La decisión de la Corte de Constitucionalidad en torno a la inscripción de "Ríos Mont"
Condena al fallo de la Corte de Constitucionalidad
16/07/2003
- Opinión
El 14 de julio del 2003 la Corte de Constitucionalidad
consumó un hecho que es el resultado de la descomposición,
manipulación y la no representación genuina de las
instituciones del Estado Guatemalteco. No es un hecho
aislado y tampoco coyuntural o simple acción de 4
magistrados, sino el resultado de un proceso de utilización
permanente de las instituciones para garantizar intereses de
pequeños grupos dominantes, sectarios y antidemocráticos.
Esto se ha vivido en toda la historia desde 1524 a la fecha.
Hoy más que nunca se hace evidente esta práctica y algunos
grupos protestan por esta situación por tratarse de un caso
paradigmático de la Corte de Constitucionalidad. Lo polémico
es que se trata de un ex general que ha cometido junto a
otros militares, masacres, genocidio y destrucción de la
Nación, que debería ser juzgado por estos hechos; se
protesta porque afecta intereses de grupos tradicionales que
hoy no tienen la posibilidad de manipular las instituciones
para sus propios fines. De lo contrario nadie diría nada,
como nadie y ningún sector poderoso dice algo cuando jueces,
abogados, algunos centros de justicia utilizan su poder para
expropiar, robar, amenazar, cambiar nombres de propietarios
de tierras, territorios, recursos y otros bienes de grandes
poblaciones y de comunidades del Pueblo Maya.
Por tanto, es condenable e inaceptable que la Corte de
Constitucionalidad haya decidido fallar a favor de Ríos
Montt porque termina lesionando los intereses de la Nación,
pero no es con este hecho que se debilita o se rompe la
institucionalidad del Estado. La Constitucionalidad e
institucionalidad del Estado nunca ha existido porque existe
un 70% de la población que no es representada por estas
instituciones estatales. Este 70% de la población es el
Pueblo Maya.
Por tal razón, desde hace muchos años, Defensoría Maya junto
a otras organizaciones mayas e indígenas de Guatemala ha
iniciado un proceso de hacer visible la discriminación y el
racismo sistemático, tanto de hecho como de derecho al que
ha sido sometido el 70% de la población total de Guatemala.
Al mismo tiempo Defensoría Maya ha formulado propuestas y
mecanismos para que esta situación jurídica, política y
constitucional a nivel de Estado y sociedad sea modificada y
realmente se viva en democracia con equidad y participación
en condiciones de igualdad con otros sectores y grupos que
han acumulado poder a lo largo de cinco siglos, desde que
este Estado patriarcal, monoétnico, racista, excluyente y
dominante ha sido configurado.
Con el inicio del proceso de Paz y la finalización del
conflicto armado interno en 1996, se abrieron pequeños
espacios de discusión en torno al racismo y la
discriminación; se promulgó un Acuerdo sobre Identidad y
Derechos de los Pueblos Indígenas y se tenía la perspectiva
de crear nuevas instituciones, de hacer reformas
constitucionales y abrir espacios de participación con
decisión para el Pueblo Maya. Sin embargo, los sectores de
poder tradicionales han limitado el proceso de crear e
instaurar un Estado Pluricultural y Plurilingüe. Aunque se
han abierto algunos espacios políticos participativos esto
no es suficiente ante la magnitud del problema que viven los
Pueblos Indígenas.
Los Pueblos Indígenas hemos planteado la necesidad de
reformar y FUNDAR O REFUNDAR el Estado de Guatemala porque
las instituciones, el marco jurídico y político no han sido
y no son expresión de las diversas formas organizativas,
cosmovisiones derechos e intereses de los distintos Pueblos
que habitamos el país. Además, como siempre ha ocurrido,
cada grupo que llega al poder, cada partido político se
sirve del poder y hace uso de las instituciones y los
recursos del Estado para la satisfacción de su propio poder.
A lo anterior se une la falta de visión política de quienes
ejercen autoridad en el país al no tener presente intereses
de Estado sino intereses grupales, sectoriales o
partidistas. Por lo tanto dificulta la construcción de
procesos de largo plazo y por ende el debilitamiento y
destrucción de la Institucionalidad del País.
En la pos-guerra guatemalteca, los partidos políticos que
han llegado al Poder tales como: la Democracia Cristiana –
DC-, el Movimiento de Acción Solidaria –MAS-, el Partido de
Avanzada Nacional –PAN- y por último el Frente Republicano
Guatemalteco –FRG- han manipulado y han utilizado ciertas
instituciones claves para su propio beneficio, lo que ha
provocado graves problemas para la Nación y el Estado. Un
ejemplo sencillo es el hecho de colocar a sus mejores amigos
dóciles y fieles en instituciones del Estado.
Pero es mucho más grave aún que se siga aceptando e
imponiendo la actual estructura del Estado haciendo creer
que es representativo y democrático, cuando deja por un lado
a la mayoría de la población. Y esta práctica se repite,
pues basta con estudiar la configuración de los Partidos
Políticos actuales en contienda electoral para darse cuenta
de que los Pueblos Indígenas seguirán siendo utilizados en
aspectos operativos pero no en la definición de políticas y
muchos menos en candidaturas de primeras casillas. ¿Si esto
es así, de qué institucionalidad estamos hablando? ¿O de que
rompimiento institucional si esto no existe?
Es el momento de reflexionar y de entrar a una discusión
profunda sobre la situación institucional y doctrinaria del
Estado. No se puede seguir tolerando que las instituciones
se utilicen para fines particulares y sectoriales. Dicha
situación no solo debe cuestionarse a los que ejercen el
poder, sino debe atravesar las estructuras sociales, porque
sin ir muy lejos, por ejemplo, con la nominación de los
representantes a la conformación de la Comisión Nacional de
Resarcimiento grupos de Derechos Humanos y de la Unidad
Revolucionaria Nacional Guatemalteca utilizaron
manipulaciones para excluir a otros grupos y organizaciones,
a tal grado, presionaron incluso al Presidente de la
República para que no fuera aceptado el nombre de una
propuesta proveniente de organizaciones mayas que trabajan
por el resarcimiento.
No basta con protestar o denunciar un hecho que es
denigrante. Para los Pueblos Indígenas tampoco es de vida o
muerte defender una Institución que no representa los
intereses de dichos Pueblos o de una Constitución que no
legitima ni reconoce la existencia jurídica y política de
los mismos.
Para que haya Democracia y justicia en Guatemala es
necesario que se redacte una nueva constitución donde se
reconozca la existencia y los derechos de los Pueblos
Indígenas, además de crear nuevas instituciones y mecanismos
de participación genuina de dichos Pueblos. En este proceso
electoral que se está realizando existe una exclusión total
a los Pueblos Indígenas y eso deslegitima el próximo
gobierno y sus instituciones, aunque queda tiempo para
rectificar dichas acciones.
La Democracia no debe ser a medias, y tampoco debe ser
propiedad de unos cuantos. La Democracia debe ser para todos
y por ello, Defensoría Maya llama a los guatemaltecos a que
construyamos nuevas instituciones con nuevos principios,
reglas, normas de funcionamiento y que promuevan y
garanticen los intereses de los CUATRO pueblos que vivimos
en el país.
Guatemala, 17 de Julio de 2003.
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