Viraje zapatista: La autonomía de hecho

13/08/2003
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Sin pedir permiso, y en vista de que los sucesivos gobiernos decidieron ignorar su demanda ancestral de autonomía, los pueblos zapatistas decidieron ejercerla de hecho. El zapatismo sigue sorprendiendo. El 8 de agosto el EZLN decidió cerrar los cinco Aguascalientes (el primero se había creado el mismo día en 1994 para la Convención Nacional Democrática, en Guadalupe Tepeyac, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Emiliano Zapata), que habían sido el nexo con la sociedad civil mexicana y mundial. Al día siguiente, instaló en los mismos sitios otros tantos Caracoles, donde funcionarán las juntas de buen gobierno, definidas por los insurgentes como "una nueva forma de organización y lucha". Se trata, en resumidas cuentas, de la autonomía. Con las juntas, los zapatistas producen quizá el mayor viraje de su trayectoria, por lo menos desde que el 1 de enero de 1994 irrumpieron en el escenario mundial pronunciando su "Ya basta". Las cinco Juntas de Buen Gobierno abarcan los treinta municipios rebeldes autónomos, en las cinco zonas en que se divide el territorio bajo control rebelde, en los que ya regía la "ley zapatista". Pero ahora proceden a institucionalizar este poder nacido desde abajo, que se fue construyendo trabajosamente a lo largo de una década, y que representa un piso superior al de los municipios autónomos. Se trata de dar respuesta en un solo acto a varios desafíos: desde las relaciones con la solidaridad internacional hasta el empecinamiento del poder estatal en someterlos por las armas y el hambre; pasando, y este punto parece ocupar un lugar central, por un nuevo relacionamiento entre los municipios y el instrumento militar. Guerra de baja intensidad Al acto de muerte y nacimiento, una yuxtaposición en sintonía con la cosmovisión indígena, asistieron diez comandantes zapatistas y cien representantes de los municipios autónomos. El acto más importante, realizado en Oventic, en Los Altos, reunió a varios miles de zapatistas que escucharon durante horas a los comandantes abriendo esta nueva etapa de su lucha, que es en parte un volver hacia atrás, recuperando los acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura indígenas, firmados el 16 de enero de 1996, en los que el Estado mexicano reconoció la autonomía indígena. Cabe recordar que aquellos acuerdos se hicieron en el marco de una formidable movilización social y con la participación de amplios sectores de la sociedad, con consultas a especialistas en la materia y a indígenas de todo el país. Sin embargo, esos acuerdos fueron letra muerta. En los años siguientes fueron desconocidos de hecho por los sucesivos gobiernos, hasta que el Congreso aprobó en 2001 (luego de la marcha zapatista a Ciudad de México) una desafortunada reforma constitucional que echaba por tierra las aspiraciones del conjunto de etnias mexicanas. Desde 1996, la situación en Chiapas no hizo sino empeorar. Ese año fue valorado como el del quiebre político por unos cuantos analistas. La descomposición social y política que reconoció una misión civil de observadores nacionales en mayo de 1998, fue de la mano de la creciente militarización del estado más pobre de México, pero, sobre todo, de la libertad que obtuvieron los grupos paralimitares armados por los hacendados. En suma, los años que siguieron a los acuerdos de San Andrés registraron una presencia militar sofocante (de hecho el ejército ocupó en las regiones en conflicto el papel del Estado mexicano), y de los paramilitares que intentaron mantener a raya a las comunidades rebeldes y ocupar todos los espacios posibles. La respuesta zapatista fue clara: instalar los "municipios autónomos" que funcionaron a través de los consejos autónomos, encargados de impartir justicia y de velar por la supervivencia material y espiritual de las comunidades. Éstos rechazaron las "ayudas" oficiales pero recibieron las de la sociedad civil nacional e internacional. Surgieron así clínicas de salud, escuelas, redes de agua potable, letrinas, cooperativas de artesanías, rescate de la medicina tradicional y algunos proyectos productivos. En el trasfondo, programas para preservar las culturas indígenas, sin las cuales la resistencia se hubiera tornado inviable. La violencia fue en aumento y aceleró la descomposición