Antihistoria ecuatoriana

02/08/2010
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Me gusta escribir cuando una obra de madurez académica e interés universal me reta a la inteligencia. En estas circunstancia me pongo a escribir “lo mío”, es decir, mi reacción politizada de lo que me llegó a sacudir mi curiosidad. Es que a veces, esos libros que llegan a parar en la mesita de cabecera junto a mi cama, no me dejan dormir. Tengo que leerlos primero para que me tranquilice. Y si los leo, tengo que opinar. Y si opino, quiero que lean. Así es la cadena o el círculo vicioso que gira sobre la política de la literatura, o la literatura de la política. Una adicción cerca del fanatismo. Esta noche no me deja dormir el libro ANTIHISTORIA ECUATORIANA (1) de autoría de un amigo, el profesor René Báez, del Ecuador, y lo he leído con frenesí.
 
A René Báez lo admiro a la distancia personal, y lo admiro de cerca por los artículos bien pensados y bien escritos y por su integridad político-literaria, que pasa cualquier prueba de resistencia social históricamente dominada por la izquierda latinoamericana.
 
René Báez ha entrevistado al famoso Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, un héroe al que vengo acompañando y admirando también de lejos, desde su primer día de revolucionario mexicano cuando apareció llenando las páginas de los periódicos y las noticias de radio y televisión con su coraje y determinación de liberar al pueblo de Chiapas.
 
Una idea que siempre he tenido es que “La crítica de la izquierda debe combatir los mitos” y tanto el colega escritor ecuatoriano como el “Sup” Marcos aceptan la crítica de la izquierda, cuando los viejos camaradas del Partido Comunista (Brasil) no la reconocen como necesaria. Marcos dijo en una entrevista: “El quehacer intelectual de la izquierda debe ser, ante todo, un ejercicio crítico y autocrítico”. El libro de René Báez me trae a la vista ese ejercicio crítico, demostrado cuando explica que el presidente ecuatoriano Rafael Correa no es tan de izquierda, como lo creemos. Además, la claridad del lenguaje y la estructura del libro me convencen, sin titubear. Es un libro honesto de palabras y de intenciones.
 
Leonardo Boff, escritor comprometido con la Teología de la Liberación, dice lo siguiente en una de sus crónicas: “El economista profundo pensaría así frente a la crisis actual: ¿Cómo podemos resolver los problemas de la humanidad? y no, ¿Cómo salvar el sistema económico en crisis?”. Pues René Báez es uno de esos economistas “profundos” de que habla Leonardo Boff. Y también hace preguntas: ¿Cómo superar el fundamentalismo liberal? Y propone la respuesta: “El elemento clave para el desarrollo económico de una región/provincia/país/continente constituye, sin duda, el incremento sostenido de la productividad del trabajo, aunque ese desarrollo/crecimiento únicamente podrá adquirir sentido y perdurabilidad si se halla inscrito en códices de justicia y en los límites impuestos por la naturaleza. El crecimiento por el crecimiento ya liquidó al ´socialismo real´ europeo y en los años que corren ha colocado al filo del abismo al conjunto de la raza humana”.
 
Vengo leyendo los artículos de René Báez desde hace algunos años. Mi reacción a ellos, siempre positiva y apreciativa, me hace enviarle pequeños comentarios por internet, con palabras sinceras, pero cuidadosas, porque estamos condenados a mantener esta geográfica distancia. La economía me ha fascinado siempre, pero la mantengo en una perspectiva casi literaria, no numérica, porque las cifras me provocan pánico, desde los peligrosos años de las dictaduras militares promonopólicas en América Latina. En Brasil los economistas fueron de los primeros en ser perseguidos, torturados o exiliados. Este detalle me ha persuadido que la economía no convencional y los cambios sociales tienen una relación íntima.
 
