La seguridad social está en crisis, no solo el ISS
12/06/2003
- Opinión
Cumplidos los diez años de aplicación de la Ley 100 es hora
de aceptar que Colombia se equivocó con la reforma a la
Seguridad Social realizada en 1993. El costo fiscal de las
pensiones está ejerciendo una mayor presión sobre las
finanzas públicas; su cobertura no aumentó y sigue dejando
sin protección al sector informal y a los trabajadores
rurales, hoy más pobres que en ese entonces. Continúan las
grandes pensiones para los regímenes especiales, militares,
maestros, congresistas, jueces, ECOPETROL, problema
fundamental de la crisis y los otros causantes del alto
costo fiscal, los entes territoriales, apenas se han tocado
tímidamente. En los fondos privados, con un desarrollo menor
al esperado, cerca del 35% de los cotizantes solo lograrán
pensión mínima y el 88% no alcanza una pensión superior al
40% del último salario.
La salud vive una coyuntura casi inmanejable, no obstante
los altos niveles de gasto que representan más del 4% del
PIB, por encima del promedio de América Latina. Se logró
aumentar la cobertura hasta llegar a un poco más de la mitad
de la población pero el Estado se ha quedado con los viejos,
enfermos y pobres y el sector privado con los jóvenes, sanos
y ricos. Algunos hospitales han logrado responder al reto de
los subsidios de demanda pero muchos se han cerrado durante
estos diez años generando un gran problema de atención para
los sectores pobres del país. La insatisfacción de los
profesionales de la salud merece un análisis. El ISS, pilar
del sistema de seguridad social, está en la mitad de un
claro enfrentamiento con el Ministerio de Hacienda por su
déficit pensional y en medio de una polémica entre gobierno
y sindicatos por sus fallas administrativas y costos
laborales. Todo lo anterior, para no hablar de los riesgos
profesionales que siempre han sido como el hijo pródigo del
sistema.
Sin duda es hora de tomar medidas serias y probablemente
drásticas porque las consecuencias sociales y económicas de
esta disfuncionalidad ameritan identificar rápidamente
correctivos. Dadas las últimas medidas que el gobierno ha
tomado, acabando instituciones con viejos problemas para
crear nuevas, y con la seguridad de que el ISS está en
capilla para una operación similar, es fundamental abrirle
los ojos al Gobierno para que no se equivoque, de nuevo, en
materia grave. Sin duda el Instituto de Seguros Sociales
carga con muchos problemas que van desde la politiquería, la
ineficiencia y una carga laboral considerable, pero muchos
de sus actuales dificultades obedecen a una reforma que
nació viciada de intereses no siempre loables. Por
consiguiente, actuar exclusivamente sobre el ISS equivale a
la conocida fórmula de vender el sofá dejando aún más
desprotegida a una población de viejos, pobres y enfermos,
que no le interesa a nadie.
A principios de los noventa se reconoció que la seguridad
social, particularmente las pensiones, requerían una
reforma. Factores demográficos como el envejecimiento de la
población, su escasa cobertura, la desproporción de
beneficios y la desprotección del campo y de los informales,
los excesos de los regímenes especiales y la no cotización
en muchas instituciones públicas en departamentos y
municipios, exigían nuevas normas. Así mismo, el
clientelismo que se había adueñado del Seguro Social, sus
problemas operativos, obligaban a tomar decisiones que
permitieran complementar el sistema de prima media
escalonada, en el cual los jóvenes respondían por las
pensiones de los viejos.
Pero en pensiones el problema más grave no era el del Seguro
Social sino el del sector público. Los regímenes especiales
de los militares, los maestros, los Congresistas, y en
particular el desorden de las pensiones públicas sin
cotización de los beneficiarios, eran los problemas más
dramáticos y urgentes. Sin embargo, eso poco se consideró
porque la verdadera razón de la reforma, que en principio se
concentró en las pensiones del sector privado, era
fortalecer el mercado de capitales para no mencionar los
beneficios que recibirían los dueños de los nuevos fondos de
capitalización individual que podían llegar a manejar un
monto equivalente al 45% del PIB(1)1/. Los impulsores de la
Reforma querían la desaparición del Seguro Social para
seguir al pie de la letra la reforma chilena, considerada
como la maravilla, independientemente de sus costos
fiscales. La pelea fue dura y todos la recuerdan, con
renuncias, debate público en el Congreso y en los medios y
hasta un libro con una propuesta diferente cuyo prólogo fue
escrito por el hoy presidente Uribe.
