El Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (Cerigua) se fundó cuando en el país se libraba un conflicto armado de carácter no internacional, según lo calificó la ONU, y en medio de una política contrainsurgente de Estado, caracterizada por violaciones sistemáticas a los derechos humanos, masacres, represión generalizada y genocidio.

Surgió el 8 de agosto de 1983, en coincidencia con el golpe de Estado que le dio el general Humberto Mejía Víctores al general Efraín Ríos Montt. Se formó con la intención de contribuir a romper el cerco informativo tendido sobre esa dramática realidad, a través de servicios informativos y de análisis para divulgar información sobre las violaciones a los derechos humanos, de las que casi nada se sabía en el mundo.

Fue parte del movimiento alternativo de la época y es uno de los pocos que no sucumbieron a la voraz globalización que devoró a los demás. Tuvo que fundarse en el extranjero, en Costa Rica, y desarrollarse en Managua y México, país en donde conquistó, durante muchos años, espacios en los principales medios escritos, radiales y televisivos, que abordaron los acontecimientos guatemaltecos, con notas y análisis de Cerigua. Las múltiples colaboraciones desde Norteamérica, Europa y Guatemala fueron clave en su despliegue informativo.

Fue el único medio que estuvo presente en todas las reuniones de negociación para poner fin al ese añejo conflicto. Los 46 mil refugiados en tres estados mexicanos —Chiapas, Campeche y Quintana Roo— organizados en comisiones permanentes, estuvieron acompañados informativamente por esta agencia que desplazó reporteros a los campamentos, trabajó intensamente información sobre su demanda de un retorno colectivo y organizado, y viajó con el primer contingente que logró ese ansiado objetivo.

Rigoberta Menchú también recibió la solidaridad de Cerigua, que puso a su disposición sus oficinas en México, durante la campaña para alcanzar el Premio Nobel de la Paz, así como los espacios que había conquistado en los medios mexicanos y en la Asociación de Corresponsales Extranjeros, la tercera más grande en el mundo y de la que Cerigua fue miembro activo y parte de sus directivas.

Las actividades de Cerigua trascendieron el campo periodístico y comunicativo. Tuvo contacto con personalidades internacionales, parlamentarios norteamericanos, canadienses, europeos, reconocidos escritores, funcionarios de gobierno, líderes religiosos y sociales de varios continentes, así como con comités de solidaridad, analistas, académicos, entre otros, que recibieron sus servicios como alternativa a la uniformidad de la información que circulaba sobre el país y desarrollaron un vínculo solidario con este medio.

Desde su constitución logró presencia en la prensa internacional, y por su trabajo tesonero, mística, convicciones, profesionalidad y visión, se ha ganado un espacio, así como la confianza y el reconocimiento de actores nacionales e internacionales vinculados con el periodismo, de funcionarios y de la sociedad civil.

Especial reconocimiento a tantas personas que nos han apoyado en varios continentes; gracias a ellas seguimos construyendo el sueño de ser alternativos, pero no marginales, y de contribuir en la democratización de las comunicaciones, en la lucha por el respeto y la vigencia de la libertad de expresión y en la construcción de la democracia en el país.