ANTIHISTORIA ECUATORIANA es un libro accesible. Su lenguaje es cristalino, es gramaticalmente correcto, bien estructurado y agradable. El autor no se propone ser didáctico, no es arrogante ni pretensioso. El mismo título se lo prueba. Sin proclamar ser poeta, nos presenta un texto poético-político-idealista y un reto irresistible: “Cuál será el cabal sentido de antihistoria?”. Supongo que la historia al revés, es decir, la del agotamiento de la teoría y la práctica optimistas de una Modernidad que ha venido cabalgando a horcajadas del dinero y el positivismo científico-tecnológico. O acaso, también, el vocablo nos estaría revelando esa “otra historia”, o sea, la cadena de procesos y acontecimientos invisibilizados o negados por la ideología oficial y sus escribas, pero que de modo intermitente emerge a la superficie como episodios multiformes de resistencia a la par impugnadores y salvacionistas.
 
Estamos todavía marcados por las injusticias y las “adquisiciones” provistas por la derecha y acostumbrados en el vano consuelo de que a la izquierda hay que abrazarla aunque venga sólo con un disfraz, aquella que en los ya distantes tiempos de las dictaduras se llamaba la “izquierda festiva”.
 
Ahora, que estamos viviendo un verdadero carnaval de izquierda liberal en Latinoamérica, estamos también en el proceso de hacer la crítica de la crítica de la izquierda reconvertida al neoliberalismo, como lo dice muy bien el escritor Pascual Serrano. Con eso él se refiere a los que abandonaron su ideario revolucionario y critican a la izquierda en nombre de la izquierda, mientras el resto critica a la izquierda en nombre de la derecha.
 
La lista de los reconvertidos es enorme, aunque la verdadera izquierda sigue firme con los idealistas determinados a seguir su línea.
 
Septiembre 2002. El Subcomandante Marcos escribió al compañero Fernando Yáñez Muñoz una carta -publicada en el periódico CeNiT (de la Confederación Española Nacional del Trabajo No. 900, 2002)- en la cual explica: “Izquierda, Centro, Derecha: entre las trampas de la historia está aquella que dice: ´todo tiempo pasado fue mejor´. Cuando la derecha lo dice, está confesando su vocación reaccionaria. Cuando es la izquierda parlamentaria quien lo postula, está exhibiendo las claudicaciones que forman su presente. Cuando es el centro quien habla, es que uno está delirando porque el centro no existe”.
 
ANTIHISTORIA ECUATORIANA, nos cuenta René Báez, tiene como antecedente su ensayo titulado “La quimera de la modernización”, incorporado al libro colectivo ECUADOR: PASADO Y PRESENTE,(2). Su nueva contribución al discernimiento del proceso político ecuatoriano actualiza el referido texto con el escrutinio de los sucesos más recientes, especialmente los atingentes al gobierno -a su juicio- bancomundialista de Rafael Correa, los cuales son desglosados a la luz teórica y metodológica contenida en el subcapítulo denominado “Neoinstitucionalismo: fase superior del neoliberalismo y fórmula de reprimarización productiva, lumpenacumulación y criminalización social”.
 
La ANTIHISTORIA de la referida república andina ha sido complementada con dos esclarecedores anexos: el primero, elaborado por el escritor brasileño Cesar Neto que lleva por título “Una nueva Constitución y una nueva decepción”; y el segundo, de autoría de Pablo Dávalos, catedrático e investigador de la Universidad Católica de Quito, que aporta con su estudio “Banco Mundial, neoliberalismo y Alianza País: la trama invisible”.
 
Finalmente, una palabra sobre la carátula de la portada, obra de M. Gallardo, que es excelente, y que me parece más agresiva que el título del libro: aunque provoca miedo, provoca también curiosidad.
 
Notas
 
(1) Báez, René: Antihistoria ecuatoriana, Universidad Central del Ecuador, Quito, 2010.
(2) Báez René, Agustín Cueva et al, Ecuador: pasado y presente, Universidad Central del Ecuador, Quito, 1975.
 
Toledo/USA, agosto 2010
 
- Teresinka Pereira es Premio Nacional de Literatura del Brasil y presidenta de la International Writers Association (IWA)
https://www.alainet.org/es/active/39948?language=es
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