La inspiración latinoamericana:

El movimiento indígena y sus alternativas

01/12/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 450: Lecturas desde los movimientos: Qué ha cambiado con los gobiernos de cambio? 06/02/2014
“Inspiración Latinoamericana”, así se llamó una jornada de reflexión y sensibilización organizada por activistas suecos a propósito de las transformaciones políticas y sociales que se viven en la región y donde se depositan las esperanzas de un “otro mundo es posible”  frente a las crisis de civilización que envuelve el Planeta. La emergencia del movimiento indígena y la presencia de gobiernos progresistas (Bolivia y Ecuador) nos indican que vamos hacia la realización de este sueño, pero en el otro lado de la orilla la región vive contradicciones que envuelven en polarizaciones a jefes de Estado y pueblos indígenas.
 
Este artículo intenta ubicar al movimiento indígena con sus avances, coincidencias y desafíos en un escenario de contradicciones entre gobiernos de derecha y gobiernos progresistas que influyen en los procesos políticos que involucran a los pueblos indígenas.
 
Las alternativas indígenas
 
De partida nos preguntamos cuáles son los planteamientos indígenas que en la actualidad han logrado cuajarse en la región y ganar reconocimiento internacional.
 
En los primeros años de la década de los noventa el escenario latinoamericano parecía indicarnos que no cabían posibilidades para que las apuestas de sectores sociales históricamente excluidos se constituyeran en la inspiración que siguen hoy los movimientos sociales que aspiran a transformaciones profundas en la sociedad, la economía y las estructuras de poder en la región y en el mundo.
 
La década nos dejaría un actor político nuevo pero con propuestas ancestrales que responden a problemas globales. Al movimiento indígena debemos las alternativas que reafirman la importancia de la reciprocidad con la naturaleza para la vida y la subsistencia global, que hoy se expresan en el Buen Vivir y que se contraponen al modelo capitalista del consumismo y la extracción ilimitada de los recursos de la naturaleza cuyas secuelas más grandes se expresan en el cambio climático.
 
El Buen Vivir como una de las alternativas indígenas ha encontrado coincidencias con otros movimientos (ecologistas por ejemplo), con quienes ha profundizado las criticas globales al modelo extractivista de las políticas de desarrollo que se promueven en la casi totalidad de países de la región, así como generado resistencias locales a la extracción petrolera y minera. Estas resistencias han reafirmado derechos indígenas que constituyen los pilares de sus propuestas, como el derecho a la autodeterminación y al territorio.
 
La presencia del movimiento indígena en la política demanda la transformación de los Estados actuales en Estados Plurinacionales, lo que implica la construcción de democracias interculturales. Esta propuesta indígena exige la reconstrucción de las estructuras de poder estatal con la inclusión de los pueblos indígenas en el ejercicio de ese poder; también plantea repensar la democracia, lo que reposiciona el ejercicio del derecho a la participación y la consulta, no sólo para los indígenas sino para todos los sectores de las sociedades nacionales.
 
El protagonismo indígena en la región, sus demandas y propuestas han ganado reconocimiento global. En la subregión andina los estados de Bolivia y Ecuador han incluido el Buen Vivir y el Estado Plurinacional en sus constituciones nacionales. A nivel mundial, lo más relevante ha sido la aprobación de la Declaración de las Nacionales Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. La realización de estos avances es todavía un reto para los estados y los propios pueblos indígenas.
 
Hitos y factores en el posicionamiento de las alternativas indígenas
 
Lo conseguido por el movimiento indígena no hubiera sido posible sino hubieran existido procesos internos y externos que contribuyeran con el posicionamiento de las alternativas indígenas y favorecieron al protagonismo indígena. Aquí podemos identificar algunos hechos relevantes.
 
En este sentido -sin duda- la emergencia del movimiento zapatista en México con su propuesta de “construir poder y no tomar el poder” constituye uno de los hitos más importantes en las luchas latinoamericanas de finales del siglo XX, por tanto influyó en el movimiento indígena y reforzó sus planteamientos de estados plurinacionales.
 
Un segundo aspecto es la emergencia del movimiento indígena en los países de la subregión andina. Por ejemplo, los sucesivos levantamientos indígenas en el Ecuador -que llevaron a la caída de varios gobiernos- marcaron el inicio del protagonismo indígena. Este proceso luego se replicaría –con sus propias particularidades- en Bolivia.
 
La emergencia indígena andina más adelante iniciará un proceso de articulación regional y continental (expresado en la constitución de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI y las Cumbres Continentales de Pueblos Indígenas) que contribuyeron positivamente con el posicionamiento de las alternativas indígenas en el área andina y su influencia en la región latinoamericana.
 
