Fiesta de cumpleaños con multitudes en Argentina
La patria hereje, bailadora y murguera
27/05/2010
- Opinión
Una breve semblanza de lo que fue para una cronista de APM la última jornada de los festejos por el Bicentenarios, callejeros y con millones de personas homenajeando a la República.
El escritor argentino Leopoldo Marechal nos hablaba de la Patria como una niña: “Yo la vi talonear los caballos australes, niña y pintando el orbe de sus juegos”. El fin de semana pasado vino bailando por Diagonal Norte, se sumó a la fiesta y agitó desde lo alto. Es una Patria joven y mestiza. Y sonriente.
Más de dos millones de personas asistieron al cierre de los festejos del bicentenario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires. Desbordaron la Avenida 9 de Julio y el asombro de todos los agoreros, que insistieron hasta el último momento en que éste era un pueblo hastiado, cansado, enojado.
Las palabras de Arturo Jauretche parecían profetizar desde la gráfica elegida para vestir el Paseo del Bicentenario: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
Unas cuadras más abajo, en Casa Rosada, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibía a los jefes de Estado de la región y demás invitados, y hablaba a todos los argentinos, escoltada por los grandes héroes de Latinoamérica: “Desde el día viernes millones han salido a las calles a festejar, a reír, a estar junto al otro, a compartir, y quería hacerlo además, acompañada de los hombres que tienen responsabilidades de Estado en esta América del Sur”.
Y agregaba: “Si alguien nos mirara a todos nosotros, vería los distintos orígenes, pero vería un solo objetivo: que sus pueblos, que sus sociedades tengan más libertad, más igualdad, más equitativa distribución de la riqueza, más educación, más salud”.
De repente, la sentencia que Mariano Moreno dejó plasmada en su Plan de Operaciones cobraba actualidad: “El mejor gobierno, forma y costumbre de una Nación, es aquel que hace feliz al mayor número de individuos”.
Y la América del Sur a pleno por las calles de Buenos Aires se sumó a esta propuesta de alegría. Con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza, Evo Morales (Bolivia), Hugo Chávez (Venezuela), José “Pepe” Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay) Sebastián Piñera (Chile), Lula da Silva (Brasil), caminaron entre la gente hasta llegar al palco preparado para ver el desfile que anunciaba más de 2.000 actores y acróbatas, y prometía ser tan histórico como la jornada.
Carrozas de alto vuelo estético y tecnológico, metáforas históricas sobre los argentinos, sus sueños y sus tristezas; la marcha multitudinaria que crecía. Hasta que aparecieron las murgas porteñas, como en Carnavales, y tembló el protocolo: la presidenta, discreta pero con ritmo, demostró ser buena bailadora. Es que así somos las argentinas.
La Patria no ha de ser para nosotros/ una madre de pechos reventones; / ni tampoco una hermana paralela en el tiempo / de la flor y la fruta; / ni siquiera una novia que nos pide la sangre / de un clavel o una herida. Así escribía Marechal.
Más de dos millones de personas asistieron al cierre de los festejos del bicentenario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires. Desbordaron la Avenida 9 de Julio y el asombro de todos los agoreros, que insistieron hasta el último momento en que éste era un pueblo hastiado, cansado, enojado.
Las palabras de Arturo Jauretche parecían profetizar desde la gráfica elegida para vestir el Paseo del Bicentenario: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”.
Unas cuadras más abajo, en Casa Rosada, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibía a los jefes de Estado de la región y demás invitados, y hablaba a todos los argentinos, escoltada por los grandes héroes de Latinoamérica: “Desde el día viernes millones han salido a las calles a festejar, a reír, a estar junto al otro, a compartir, y quería hacerlo además, acompañada de los hombres que tienen responsabilidades de Estado en esta América del Sur”.
Y agregaba: “Si alguien nos mirara a todos nosotros, vería los distintos orígenes, pero vería un solo objetivo: que sus pueblos, que sus sociedades tengan más libertad, más igualdad, más equitativa distribución de la riqueza, más educación, más salud”.
De repente, la sentencia que Mariano Moreno dejó plasmada en su Plan de Operaciones cobraba actualidad: “El mejor gobierno, forma y costumbre de una Nación, es aquel que hace feliz al mayor número de individuos”.
Y la América del Sur a pleno por las calles de Buenos Aires se sumó a esta propuesta de alegría. Con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza, Evo Morales (Bolivia), Hugo Chávez (Venezuela), José “Pepe” Mujica (Uruguay), Rafael Correa (Ecuador), Fernando Lugo (Paraguay) Sebastián Piñera (Chile), Lula da Silva (Brasil), caminaron entre la gente hasta llegar al palco preparado para ver el desfile que anunciaba más de 2.000 actores y acróbatas, y prometía ser tan histórico como la jornada.
Carrozas de alto vuelo estético y tecnológico, metáforas históricas sobre los argentinos, sus sueños y sus tristezas; la marcha multitudinaria que crecía. Hasta que aparecieron las murgas porteñas, como en Carnavales, y tembló el protocolo: la presidenta, discreta pero con ritmo, demostró ser buena bailadora. Es que así somos las argentinas.
La Patria no ha de ser para nosotros/ una madre de pechos reventones; / ni tampoco una hermana paralela en el tiempo / de la flor y la fruta; / ni siquiera una novia que nos pide la sangre / de un clavel o una herida. Así escribía Marechal.
- APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
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