Emancipación definitiva para los pueblos indios

27/05/2010
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Una política de exterminio y desvaloración de los pueblos originarios y afrodescendientes se aplica en toda América Latina y en Caribe en pleno siglo XXI, lo cual es mucho más preocupante cuando en Colombia se combina con una estrategia de muerte.
 
En el escenario del Anfiteatro Simón Bolívar, de la antigua Universidad y Escuela Nacional Preparatoria, José Vicente Otero, de la Coordinadora por la autodeterminación de los Pueblos Indígenas de Colombia, denunció, ante un auditorio pluricultural que, en esa nación, 32 grupos indígenas están en peligro de desaparecer por el combate a la guerrilla y al narco, que devino militarización y destrucción en casas, pueblos, comunidades y ha alterado la vida de hombres y mujeres desde hace 50 años.
 
El dirigente planteó que el siete por ciento de la población indígena de Colombia lo constituyen pueblos desplazados, mujeres y hombres que han tenido que emigrar de sus tierras originarias; 58 pueblos que apenas constituyen 3,4 por ciento, casi un millón y medio de habitantes que en soledad pretenden oponerse a esa estrategia de muerte.
 
Otero participó en el Encuentro de Pueblos indígenas, Originarios y Afrodescendientes de América Latina y el Caribe que encontró un espacio de discusión en la capital mexicana, del 20 al 23 de mayo.
 
Allí la venezolana afrodescendiente Flor Auristela Márquez dijo que, a propósito de las “fiestas del bicentenario, se nos ha olvidado que 60 millones de hombres y mujeres africanas fueron desraizados del continente africano en el momento mismo de la conquista, y éstos jamás han sido reconocidos como parte de la barbarie que ha limitado los derechos y el desarrollo de millones de habitantes que en el siglo XXI están listos para recuperar su identidad”.
 
La joven académica y feminista, responsable de la Cátedra Libre África de la Universidad Bolivariana de Venezuela, explicó que, a varias décadas de políticas indigenistas y observadoras de los pueblos originarios, han echado tierra sobre lo que fue la trata negrera.
 
Los foros y mesas de trabajo iniciales expusieron estos dos grandes temas: exterminio en pleno siglo XXI y urgencia por recuperar la identidad, a través del encuentro de los pueblos que viven hoy los efectos del neoliberalismo y el consumismo.
 
Otero fue elocuente, descriptivo en hechos y sucesos que pueden ser un ejemplo. En Colombia, dijo, hay 102 pueblos originarios de cuya población, solamente en los últimos ocho años, han desaparecido cerca de 200 indígenas, hombres y mujeres, en tanto 90 fueron secuestrados; hay amenazas y conflictos. Una guerra de corte democrática del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, quien derrotado para reelegirse “ya encamina a quienes continuarán con su política”, advirtió.
 
Pero la pobreza, el sometimiento y la exclusión de los pueblos “es algo que hemos discutido por muchos años”, sin conseguir, por ejemplo, la restitución de los territorios arrebatados a esos pueblos.
 
El despojo de esas tierras, muchas de ellas muy ricas y potentes, es el obstáculo mayor para hacer efectiva la demanda de autonomía territorial, señaló. El Instituto de Desarrollo Rural de Colombia, indicó, quiere reactivar las escrituras coloniales, y por ello urge crear leyes que garanticen, para todos y todas, una paz integral.
 
Los representantes de los pueblos con cita en México trabajaron en programas de unidad y la definición de nuevas estrategias de resistencia creativas, para dar fin a la pérdida de dignidad.
 
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