Sobre sectarios e ignorantes

Causas y consecuencias de la crisis uruguaya

09/06/2003
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Expresiones de contradictorio valor han comenzado a escucharse. Los industriales y exportadores se preocupan por la libre flotación del dólar indicando que ello le hace perder competitividad a la producción del país en los mercados externos. Por supuesto en su planteo, en el que está implícito la mejoría del comercio con el exterior, no se tiene en cuenta la otra punta del problema, que es la situación del mercado interno. De la gente. Si el dólar se nivela en su precio de mercado y el Banco Central, como hace desde hace algunas semanas, se abstiene en sostener la cotización y la misma se mantiene en el nivel que le establece la oferta y la demanda, es evidente que el valor del peso uruguayo será otro. Sin embargo, lamentablemente, la reducción de la masa salarial en poder de la gente se ha achicado de tal manera, que para que haya una recuperación paulatina de la venta interna falta mucho y, además es necesario, aventar los criterios abstrusos de un equipo económico que sigue demostrando su incapacidad para cumplir con su función específica que no es solo pagar la deuda externa de acuerdo a lo acordado con los organismos multilaterales de crédito, sino utilizar todos los recursos de la economía para mejorar la situación del país, brindando a sus habitantes felicidad a través del trabajo digno. El crecimiento económico es básico para que todo se pueda cumplir, desde los objetivos elementales que deberían tener los funcionarios de un gobierno, hasta los compromisos internos y externos que se asumieran en el transcurso de una gestión. Y ese concepto es el que falta en la posición de exportadores e industriales que reclaman un dólar alto. El precio del dólar es una variable importante que actúa en una dirección u otra. Si está demasiado alto, como ocurrió cuando bordeaba los 30 pesos la unidad, evidentemente se favorecía la competitividad. Si ese precio, como ocurrió durante un largo período del país, estaba en un nivel relativamente bajo, ello promueve un claro mejoramiento de las condiciones de vida de la gente, aunque la política de caída de los aranceles que se aplicó con criterio más que abstrusos, los neoliberales a la violeta que nos gobernaron desde Luis Alberto Lacalle en adelante, actuó contra el trabajo nacional. Se justificaba esa política en darle a la gente la posibilidad de consumir mostaza de Dijón, a precio razonable para los niveles salariales de la gente, abriendo una competencia ruinosa con los productos que se producían en las fábricas uruguayas. Sin embargo nadie se podía imaginar el delirio supremo, propio de una superlativa soberbia que embargó al gobierno de Julio María Sanguinetti quién junto con su ministro de Economía, Luis Mosca, ante la devaluación de Brasil (1998), no adoptó ninguna medida. El efecto fue la caída de las exportaciones. Se dejó de vender arroz, carne, lácteos, lana, etc., los clásicos "comoditis" primarios producidos en el país. Por supuesto que los productos industriales ya estaban sufriendo la competencia de la rebaja de los aranceles por la cual cerraron fábricas de calzado, la industria textil, las plantas que producían repuestos para automóviles, neumáticos, etc. Fue una debacle nacional que se expresó en un agudo proceso de recesión que comenzó al fin del anterior gobierno y se extiende a lo largo de todo el período en que Jorge Batlle ocupa el séptimo piso del Edificio Libertad. Los diversos ajustes fiscales comenzaron a carcomer el poder de compra de la gente, achicando la masa monetaria que estaba en su poder a niveles muy inferiores a los necesarios para el funcionamiento normal de la economía. Se redujo el salario y las jubilaciones por dos mecanismos: el achatamiento de los ingresos que no fueron actualizados, (en el sector privado se vive por razones coyunturales una situación agónica desde hace casi cuatro años), y en el sector público se determinaron incrementos por debajo de los cómputos de la inflación. El otro mecanismo utilizado fue el incremento de las tarifas de los servicios públicos que, además, de reducir por su incidencia, los ingresos de la