II            Julián
Cap. III           Falsas apreciaciones
Cap. IV           Explosión
Cap. V            Felipe
Cap. VI           Rugidos y besos
Cap. VII         Preparativos y torturas
Cap. VIII        Vísperas de boda
Cap. IX           Del Monte al Templo
Cap. X            Angelina casada
Cap. XI           Julián reflexiona
Cap. XII         El Diablo protege a Angelina
Cap. XIII        Dios se olvida de Angelina
Cap. XIV        Julián en acción
Cap. XV         Ultima decoración
Cap. XVI        ¡Desastre!
Cap. XVII       Catástrofe final.
 
En ella se debe notar –como primer intento nacional novelesco- el marco de una protonovela, pues a nivel latinoamericano, desde el punto de vista de la novela romántica ya había sido escrita la cumbre narrativa de esta corriente estética, nos referimos a María de Jorge Isaac. Hay una especie de ingenuidad y paternalismo por parte del narrador, que consiste en ubicar al lector en la intención de cada capítulo. Podría suponerse que cada uno de ellos expresa una unidad, pero al realizar la lectura se ve claramente que la novela responde precisamente a una visión ‘romántica’ del acto de escriturarla. De más está decir que el lenguaje utilizado es concomitante con una cosmovisión de inocencia realmente superada por el modernismo, que ya en 1888 había producido Azul. Se debe reconocer en el lenguaje un cierto  pudor romántico descriptivo:
 
“Sus facciones tenían la suave delicadeza de las mujeres de la mejor sangre, y sus formas ajenas a esa morbidez tirante de las naturalezas silvestres, se delineaban dulcemente, suave en sus curvas, y se extendían hasta su fin, casi con lánguida laxitud”
 
El monólogo a que hacíamos alusión, no representa un acto de modernidad como podría deducirse, pues está muy lejos de referir un pensamiento del tipo de que nos relata la novela, en el capítulo III, cuando dice que Julián no es inteligente puesto que “idiota lo creían y como tal lo trataban”.
 
El idiota de la novela de Faulkner, en El sonido y la Furia, o al de Rulfo en el cuento “Macario”, implica una profundización sicológica sobre las condiciones anormales mentales de estos personajes. Y no es que se trate de valorar la novela con los modelos de experiencias narratorias del siguiente siglo, si no que, sea como sea, debe existir un plano de correspondencias reales entre el fluir del pensamiento interior, el personaje y su lenguaje. Gutiérrez a pesar de que a través del narrador, señala las perspectivas de una traducción, pone a monologar a su personaje con giros metafóricos y vocabulario propio de un iniciado de la literatura:
 
“Te casarás Angelina, te casarás de verdad,
pero antes que tu esposo, yo, tu eterno
compañero, he tenido la desesperante dicha de
contemplar esos tesoros que nunca serán míos;
ese tu cuerpo de virgen que cubres hoy con
ostentosas galas ha sido mío antes que de
ningún otro; mío porque lo he visto crecer y desarrollarse día por día, hora por hora;
¿hay acaso alguna curva de tu cuerpo que no haya sentido redondearse bajo el tacto de mis manazas de idiota? ¿Cuál es el tinte de tu
piel que no conozco? Yo sé la época exacta en que tu cutis pálido de niña adolescente
empezó a colorearse con los vivos albores de
la vida núbil…”.
 
¿Tenía razón acaso Juan Ramón Molina, el máximo exponente del modernismo hondureño, al señalar a AG como un ‘librejo cursi y pedante’?
 
Desde el plano del cambio de valores estéticos que ya se habían operado en el país, como hemos tratado de esclarecer, en “La Historia del Nacimiento Tardío”, AG es una protonovela que contiene estructuras sociales que transitan de la hacienda a una economía mercantil. Sin embargo debemos considerar la novela como producto literario de un proceso de transición que va de la economía hacendaria a la mercantil capitalista.
 
AG, tiene como marco de referencia unas contradicciones de esencia de clase en su interior.
 
Es una novela que representa exactamente un marco de vida rural. La entrada de la narración dice: “Con la usual frase ‘nos dan posada’ llegamos una tarde del mes de noviembre, mi criado y yo, al corredor tendido de una casa de campo situada en el confin de una meseta verde y sonriente”
 
El narrador determina un carácter social que lo determina ‘mí criado y yo’, propio del grupo social dominante del país, hasta el momento de la toma del poder de la burguesía reformista.
 
El ideal terrateniente de la apoca es vivamente descrito por Gutiérrez:
 
“Casa de campo situada en el confín de una
meseta verde y sonriente, extendida a los
pies de una hermosa y elevada montaña”.
 