Diez años han pasado y Cusiana, como se dijo en su momento,
no dio para cubrir el costo fiscal. Los regímenes especiales
siguen incólumes y se les han agregado otros como el de los
jueces. Por las razones que sea el seguro no compitió con
éxito con los fondos pero estos a su vez se han llenado de
población que no arma una pensión decente. El deterioro de
la economía y la informalización del mercado laboral
acabaron con la posibilidad de fortalecer la capitalización
privada que estaba hecha para los hombres, jóvenes y ricos
que son, cada vez más, una minoría. Resultado, una nueva
crisis de la seguridad social. Pero mucho de lo que está
sucediendo en pensiones estaba cantado. En 1992, la
Contraloría General de la Nación publicó un libro titulado,
La Reforma a La Seguridad Colombiana ¿Una Aventura
Económica?(2)2 Allí se pronosticaba el alto costo fiscal de
los bonos pensionales, de los subsidios para alcanzar
pensiones mínimas y su incapacidad para aumentar cobertura.
Hugo López, en un artículo contemporáneo tuvo una frase
lapidaria que hoy es perfectamente vigente: "Los seguros
individuales solo podrán funcionar cuando no haya pobres"
(3)3
¿Se resuelve el grave problema pensional que afecta a toda
la sociedad colombiana especialmente a los más débiles, con
solo matar al ISS? O las decisiones deben mirar todo el
contexto del sistema de pensiones vigente y explorar
alternativas que fueron despreciadas por los gurús de ese
momento que desgraciadamente continúan dictando cátedra en
el país sin que nadie les pase una cuenta de cobro por sus
errores nacidos de su suficiencia.
Como se exploró en su momento, los sistemas mixtos, el
reparto y la capitalización, que coexistan no para competir
como ahora sino para complementarse, pueden devolverle al
sistema la solidaridad que se requiere, bajar el costo
fiscal y dejar espacio financiero para subsidiar la
vinculación de los más pobres. Mirar definitivamente las
pensiones públicas y eliminar de una vez por todas los
regímenes especiales, son los temas que deben ponerse en el
tapete. Si todos cotizan simultáneamente a los dos sistemas,
los ricos subsidiarán a los pobres, los jóvenes a los viejos
y hasta los hombres a las mujeres. Que se requeriría otro
ISS? Probablemente, pero si no se cambia la ley, el nuevo
ISS se desbaratará más temprano que tarde.
El modelo de salud es teóricamente válido, seguro público
con fondo de solidaridad y competencia en la prestación pero
su operación debe replantearse. Primero, las filtraciones de
recursos dirigidas al régimen subsidiado tienen que
eliminarse. Segundo, no todo el país resiste la competencia
y por lo tanto no se le puede imponer a todos los hospitales
públicos el subsidio de demanda. Tercero, en las zonas
pobres tampoco se justifica que los que lleguen primero
pertenezcan al régimen subsidiado y los demás queden como
vinculados que es sinónimo de desamparo. Cuarto, en salud
deben considerarse dos esquemas diferentes, uno para zonas
desarrolladas y otro para zonas rezagadas. Quinto, el ISS no
puede seguir siendo un seguro de enfermos viejos y pobres y
el sector privado con los jóvenes, ricos y sanos. Sexto,
para sostener este esquema que asegure el no desamparo de
los enfermos costosos el ISS debe recibir relativamente más
recursos por compensación. Muchos más temas quedan en el
tapete, la sub utilización de la infraestructura clínica del
seguro, el desaliento de los profesionales de la salud, la
pérdida de la calidad de la atención médica, etc., etc.,
etc., Se remedia todo esto con solo acabar el ISS?
El gobierno y el país no se pueden equivocar de nuevo por lo
tanto, el gran debate nacional sobre la Ley 100 de seguridad
social con todos los actores públicos y privados, tiene que
empezar de inmediato. Sin ideología, sin pasión, con cifras
y particularmente con mentes y oídos abiertos.
Notas:
1 López Cecilia, Juan Carlos Ramírez et al," Análisis de las
Alternativas para una Reforma Pensional en Colombia".
PNUD, 1992. Bogotá.
2 Contraloría General de la República. "La Reforma a la
Seguridad Social Colombiana ¿ Una Aventura Económica? CCG.
Bogotá, 1992.
3/ López, Hugo. "Ciclo de Vida Laboral y Seguridad Social
en Colombia". Instituto de los Seguros Sociales, CIE,
Universidad de Antioquia. Medellín. 1990.
* Cecilia López Montaño. Bogotá, junio 13 del 2003. www.cecilialopezcree.com
https://www.alainet.org/es/active/4036
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