gente, comenzaron a perjudicar de manera clara a las propias empresas públicas. Llegó un momento que el incremento del precio significaba caída del consumo y, como consecuencia, el aumento del déficit fiscal. Este fenómeno es el que se vive en la actualidad, pues los elementos que provocan ese efecto, siguen presentes en nuestra realidad. Es interesante para entender el fenómeno, ver lo ocurrido con la rebaja del 12, por ciento en el precio de las naftas, cuyo consumo se estaba achicando constantemente, mes a mes. El efecto inmediato de la reducción del precio fue un crecimiento del consumo que en mayo se cuantificó en un 16 %, prácticamente la misma cifra de la indefectible caída anual del consumo en ese rubro que distribuye ANCAP. La rebaja de los precios no solo paró la caída, sino que mejoró el nivel de consumo. Sin embargo esa "perla" en la política gubernamental que es una especie de rarísima mosca blanca, para algunos no sirve como enseñanza En el actual mes se conocieron nuevos incrementos tarifarios de UTE, OSE y ANTEL, anunciándose que ANCAP está estudiando la aplicación de su imaginaría "paramétrica", nuevos precios ante la "nueva" realidad. Ello significa que por la cabeza del director de la OPP, Ariel Davrieux y del presidente de ANCAP, Jorge Sanguinetti, circula la idea de reiterar otro incremento, como si la gente pudiera pagar más de lo que tiene. Es que, evidentemente, a la cerrazón ideológica que viven estos señores, se suma ahora otros efectos que quieren acentuar, sin advertir que el licuar las deudas del Estado en un nivel alto de inflación, es otra forma de afectar a los proveedores privados de un gobierno endeudado, en un crónico default, que quiere traspasar su problemática a quienes le vendieron distintos insumos. Un método de retrasmitir pobreza, haciendo pagar a otros, las responsabilidades del funcionamiento del Estado, verdadero paquidermo que, obviamente, no quiere recortar sus gorduras. Un ejemplo para ello: En el programa BitácoraTV, el dirigente de AUTE Julio García, informó a una atónita audiencia, que en gastos de funcionamiento el directorio de UTE, que preside el escribano Scaglia, gasta anualmente un millón y medio de dólares. ¿Qué podríamos decir se los sueldos de los jerarcas de algunos nuevos bancos, que son del Estado, que en un mes obtienen, con el recorte incluido, decenas de veces más que el sueldo del presidente de la República? ¿No son adiposidades a recortar? Pero, claro está, este sigue siendo el país al que se le venden buzones de todo tipo, a tal nivel, que se ha hipotecado el futuro de generaciones como consecuencia de una política – que solo mencionaremos al paso – en que se financió al sistema financiero sin advertir que vivía una dramática reestructuración. Con ello se siguió afectando el nivel de vida de la gente. Miles y miles de personas siguen abandonando el sistema mutual (el promedio es de 8 mil por mes), 700 mil personas están viviendo en la marginación, en un verdadero ostracismo social, sin aportar a la seguridad social ni estar amparada por esta, con problemas de empleo que significan que solamente realizan tareas esporádicas, changas, etc. El 20 % de la PEA, se estima para el cómputo de junio, malvive en desocupación abierta. Sin embargo esa cifra, en algunos departamentos del interior se eleva dramáticamente: en Durazno se calcula un 35 % de la PEA está desocupada. La emigración, en lo que va del año, ya supera las 40 mil jóvenes, cifra que dejará pequeña a la del año anterior, en que se alejaron del país 50 mil personas. Estos, a grandes pincelazos, son algunos aspectos del deterioro nacional. Concientizar las causas y consecuencias, es el camino correcto para aventar a tanto irresponsable que, por los vericuetos de nuestro sistema democrático, han podido acceder al gobierno. Y si no los aventamos, terminaremos siendo una republiqueta de viejos, empobrecida, vacía de población y de dignidad que quizás pueda brindar algunos servicios a los demás países de la región. Por supuesto, los que queden, tratarán de seguir pagando las cuotas de los vencimientos del endeudamiento externo. * Carlos Santiago es Secretario de redacción de Bitácora. Uruguay.
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