Aspiración terrateniente y hacendaria que fue duramente combatida por Marco Aurelio Soto, que, como vimos, incentivaba a aquellas unidades de producción agrícola que cultivasen “cinco manzanas de café, diez de caña de azúcar, ocho de jiquilite o igual número de cacao”.
 
De esta forma el terrateniente tradicional fue duramente golpeado; la imagen que la novela nos presenta del declive de poder de este tipo de terrateniente, se logra captar en este átomo de descripción narrativa:
 
“La casa en donde pasaríamos aquella noche,
estaba más caída que parada. Las paredes completamente desencaladas enseñaban su trabazón de raja carcomida, y el correaje que
por tantos años mantuvo solidamente unida
aquel endeble maderamen, roto ya en muchas partes, salía por los negros agujeros tostado y podrido”.
 
La sobreviviente de una familia próspera relata al narrador-testigo su esplendor pasado: “la prosperidad habitual en su casa... que poseyó en aquellos tiempos y aún mucho después, considerables bienes de fortuna: ganado vacuno y caballar, extensos y fértiles terrenos y algún dinero en efectivo; pero inesperados acontecimientos le trajeron a menos”.
 
Como se puede observar ‘aquellos tiempos’ eran los de una riqueza basada en una economía de tipo hacendaria, pero con unos terrenos incultos ‘extensos y fértiles’ en que el valor de cambio ‘dinero’ no tenía mayor importancia pues el bien de fortuna según esta frase, descansa en el ganado vacuno y caballar, y menos en el dinero que está adjetivizado en forma indeterminada.
 
La vida rural estaba idealizada por el grupo dominante -repetimos- de la clase terrateniente ganadera, cuyo máximo asiento de desarrollo era el Departamento de Olancho.
 
Evidentemente debería erigirse una estructura mental y estética en derredor de este marco socio-económico. La naturaleza feroz, la fuerza silvestre heroicidada:
           
“Lo que él buscaba era un lugar propicio por
donde cruzar el río, que en aquellos momentos hacía alarde de una majestad de océano.
No vaciló mucho tiempo: detrás de aquella inmensidad de agua hirviente, estaba la selva oscura, el camino ancho para la soledad y el misterio, la tierra de promisión para sus fantásticos amores”.
 
Las formas estéticas femeninas coinciden con la voluptuosidad de la naturaleza: “Era extraño a su procedencia, su estilo de hermosura. La rudeza en el desarrollo de formas propias de las hijas del campo”.
 
No debe olvidarse que el autor de la novela, es hijo de un Terrateniente y General de la época, Enrique Gutiérrez y de una señora cuyo apellido en el país tiene tradición de posesión de extensas propiedades, nos referimos a Doña Raquel Lardizábal.
 
Desde esta perspectiva, las relaciones sociales de clase emergen entre la tríada Angelina-Julián-Felipe. Este trinomio conlleva tensas relaciones contradictorias determinadas por una estructura económica concreta: La Hacienda.
 
Angelina pese a que es una hija adoptiva como lo es Julián (este personaje en la novela es recogido como un simple desarraigado familiar, un huérfano), es asumida en el quehacer doméstico y económico de la familia. Por tanto asume el carácter de clase en sus relaciones con Julián, un mozo cualquiera de la hacienda.
 
He aquí la primera contradicción de tipo esencial establecida entre Julián y Angelina, de allí que el rechazo no devenga solamente por la condición deformante de su cuerpo y rostro, agregando a ello, su decrepitud volitiva, si no y antes bien, de su clase social terrateniente. En la línea relacional Felipe-Angelina la empatía es manifiesta por cuanto la normalidad de ambos personajes es coincidente en lo físico y lo social, es más Felipe tiene los caracteres del hombre citadino: “Los padres de Felipe le habían concedido en propiedad una casita cómoda y bien arreglada”. De modo que Angelina habrá de superar sus condiciones rurales de existencia, el siguiente átomo de descripción; afirma lo anterior:
 
“Los primeros meses de un sol de amor,
pasarían en aquel pueblo, porque la gente del
campo, a la inversa de los de la ciudad,
buscan el bullicio para ocultar ente él las
dulzuras de sus prolíficos y exuberantes
amores”.
 
Este ideologema literario plantea con toda la luz de la razón los dos elementos de una misma contradicción, ciudad-campo. Se deduce que Felipe pertenece a esta estructura citadina, que es inversa al campo, en cuanto que la ‘pureza’ reside en la naturaleza que es la zona rural, coincidentemente perteneciente a la Hacienda.
 
