En Perú prosigue la comercialización de Machu Picchu y otros complejos arqueológicos

Patrimonio cultural de la Humanidad convertido en "Disneylandia"

13/07/2003
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Para comenzar, ¿qué fue Machu Picchu? En el Perú del siglo XVI, fracasada la resistencia de los "Incas coloniales" (entre 1530 y 1572) contra los invasores españoles, el Manco Inca se acogió a un refugio que existía ya en las inaccesibles zonas montañosas próximas a Cusco: el actual Machu Picchu. Manco Inca, además, fue fundando algunas otras ciudades en esta región llamada Vilcabamba. Hasta 4.000 personas vivían ocultas y seguras en estas ciudades fortificadas, no visibles desde los valles; tan escondidas que alguna de ellas, Corihuayrachina, sobre el Cerro Victoria, a 3.300 m. de altitud, no fue descubierta hasta 1999. Esas ciudades escondidas fueron siempre lugares sagrados para las comunidades quechuas de la región. El Santuario de Machu Picchu fue, por ejemplo, el gran adoratorio del Apu Wayna Pic- chu. Con ayuda de un joven indígena, el investigador norteamericano Hiram Bingham descubrió una de esas ciudades en 1911. Como el descubridor no estaba seguro de si se trataba del principal reducto de los "Incas coloniales" acantonados en la región de Vilcabamba, dio a las ruinas el nombre de la montaña sagrada: Machu Picchu, "Cumbre de la antigua montaña". ¿Por qué está Machu Picchu en peligro? Desde 1983, el impresionante santuario inca está reconocido por la UNESCO como "Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad", junto con otras dos zonas arqueológicas (Chan Chan y Nazca), tres áreas de parques naturales, Cusco, y el centro histórico de Lima. Pero, por lo que se ve, eso no protege a Machu Picchu de la codicia de la industria turística. El consorcio hotelero estadounidense Orient Express (Hoteles Perú S.A.) y una filial de la compañía aérea chilena LAN, se aseguraron, ya en 1996, los derechos de explotación comercial del santuario, así como de sus únicas vías de acceso terrestre: el ferrocarril a Cusco (unos 112 kms.) y un camino peatonal, también frecuentado por los turistas, el Camino del Inca. Los indígenas y otros grupos de población peruana, en Sudamérica y también en Norteamérica, así como en Europa, observan con consternación cómo en ese lugar de contemplación se va alzando una especie de Disneylandia. Hay planes -no se sabe hasta qué punto resueltos- de escaleras mecánicas y bandas rodantes para que aumente el número de turistas adinerados que deambulen cómodamente por el santuario -y consiguientemente el lucro de los inversionistas extranjeros. Ya hoy danzan sobre el cielo de Machu Picchu globos de propagandas comerciales. Consecuencias para la población local Y lo que ocurre en Machu Picchu no es un caso aislado, sino un eminente ejemplo concreto de la funesta política económica neoliberal del Gobierno Fujimori, proseguida por el actual Gobierno de Alejandro Toledo: entregar en manos privadas, principalmente extranjeras, bienes del pueblo peruano - incluidos sus patrimonios cultural y natural- financieramente productivos. Esos intereses extranjeros gozan del usufructo y lo explotan en beneficio propio. Lo que agudiza aún más la dramática situación de pobreza y marginación que pesa sobre la mayoría de los peruanos. En el pueblecito de Aguas Calientes, al pie de Machu Picchu, la población venía viviendo del turismo: pequeñas prestaciones de servicios -porteadores, conductores de autobuses, etc.,- venta de sus productos artesanales; puestos de comida y pequeñas pensiones. La privatización del único medio de transporte público, el ferrocarril, produjo una enorme subida de las tarifas y el consiguiente encarecimiento de los bienes de consumo que hay que traer de Cusco para los turistas; la explotación comercial por el consorcio hotelero norteamericano significa la desaparición de la modesta gastronomía y hotelería de Aguas Calientes. Y aparte de la ruina económica: a la población local se le arrebata su identidad tradicional, su herencia cultural e histórica. Esto es palpable ya hoy en Aguas Calientes y Machu Picchu. Consecuencias para las ruinas mismas Pero también el Patrimonio Cultural y Natural mismo está en peligro. Las obras planeadas y las transformaciones son más de lo que las venerables, misteriosas ruinas pueden sobrellevar. Los peritajes de prestigiosos científicos peruanos, así como los estudios de la UNESCO y de otras organizaciones internacionales son ignorados también por el actual Gobierno Toledo. Los expertos de la UNESCO, por ejemplo, dictaminaron que las ruinas no pueden soportar sin daño la presencia simultánea de más de 300 personas. Lo que significa que la cifra actual de 3000 visitantes por día es ya claramente excesiva. El subsuelo de la montaña sagrada es geológicamente inestable, y el entorno natural de las ruinas se deteriora por el exceso de presencia humana. El peligro de corrimientos de tierras es grande, y especialmente acentuado en las zonas implacablemente machacadas por el golpeteo de los autobuses. La Prof. Dr. Inge Bolin, antropóloga cultural, de Canadá, opina: "El volumen actual del turismo es ya excesivo en extremo, sobre todo por el sacudimiento de toda la montaña. Los