social y, en algunas zonas, hasta la desintegración de los referentes comunitarios. La masacre de Acteal, en diciembre de 1997, perpetrada por paramilitares (indígenas simpatizantes del oficialista PRI, armados y entrenados, asesinaron a 45 personas, en su mayoría mujeres y niños, mientras participaban en un oficio religioso) fue el clímax de esa violencia, pero no fue un caso aislado. El terror fue de la mano de prácticas tan destructivas como la extrema violencia. El informe de la misión civil hace hincapié en "el rompimiento del tejido social provocado al interior de las comunidades indígenas, mediante la utilización que hace el gobierno de las diferencias, el hambre y las carencias de la gente, ofreciendo desde despensas y pollos hasta viviendas, vehículos, distribución de apoyos económicos y servicios, para de este modo comprar conciencias y corazones de todo aquel que se afilie al PRI". Concluye el informe que a menudo "esta manera de coptar gente es el punto de partida para reclutar a los futuros paramilitares". Razones de un viraje Parece obvio señalar que las comunidades que más sufrieron fueron las que se identificaron con el zapatismo. Los desplazamientos forzados, el temor y los odios generados por las agresiones y el hambre hicieron su trabajo de desintegración del tejido social. En ese marco, el afianzamiento de los municipios autónomos fue extremadamente difícil. Y en ese marco, el zapatismo cometió también errores, como ellos mismos reconocen. Diversos informes mencionan rasgos de autoritarismo e intolerancia por parte de mandos medios del EZLN, de un autoaislamiento que los llevó a alejarse de la sociedad civil y de la diócesis de San Cristóbal, que perdió aliados y finalmente terminó disolviendo la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI), que había estado presidida por el obispo Samuel Ruiz, quien finalmente fue desplazado de Chiapas, seguramente como parte de acuerdos secretos entre el Estado y la derecha católica conservadora. Pese a todo, el zapatismo da la impresión de haber salido fortalecido de esta durísima experiencia. Sobre todo, del estrepitoso fracaso de 2001, cuando debieron volver a Chiapas desde la capital con la sonora bofetada del parlamento a las demandas que habían sido respaldadas por los millones de mexicanos que salieron al encuentro de la caravana que recorrió miles de quilómetros desde San Cristóbal hasta el DF. Su respuesta fue el silencio. El más largo y sonoro silencio zapatista; más de un año sin decir una palabra. En julio pasado el subcomandante Marcos emitió siete comunicados que develan el trabajo interior realizado por las comunidades rebeldes, en los que puede leerse una explícita autocrítica. El primer comunicado señala que "la clase política mexicana (donde se incluyen todos los partidos políticos con registro y los tres poderes de la Unión) traicionó la esperanza de millones de mexicanos", en cuanto al reconocimiento de los derechos y la cultura de los pueblos indios de México. En vista de eso, el EZLN decidió "suspender totalmente cualquier contacto con el gobierno federal y los partidos políticos, y los pueblos zapatistas ratificaron hacer de la resistencia su principal forma de lucha". A continuación informa que decidieron aplicar los acuerdos de San Andrés en los territorios rebeldes, y añade que "han preparado una serie de cambios, que se refieren a su funcionamiento interno y a su relación con la sociedad civil, nacional e internacional". En el comunicado titulado "Un mundo nuevo", donde realiza un pormenorizado análisis de la situación mundial, concluye que los estados nacionales están en decadencia: "Donde antes había un Estado nacional (o disputando aún el espacio con él) hay ahora una desordenada acumulación de polis. Las polis del dinero que hay en el mundo son las 'casas' de la 'sociedad del poder'. Sin embargo, donde antes había un sistema jurídico e institucional que regulaba la vida interna de los estados nacionales y la relación entre ellos (estructura jurídica internacional), ahora no hay nada". La conclusión que sacan los zapatistas es evidente: sostienen que la agonía de los estados nacionales, cuya soberanía fue absorbida por la "sociedad del poder", deja a la sociedad como un barco sin timón. Por lo tanto, los objetivos de la resistencia no pueden ser la toma de un poder inexistente, sino enfocarse en otra dirección: "Allá arriba no hay nada que hacer, como no sea jugar a que tal vez se puede hacer algo. Hay quien se dedica a imaginar que el timón existe y disputar su posesión. Hay quien busca el timón, seguro de que quedó en alguna parte. Y hay quien hace de una isla no un refugio para la autosatisfacción, sino una barca para encontrarse con otra isla y con otra y con otra...". Municipios y Juntas La experiencia en los territorios rebeldes los llevó a cuestionar severamente al apoyo de algunas ONG, que "deciden qué es lo que necesitan las comuniddes, y sin consultarlas siquiera imponen no sólo determinados proyectos, también los tiempos y formas de concreción". Por eso creen que con los Aguascalientes mueren también el "complejo de Cenicienta" y el paternalismo de quienes pretenden ayudarlos sin considerarlos. La creación de los Caracoles tiene otra lógica: puertas para entrar a las comunidades y para que éstas salgan al mundo; una forma de regular y reglamentar las relaciones con el "afuera". Pero la propia palabra –caracol– tiene otros significados. Para el arqueólogo Juan Jadeum, que llegó a la zona de Ocosingo en 1980, es "una manera de encerrase" pero a la vez un llamado al mundo para que reconozca la autonomía de los pueblos indios. Recordemos que allá por 1995, Marcos señaló con claridad que "lo único que no podemos negociar, es la autonomía". O sea, el autogobierno. Jadeum agrega, entrevistado por La Jornada, que "el caracol también simboliza la comunicación, es el sistema por el cual se llamaba a la guerra, al mercado, a fiestas, es el sistema del llamado México Antiguo (ese que la derecha no reconoce y pretende desaparecer), y es otra vez un llamado de los indígenas desesperados". Por último, el arqueólogo recuerda que "el caracol es una dualidad, es la ventaja de los oprimidos contra el poder, porque éste nunca sabe en qué momento se le va a hacer una coartada, por eso tienen tanto pavor a las minorías". En esa misma dirección, vale recordar que los municipios han sido los espacios en los que, en todo el continente, los pueblos indígenas han podido mantener viva su cultura, sus "usos y costumbres" y su identidad. Cuando no los conquistaron de forma directa, fueron capaces de permearlos, creando una suerte de sincretismo entre las formas legales y las indígenas. El quinto comunicado de julio, titulado "Una historia", apunta dos problemas que se han vivido en los territorios rebeldes: la relación con la sociedad civil y "las relaciones con las comunidades zapatistas y no zapatistas". El primero redundó en un desarrollo desequilibrado de las comunidades y hasta de las familias, ya que la solidaridad se concentró en las comunidades más conocidas y las que se encuentran al borde de las carreteras, pero además los cooperantes suelen entablar lazos con algunas familias a las que les envían regalos o atenciones. Aclara que no cree que que haya sido algo intencional, sino "algo natural en las relaciones humanas", que provocó desequilibrios y, por lo tanto, generó problemas internos. Esto pretenden resolverlo a través de la relación directa de los ayudantes con las juntas de buen gobierno, que serán las encargadas de definir a qué comunidades irán los apoyos recibidos. La segunda cuestión es más espinosa. En el mismo comunicado, recuerda cómo funciona la autoridad en las comunidades (democrática, rotativa, horizontal), que es retomada y potenciada hacia otras zonas por el EZLN en el período de gran crecimiento a fines de los ochenta. Pero, en caso de conflictos o diferencias, la última palabra la tenía el EZLN. Y agrega: "La estructura militar del EZLN 'contaminaba' de alguna forma una tradición de democracia y autogobierno. El EZLN era, por así decirlo, uno de los elementos 'antidemocráticos' en una relación de democracia directa comunitaria (otro elemento antidemocrático es la Iglesia, pero eso es asunto de otro escrito)". Aclara que, a medida que el autogobierno se extiende de lo local a lo regional, la "sombra" de la estructura militar se desprende, y que los que deciden participar en los gobiernos autónomos deben renunciar a su cargo organizativo en el EZLN, que no interviene en la designación o destitución de las autoridades autónomas. Reconoce que el "mandar obedeciendo" tiene sus subes y bajas, e incluso "contradicciones y desviaciones", pero que es la tendencia dominante. Líneas más abajo toca uno de