El propio movimiento indígena ha realizado, a lo largo de la década, cuatro momentos continentales de reflexión y valoración de sus avances y planteamientos. Desde Teotihuacan (México, 2000), Kito (Ecuador, 2004), Iximche’ (Guatemala, 2007) y
Titikaka (Perú, 2009) han significado importantes momentos para la reafirmación de las alternativas indígenas.
 
Un quinto aspecto es el encuentro del movimiento indígena con otros movimientos sociales. Aparte de lo ya citado, podemos destacar que debido a los impactos de las políticas neoliberales se ha coincidido con el movimiento de resistencia a la globalización económica y a la negociación de tratados de libre comercio (TLCs) de países latinoamericanos con Estados Unidos y la Unión Europea.
 
Un sexto aspecto que me parece importante destacar es la instalación de gobiernos “progresistas” en la región que han contribuido a la visibilización de las alternativas de los movimientos sociales en general. En especial, la llegada de Evo Morales al gobierno en Bolivia ayudó a que el mundo empezara a valorar la importancia de los pueblos indígenas y su inclusión en los estados.
 
Del encuentro indígena con otros movimientos y de la presencia de gobiernos “progresistas” en la región se puede destacar su contribución al fracaso de la propuesta estadounidense de área de libre comercio de las américas (ALCA) al finalizar el primer quinquenio de la presente década.
 
Los obstáculos para las alternativas indígenas
 
Situar los obstáculos y límites de las apuestas indígenas nos llevan a identificar las tendencias latinoamericanas, teniendo como la contradicción central la posición de sus gobiernos respecto a las políticas neoliberales que influyen en otros campos de la política internacional.
 
Por un lado, algunos gobiernos “progresistas” de Suramérica (Bolivia, Venezuela, Ecuador) se oponen -de alguna manera- al neoliberalismo y junto a Cuba y Nicaragua han constituido la ALBA (Alternativa Bolivariana para América) en contraposición a las aspiraciones estadounidense de constituir a la región en un área para su libre comercio.
 
Por otro lado, están los gobiernos de derecha (Chile, Colombia, Perú, México) que implementan mecanismos para consolidar el neoliberalismo en la región y son entusiastas suscriptores de tratados de libre comercio.
 
Esta contradicción ha llevado a la casi inutilidad política de la Comunidad Andina (CAN) -que sólo se sostiene por la necesidad del comercio en la subregión- y el fracaso de las negociaciones comerciales en bloque con la Unión Europea. A nivel de la región esta contradicción es un obstáculo para sostener incluso una posición común en defensa de la democracia en el caso Honduras.
 
En este contexto de contradicciones, cuáles son los obstáculos que enfrenta el movimiento indígena.
 
En los países con gobiernos de derecha el principal obstáculo proviene de la implementación de las políticas neoliberales que afectan a los pueblos indígenas y de la ausencia estatal en el reconocimiento y la protección efectiva de los derechos indígenas. Es paradójico pero son también estados que han sucrito y/o promovido instrumentos internacionales que reconocen derechos indígenas. Son los propios pueblos indígenas que han asumido la defensa de sus derechos y la respuesta estatal viene con políticas de criminalización que constituyen una suerte de cáncer para las resistencias indígenas. 
 
En estos países también se utiliza la justificación del interés nacional para imponer políticas de desarrollo que vulneran derechos colectivos. En suma, en estos contextos nacionales las alternativas indígenas tienen menos posibilidades de avanzar y el movimiento indígena es debilitado sostenidamente por la imposición, la criminalización o la necesidad que la pobreza se inventa.
 
Mientras que en algunos de los países con gobiernos progresistas el contexto aparentemente es más favorable para el movimiento indígena. Es Bolivia sin duda el escenario donde las alternativas indígenas han cobrado fuerza de realidad. Si bien Ecuador ha incluido las alternativas indígenas en la Constitución, aún parece distante de las transformaciones que se viven en el país del altiplano.
 
En estos países andinos el obstáculo para las aspiraciones indígenas es la transformación del reconocimiento constitucional de las alternativas indígenas en políticas públicas. Este paso también tiene sus propios obstáculos porque requiere de la reconstrucción de las estructuras estatales y la redistribución del poder político que ni la burocracia ni la oligarquía pretender ceder sin resistir, tal como sucede en Bolivia, y que demanda una articulación del movimiento indígena y gobierno para avanzar.
 
