Cuba, los presos y el diálogo

14/07/2010
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La excarcelación decidida por Cuba de los 52 prisioneros del llamado grupo de los 75 que aún permanecían en prisión es una excelente noticia comoquiera que se le mire pero no debiera sorprender a nadie. De los 20 que hasta el momento han decidido viajar a España, diez han llegado ya a Madrid en lo que va de esta semana.

La revolución Cubana ha sido generosa con sus adversarios siempre que las circunstancias del duro enfrentamiento a la agresividad de Estados Unidos se lo han permitido, una tradición que arranca con el trato humanista y caballeroso recibido por los cientos, y, a la postre, miles, de soldados de la dictadura de Fulgencio Batista hechos prisioneros por el ejército revolucionario encabezado por Fidel Castro. El reencuentro de Che Guevara con su profesión de médico cuando después del combate de El Uvero brindó atención por igual a los heridos propios y a los enemigos sintetiza un principio ético al que la Revolución se ha mantenido fiel. Por esa misma concepción la inmensa mayoría de los integrantes de la invasión de la CIA por Bahía de Cochinos, excepto los que habían cometido crímenes de guerra,  fue devuelta poco después sana y salva a territorio estadounidense.  Estos pocos casos bastarían para exponer la mendacidad de quienes hablan de torturas en las prisiones cubanas.

La puesta en libertad de los 52 presos contrarrevolucionarios confirma que La Habana no se mueve un milímetro bajo presión, amenazas, chantajes o campañas mediáticas y sin embargo está siempre dispuesta al diálogo respetuoso y flexible si existe buena voluntad y espíritu constructivo en sus interlocutores, de modo que no lesione la soberanía y la autodeterminación de Cuba. Este es el caso de las gestiones en pro de la excarcelación de los presos realizadas ante el presidente Raúl Castro por el cardenal Jaime Ortega y el gobierno español, sobre todo en la persona del canciller Miguel Ángel Moratinos. En oposición a su antecesor la administración de José Luis Rodríguez Zapatero ha abogado en el seno de la Unión Europea por el diálogo con Cuba en lugar de la confrontación y por la derogación de la denominada Posición Común de aquella hacia la isla, un instrumento impuesto con apoyo yanqui por el abominable José María  Aznar, que implica enjaezar a Europa a la política anticubana de Estados Unidos.  Al ser informado de la liberación de los 52 en un plazo de entre tres y cuatro meses, Moratinos declaró que “Ya no hay razón para mantener la Posición Común. Esto era lo que mis colegas me habían pedido, espero que ahora respondan al compromiso”. El canciller español había solicitado el 14 de junio a sus homólogos europeos  una prórroga de tres meses para reconsiderar la citada postura.

Washington ha tratado de restar importancia al gesto de Cuba pero en el Congreso avanza una iniciativa de ley para autorizar a los estadounidenses a viajar a la isla y hacer menos onerosas las condiciones que debe cumplir para comprar alimentos en Estados Unidos, que cuenta con el apoyo de un amplio arco de fuerzas económicas y políticas muy influyentes y podría ser impulsada por las excarcelaciones; aunque también corre el riesgo de diluirse ante la proximidad de las elecciones y la batalla por el voto de Florida.

Estados Unidos no puede hacerse el desentendido ante la liberación de los presos puesto que el gobierno de ese país tiene toda la responsabilidad política y moral por su encarcelamiento. Los llamados disidentes actuaban a su servicio, recibían instrucciones y dinero de su oficina diplomática en La Habana y fueron condenados por los tribunales cubanos con apego a la ley en un momento en que existían fuertes indicios de que estaba en preparación una intervención militar estadounidense. Lo menos que podría hacer Obama como un gesto de reciprocidad inmediata es excarcelar a los cinco antiterroristas cubanos injustamente condenados, para lo que bastaría su firma.

En medios internacionales se levanta de nuevo la alharaca sobre “cambios” en Cuba. Pues bien, ha habido reformas importantes durante el gobierno de Raúl Castro y existe una voluntad nacional de cambiar todo lo que haya de ser cambiado. Pero los cambios que quiere una mayoría de cubanos son para renovar y fortalecer el rumbo socialista. Por eso levanta el fervor nacional ver a Fidel encabezando otra gran batalla internacionalista, ahora en solidaridad con los pueblos del Medio Oriente, en particular con Irán, y para preservar la paz mundial.

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