los nudos de los problemas. Los consejos autónomos, entre otras tareas, administran justicia según los "usos y costumbres" de las comunidades. Pero los resultados son irregulares" "Si la relación de los consejos autónomos con las comunidades zapatistas está llena de contradicciones, la relación con comunidades no zapatistas ha sido de constante fricción y enfrentamiento." Dice Marcos que en las oficinas de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos hay "un buen tanto de denuncias en contra de los zapatistas por supuestas violaciones a los derechos humanos, injusticias y arbitrariedades". Ellos las investigan, pero se pregunta: ¿a quién deben remitirse, al EZLN o a los consejos autónomos? Más aun, entraron en conflicto el derecho positivo y los "usos y costumbres", como formas diferentes y hasta antagónicas de impartir justicia. Para eso, dicen, han implementado los cambios que reseñan en sus comunicados. El principio esperanza Las juntas de buen gobierno tendrán una casa donde funcionarán, con representantes elegidos por las bases. A su cargo tendrá, además de contrarrestar los desequilibros en el desarrollo de los municipios y comunidades, guiar a la sociedad civil para visitar comunidades y recaudar un diez por ciento de los proyectos solidarios para ser redistribuidos según su criterio. Además, "mediar en los conflictos que pudieran presentarse entre municipios autónomos, y entre municipios autónomos y municipios gubernamentales. Para atender las denuncias contra los consejos autónomos por violaciones a los derechos humanos, protestas e inconformidades, investigar su veracidad, ordenar a los consejos autónomos rebeldes zapatistas la corrección de esos errores y para vigilar su cumplimiento". Los consejos tendrán a su cargo impartir justicia, la salud comunitaria, la educación, la vivienda, el trabajo, la alimentación, el comercio, la información, la cultura y el tránsito local. Queda a cargo del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, mando superior del EZLN, vigilar el funcionamiento de las juntas de buen gobierno "para evitar actos de corrupción, intolerancia, arbitrariedades, injusticia y desviación del principio zapatista de 'mandar obedeciendo'". Una de las primeras medidas anunciadas en el acto de Oventic, fue la retirada de los retenes del EZLN y de los cobros en carreteras y caminos bajo su control, ya que el tránsito será asumido por las juntas. El retiro de los retenes puede ser tomado como un símbolo: la "sombra" del ejército rebelde da un paso al costado; ese lugar lo ocupa en adelante, integralmente, el autogobierno local y regional. Pese al cerco y el hostigamiento, los zapatistas han conseguido en sus pobres comunidades poner en marcha planes de salud, formaron agentes sanitarios y realizan campañas de higiene comunitaria y de prevención de enfermedades. Y, algo notable, construyeron escuelas, capacitan promotores de educación, los comités de educación confeccionan manuales de alfabetización y libros de texto. En algunas zonas consiguieron que hasta las niñas vayan a la escuela (aseguran que la alfabetización y la primaria comienzan a generalizarse) y una región ya cuenta con una secundaria autónoma, donde varones y mujeres cursan matemáticas, ciencias sociales y naturales pero también "reflexión de la lengua materna" y "producción y servicios a la comunidad". Ya comenzó a emitir su radio Insurgente y en breve quieren poner en marcha una red de comercio básico entre comunidades. Pese al cerco y el hostigamiento, el EZLN ha sido capaz de seguir adelante con su proyecto de crear un mundo nuevo aquí y ahora, sin depender del poder estatal y sin pretender apropiárselo; han sido fieles al camino que se propusieron transitar, de construir la autonomía y el autogobierno desde abajo; y han tenido el valor de reconocer errores, dar la cara por ellos, algo que parece resultarle aún grande a las izquierdas que pugnan por hacerse con el poder estatal. Con ello, cierran un ciclo de crecimiento interior. Se proponen como un ejemplo que los demás pueden seguir, prefiguran la sociedad que anhelan. Como señaló la comandanta Rosalinda, "es el momento de echarle ganas. El mal gobierno no nos hace caso. Que se quede con sus pendejadas. Ya sabemos funcionar nuestros municipios".
https://www.alainet.org/es/active/4275?language=es
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