Felipe mantiene unas relaciones de contradicción secundarias, pues su indiferencia (e incluso hasta un desconocimiento personal de Julián) tiene como significación, la superioridad social.
 
Se llega a establecer de manera indirecta unos modelos de hombre y mujer. Ese modelo responde a ideales de clase: la relación sentimental y social Angelina -Julián resulta imposible; la relación sentimental y social Angelina y Felipe si es posible. Este universo de conexidad propone puntos de desplazamiento y no de conjunción, de rechazo y no de unión.
 
El único contacto que se realiza entre Julián y Angelina, proviene de la iniciativa del ‘idiota’ y del descuido pudoroso de la heroína, cuyo resultado produce la huida del ’loco’ y la palidez de la ‘casta niña’:
 
“Empezaba Angelina a encontrar extraño aquel
arrobamiento de su compañero, y presintiendo
su verdadera causa fue a vestirse con presteza, pero en el instante mismo en que,
vuelta de espaldas a Julián, se inclinaba
para alcanzar sus vestidos, hirió sus oídos
un grito salvaje, a la vez que una sensación
ardiente y hasta dolorosa le quemaba la torneada nuca allí donde se ensortijaban graciosos los sedosos rizos de su negra cabellera.
Los labios del idiota habían escaldado su piel de lirio.
Una sombra vio que se tiraba al monte oscuro;
era Julián que huía como loco; y mientras la obscuridad nublaba la conciencia de aquel, la luz se hacía en la mente de Angelina y su pudor súbitamente despertado, reventó en rosas que cubrieron las pálidas mejillas de la casta niña”.
 
Tan repulsivo acto de irrespeto, y atrevimiento social, es calificado como “piel escaldada” que en el Diccionario de la Lengua Española VOX, se describe así: “bañar con agua hirviendo una cosa”.
 
Y como si fuera poco, un tratamiento de esta naturaleza, a lo largo de la novela se va proponiendo un modelo moral ideal o defectivo. Un cuadro de valores morales  nos sirve de guía. Julián es violento y salvaje, desleal y enamorado de su compañera de infancia que es terrateniente, además es un destructor de la unidad familiar legal conformado por Angelina y Felipe, por último, el rasgo sobresaliente que subterráneamente y como estructura mental se percibe es que Julián es egoísta, pues con el ánimo de satisfacer su ‘imposible’ amor llega hasta el atrevimiento de satisfacer sus instintos sexuales. En cambio los valores morales que configuran al personaje Angelina están delimitados por la delicadeza, la sencillez aldeana, la fidelidad, o el candor. Felipe por su parte se comporta como un caballero honrado, industrioso, honesto, trabajador y fiel.
 
Hay dos bloques ideológicos y de aspiración clasista que se construyen en esta novela: la ciudad y el campo.
 
El pensamiento positivista como pudimos asimilar anteriormente, tenía a la ciudad como su norte esencial y su finalidad económica-cultural.
 
La ociosidad producto de la sociedad hacendaria producía los males de la república, esta sociedad catapultaba una visión de barbarie. Los positivistas creyeron que la barbarie era sinónimo de campo, de zona rural, de imposibilidad de desarrollo económico o social. La civilización por el contrario, representa al hombre erguido, orgulloso y empresario. La industria, el confort y el realismo de una sociedad que avanza por medio de la técnica, es la proposición ideológica positivista. La ciencia es entonces su arma de combate.
 
El error positivista, entonces, fue haber analizado la sociedad desde una óptica simplemente técnica.  Aquella visión fantasmagorizaba las verdaderas motivaciones que en su estructura social se debatían. El problema de clase dominante o dominada por el resorte económico de la posesión de la propiedad (propietarios y no propietarios de los medios de producción) jamás fue puesta en el tapete de las soluciones de los problemas sociales, puesto que ideológicamente el positivismo era la filosofía de la burguesía industrial, financiera y mercantil.
 
Las fábricas, la tecnología, el progreso y la magnificencia de las ciudades que despertaban de su sueño feudal produjeron en última instancia el motivo de despegue de los países latinoamericanos, empantanados en crisis verdaderamente complejas.
 
La economía agrícola ganadera hondureña fue puesta en remojo en menos de siete años, y sacudió vivamente aquellas anacrónicas estructuras sociales.
 
Es así como AG se inscribe en el proceso de tránsito a la economía mercantil y capitalista, que va a ser una realidad hasta en la década primera del siguiente siglo, con la irrupción del capitalismo imperial norteamericano, que fundará un enclave bananero.
 