Sin embargo, algo que en común mantienen gobiernos de derecha y progresistas en la región es la política de desarrollo basada en las actividades extractivas (hidrocarburos y minería). Esta situación tiene sus desencuentros con el movimiento indígena que aspira a que los gobiernos progresistas mantengan la coherencia frente al capitalismo. Ecuador es un ejemplo de estos desencuentros, donde el movimiento indígena se ha opuesto a las leyes de minería y –recientemente a la ley de agua- que el gobierno de Correa pretendía aprobar y que pondría en riesgo territorios y derechos indígenas.
 
La situación actual del movimiento
 
Una mirada al interior del movimiento indígena latinoamericano es un paso necesario para visualizar los desafíos y perspectivas. Una primera apreciación es que identificamos que el movimiento indígena latinoamericano también tiene sus propias particularidades que marcan las diferencias en su nivel de influencia en las transformaciones políticas nacionales y subregionales.
 
En Los Andes el movimiento ha logrado cuajar sus alternativas, articulaciones e influencias en los procesos políticos nacionales. En la amazonía suramericana el movimiento ha recuperado su influencia con las movilizaciones indígenas en Perú que han reposicionado la lucha por la defensa de la Amazonía.
 
En Centroamérica los movimientos tienen para ofrecer realidades y esperanzas. Por ejemplo, Nicaragua nos enseña la posibilidad de que las autonomías indígenas consentidas por el Estado son posibles y del movimiento en Guatemala se espera que pueda consolidarse para constituirse en un actor político nacional.
 
Un segundo proceso que observamos son las articulaciones subregionales que a su vez se han encontrado y han empezado un diálogo hacia la construcción de una respuesta unificada de los pueblos indígenas de la región. 
 
En Los Andes y la Amazonía los procesos nacionales se han articulado constituyéndose espacios de coordinación subregional (Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas -CAOI y  a la Coordinadora de la Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica- COICA). En Centroamérica el proceso de articulación tiene como referente al CICA.
 
El conjunto de estos actores del movimiento latinoamericano –tras un diálogo de alternativas y alianzas- llamaron a la constitución de una instancia de coordinación continental de pueblos indígenas. Llamado que fue ratificado con la declaración de la IV Cumbre Continental de Pueblos Indígenas (Puno, mayo 2009).
 
Las perspectivas para el movimiento
 
En lo inmediato el movimiento requiere repensar sus formas de lucha en un contexto de radicalización de las políticas de criminalización que los estados de tendencia neoliberal vienen implementando en la región. Estas políticas estatales buscan debilitar al movimiento indígena al distraerlo con procesos judiciales, situación que muchas veces requiere la concentración de esfuerzos en la defensa penal. En este sentido urge que el movimiento establezca alianzas con el movimiento de derechos humanos y activar mecanismos efectivos de protección de los derechos a nivel nacional e internacional.
 
Uno de los principales desafíos del movimiento indígena es responder los cuestionamientos sobre el “romanticismo” de sus alternativas y la viabilidad de las mismas. En este sentido el movimiento requiere involucrarse en procesos de debate y construcción que contribuyan con la transformación de las alternativas indígenas en alternativas para todos a través de políticas públicas interculturales que sean implementadas desde los estados. Es decir, ya no es suficiente saltar de la resistencia a la propuesta sino volver de la propuesta a la implementación de las alternativas indígenas. Este desafío también incluye a los gobiernos progresistas (Bolivia y Ecuador).  
 
Otro desafío consiste en cómo consolidar los procesos de articulación subregional y continental sin agrandar las brechas que separan las luchas locales de las acciones internacionales y globales. El movimiento requiere coherencia en su acción local e internacional, por tanto debe nutrirse de procesos que a su vez articulen y canalicen las demandas en sus diferentes niveles. Las articulaciones subregionales a su vez requieren de diálogos que les permita madurar posiciones respecto a problemas globales que demandan la propuesta y acción de los pueblos indígenas (por ejemplo, frente al cambio climático).
 
Un cuarto desafío tiene que ver con la autonomía del movimiento indígena en su relación con los gobiernos progresistas y otros movimientos sociales. La autonomía del movimiento es importante para mantener la firmeza en la defensa de los derechos indígenas. Una observación que tenemos es que en Latinoamérica, independientemente que los países tengan gobiernos de derecha o progresistas, la lucha de los pueblos indígenas no parece hacer distinciones “ideológicas” cuando de defender sus derechos se trata, por ello la importancia de la autonomía.
 
- Luis Vittor es investigador peruano sobre pueblos indígenas e industrias extractivas.
https://www.alainet.org/es/active/38207
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