Iglesias y movimientos sociales se preparan para el Jubileo 2000
15/07/1998
- Opinión
Brasilia.- Iglesias, movimientos populares, sindicatos y Organizaciones No Gubernamentales de Brasil están
en pleno debate sobre el "Proyecto Brasil", orientado a redimir las deudas sociales del país.
El Día del Trabajador Rural, que se celebrará el 25 de este mes, el Momento Nacional de la
Semana Social Brasileña, del 4 al 8 de agosto, y el Grito de los Excluidos, el 7 de septiembre, día
de la independencia, constituirán fechas preparatorias del Jubileo 2000.
El problema de las deudas constituye la médula de la propuesta bíblica del Jubileo, que tiene hoy
una urgencia especial. Colocando el perdón de las deudas como desafió central del Jubileo
continuamos el pensamiento de Cristo expresado en la oración que él mismo enseñó, declaró el
obispo Demetrio Valentini, responsable de la Pastoral Social de la Conferencia Nacional de
Obispos de Brasil.
La redención de las deudas, agregó, asume la forma más amplia de una nueva evangelización,
como parte de la Buena Nueva que el mundo necesita hoy con urgencia.
El documento preparatorio para el Momento Nacional señala como causas principales de la deuda
social brasileña la esclavitud y la ausencia de un proyecto de nación por parte de los grupos
hegemónicos. Según el documento, la sociedad brasileña siempre estuvo dominada por una élite
volcada hacia el exterior, que sacaba las riquezas del país para integrarse a la élite internacional. No
hubo un movimiento para constituir una nación, afirma.
28 deudas sociales
Ese documento señala por lo menos 28 deudas sociales existentes en Brasil, desde la reforma
agraria, el desempleo y el trabajo esclavo hasta los problemas del hambre, la vivienda, la corrupción
y los medios de comunicación. Sin olvidar, por supuesto, la deuda externa del país, estimada hoy
en 198 mil millones de dólares, que succiona la riqueza en desmedro del pago de las deudas
sociales.
Este año, Brasil tiene que pagar 55.400 millones de dólares por la deuda externa. Con la mitad de
esos recursos se podría realizar la Reforma Agraria, cuyo costo estimado es de 25.000 millones de
dólares, señala el Momento Nacional.
Agrega que, además de estar legalmente desprotegido, el trabajador brasileño está mal remunerado.
El salario por hora en la industria de transformación en Brasil es de 2,68 dólares, mientras que en
Corea llega a 4,93 dólares, en España a ll,73 dólares, en Estados Unidos es de 16.40 dólares y en
Alemania de 24,87 dólares. Si se cumpliese lo establecido en la Constitución el salario mínimo
brasileño sería de 686 dólares mensuales, calculó el Departamento Intersindical de Estadística y
Estudios Socio-Económicos.
La participación de los salarios en el PIB (Producto Interno Bruto) cayó de 45 por ciento en 1990 a
38 por ciento en 1996. Pero la utilidad del capital fue excesiva en los últimos años.
Según la revista Veja del 11 de febrero último, por cada 100 dólares colocados en Brasil entre 1992
y 1995 las multinacionales tuvieron un retorno de 23 dólares. El promedio de ese retorno en los
países desarrollados es de 15,7 por ciento. Las utilidades del capital aumentaron su participación
en el PIB del 33 al 41 por ciento de 1990 a 1996.
El documento del Momento Nacional señala que también existe una deuda social interna en el
campo de las comunicaciones. En Brasil, anota, existen 380 diarios, pero solamente 45 de cada mil
brasileños lee un periódico diariamente. Nuestros diarios se escriben para minorías letradas y de las
capitales financieras del país, afirma.
Muchos medios, estima, son usados para mantener la dominación y alienación de los excluidos, en
vez de ser herramientas para construir la ciudadanía popular. Las siete u ocho familias que
dominan la televisión, opina, "tienen engañado al pueblo desde hace décadas, con programas de
bajísimo nivel critico y humanitario". El documento propugna la idea de "micrófonos para el
pueblo", para que diga por sí mismo que piensa, vive y sueña.
El documento también sugiere puntos esenciales para el rescate de la deuda social. Entre ellos las
movilizaciones populares, un valiente ejercicio de la ciudadanía, incentivar la perspectiva ecuménica
y privilegiar el diálogo para "rehacer el sueño y alimentar la utopía". Estas actitudes cuestionan la
perspectiva neoliberal, que refuerza las raíces de la deuda social a partir de la ideología del
pensamiento único, la idolatría del mercado y el desmontaje de lo social.
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