autobuses suben y bajan casi sin interrupción durante todo el día. Ya ha habido aludes de piedras y corrimientos de tierras. Y naturalmente, el deterioro por basuras es enorme. Todo lo cual es una verdadera catástrofe para aquel bellísimo, mágico entorno". Una vez más: Nada de "caso aislado" Un ejemplo más de esa destructiva política de comercialización del patrimonio cultural del pueblo peruano es Kuélap, en el departamento de Amazonas. El 20-12-2001, el Presidente de la República, Alejandro Toledo, aprobó una Resolución Suprema que permite la cesión a inversores nacionales y extranjeros del territorio en torno al complejo arquelógico de Kuélap. Los inversores se proponen crear alrededor de esta joya arqueológica una construcción hotelera de lujo, de turismo excluyente, para adinerados. Y el Gobierno ya se adelanta construyendo un buena carretera de acceso, dado el muy mal estado de la que existe desde los años 90. La prevista transferencia de los derechos de comercialización a consorcios turísticos extranjeros significa la expropiación y expulsión de los campesinos de la zona, con una indemnización ridícula, o eventualmente ninguna. Los entendidos consideran a Kuélap como la más importante atracción arqueológica de Perú, después de Machu Picchu. Está situada a 3000 m. de altitud y es de bastante difícil acceso. El conjunto, con murallas de hasta 20 m. de altura, no es de origen incaico, sino de otra cultura anterior, los Chachapoyas. En el siglo XV, el reino de los Chachapoyas fue conquistado por los Incas. Ellos dominaron a los Chachapoyas unos setenta años hasta la llegada de los conquistadores españoles. Kuélap quedó olvidada, pero custodiada por algunas familias, descendientes de los chachapoyas, que todavía hoy viven alrededor de la fortaleza. El Gobierno pretende actuar en nombre de la arqueología y del turismo. En todo caso, viola los derechos y desprecia las necesidades de la población local, -también la no indígena- comenzando por ni siquiera haber informado a los habitantes de los planes en marcha. Los campesinos fueron sorprendidos por completo al ser informados por Rodrigo Ruiz Rubio, y otros representantes de la recientemente fundada Asociación para la Defensa y Desarrollo de Kuélap (ADDK), de los proyectos que van a transformar su territorio y su patrimonio cultural. Nunca se les preguntó ni se les pidió su conformidad. Como la situación es bastante tensa, la vida diaria de los atribulados vecinos está sembrada de amenazas y de intervenciones de las autoridades. Un ejemplo: en noviembre del 2000, un misterioso incendio destruyó campos de labor, y bosques. El Instituto Peruano de Cultura culpó a los propietarios de las áreas siniestradas de haber sido ellos mismos los autores del incendio -acusación disparatada, porque el producto de esos terrenos constituye la única fuente de vida de aquellos campesinos. Aparte de que también fue incendiado el cementerio donde duermen sus antepasados. En la actualidad, un grupo de profesionales, encabezado por el arqueólogo Alfredo Narváez, contratados por ProInversión (organismo del Gobierno, encargado de las privatizaciones y concesiones) viene elaborando un Plan Maestro en el cual, con subjetivos argumentos, pretenden desplazar a la población de Kuélap y justificar la entrega en concesión a inversionistas internacionales. Alternativas y consecuencias El santo y seña es: "Fomento de un turismo sostenible": NO por encima de las cabezas de la población local; NO con daño del tesoro cultural de Machu Picchu0, o de otros monumentos análogos, como el de Kuélap; y NO cerrando ojos y oídos a las consecuencias sociales, culturales y ecológicas. El Gobierno del Presidente Toledo está democráticamente legitimado, y llegó al poder con promesas de cambio, de hacer una política diferente; pero prosigue la política económica neoliberal del régimen de Fujimori; y agravándola aún más, como lo demuestra la ya mencionada Resolución Suprema Nº 535- 2001-EF, firmada no sólo por el Presidente Toledo, sino también por el Vicepresidente y también Ministro de Industria, Turismo, Integración y Negociaciones Comerciales Internacionales Raúl Díez Canseco, y el entonces Ministro de Economía y Finanzas Pedro Pablo Kuczynski. El desarrollo del turismo tiene que llevarse a cabo en beneficio, no en daño, ni a costa de la población local -con su conformidad y cooperación. Y sólo es sostenible si resuelve las necesidades y dificultades del presente, sin comprometer las de las generaciones futuras. La mejora de las condiciones de vida de la población necesitada y el respeto a su identidad cultural, basada en su patrimonio histórico, tienen absoluta prioridad y preferencia. El patrimonio cultural y natural de Perú pertenece a su pueblo - y no a sus gobernantes, ni a quienes se benefician comercializándolo. Lo que ya puede verse y está aconteciendo hoy en Machu Picchu, lo que está planeado en Kuélap, o la ridiculez de un funicular al volcán Misti en Arequipa, agrede y es una afrenta al pueblo peruano. Y es asimismo inaceptable para todos los que reconocen y admiran el patrimonio cultural y natural del Perú. * Gunter Séller, Andrea Herbert. ALASEI-Bonn. Lima / Bonn, Julio 2003 -
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