AG manifiesta la inocencia de la estructura rural y describe con poco y disimulado entusiasmo los elementos culturales de la Hacienda:
 
“Se pusieron en repasto las reses que debían
matarse ese día para festejar a los
invitados, que lo serían todos los vecinos de la comarca; se encerraron algunos cerdos y cuádruple número de aves de corral, a fin de que sus carnes estuvieran limpias del jugo de las plantas venenosas y de las suciedades del campo”.
 
Esta descripción pertenece a los preparativos de la boda entre Angelina y Felipe. La boda como tal representa un comportamiento sociológico de clase, por ello –como costumbre hacendaria- las familias terratenientes se abocan “para ponerse de acuerdo en el programa de los festejos” y además resuelven los modos del matrimonio a efectuarse:
 
“Los novios irían a casarse a la aldea
próxima, a donde se haría venir a un cura y unos cuantos músicos”.
 
El valor de uso está incorporado a esta actividad, puesto que los músicos “se fabrican ellos mismos sus instrumentos”. La ciudad está presente por omisión en las frases que hila el narrador, y como visión positivista del mismo, de vez en cuando saca a relucir esa contradicción. Los músicos de la aldea pueden ser ‘verdaderos artistas’ y se convierten en ‘interpretes fieles de los salvajes, pero dulcísimos airecitos que nacen del fondo de nuestras vírgenes montañas”.
 
 
El matrimonio con Felipe produce en Angelina un cambio de tipo cultural antropológico, con relación a la ciudad:
 
“…cuyo dócil carácter era asimilable a
cualquier condición social, pronto aunque gustosa, se avino al cambio, y la sencilla aldeana supo adaptarse a las exterioridades de las mujeres de la ciudad”.
 
En la frase “La sencilla aldeana supo adaptarse a las exterioridades de las mujeres de la ciudad” se resume con toda claridad la estructura significativa genética, desde la perspectiva de Goldmann, el transito de la sociedad hacendaria a la sociedad mercantil, objeto ideo-estético que tratamos de demostrar en este trabajo.
 
La ciudad y el campo definitivamente se diferencian por la cosmovisión basada en la contraposición del valor de uso y el valor de cambio. El trasfondo de esta frase narratoria, comprueba el aserto:
 
“El corpiño aquel, no cuadraba con la
flexibilidad de sus formas; aquellas
costureras de la ciudad eran todas estúpidas
¿qué necesidad tenían de hacer aquellos
talles tan recios y tan avaros? Sus
apreturas, antes bien que modelar su busto, entorpecían el desenvolvimiento de sus curvas ideales, con una presión brutal muy propia para las exhuberancias deformes, pero inútil para sus pechos tensos y apretados semejantes a dos copos tembladores de algodón virgen”.
 
Del trabajo artesanal al trabajo industrial se levanta una muralla que es la diferencia cualitativa entre la ciudad y el campo, que va acompañada de la distinción estética, de los gustos contrapuestos (rurales y urbanos). La ciudad propende al desarrollo de una personalidad extrovertida, por eso es que Angelina cambia de actitud:
 
“Angelina, cuya verbosidad era incansable,
cuando se trataba de exagerar los inconvenientes de la vida en poblado, permanecía largo tiempo contándole a la madre adoptiva los apuros y sinsabores que había pasado, antes de poderse acostumbrar a la existencia ‘civilizada’”.
 
Realmente, la novela AG no logra sobrepasar el marco de la vida rural, pues como sucedió en la vida real y globalizante del período en que la misma se gesta, el Reformismo Liberal no logró transformar como deseaba aquella estructura económica anacrónica.
 
Angelina al final se convierte en un aparato narrativo que hace destacar las bondades de una cultura hacendaria, pero al mismo tiempo, hacer ver el tránsito hacia aquellas características de una sociedad extrovertida.
 
La barbarie representada en el salvaje e idiota Julián, la civilización encarnada en Felipe o el poblado, y el discernimiento de Angelina, en una etapa de transición entre el campo y la ciudad. Un lenguaje que no llega a manejar giros modernistas (que eran el modelo estético del momento histórico-literario centroamericano), no deja de ser florido y adjetival, pero su construcción sintáctica es simple y lineal. Lenguaje que debió corresponder al lenguaje social de la época. Su estructura no compleja en el universo narrativo es el reflejo inmediato de aquella estructura atrasada o de una burguesía en franco estado de transición, imaginación y aspiraciones.
 


[1] Evolución histórica de Honduras, Editorial Baktun, 1994, Tegucigalpa, Honduras, C. A.
 
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