10 años después: ¿qué quedó de las juventudes del Marzo Paraguayo?

22/04/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 443: América Latina en Movimiento No 443-444 06/02/2014
Introducción
 
En estas líneas pretendemos una breve reflexión sobre la presencia en el espacio público de las juventudes a partir del Marzo Paraguayo (1999) hasta nuestros días. Utilizamos el término juventudes para visibilizar la pluralidad de personas jóvenes que coexisten y, a la vez, las dificultades de definición de lo que es “ser joven”, pues referirnos a lo netamente etario es no sólo extremadamente limitado, sino sumamente homogeneizador e invisibilizante de la diversidad. En ese sentido, Faur y Cháves (2006) afirman que:
 
El plural juventudes debe ser interpretado no como un neologismo banal sino como una lucha política de afirmación de la heterogeneidad en oposición al discurso homogeneizador que primó en los estudios previos sobre juventud (…) que sigue dirigiendo muchas de las políticas de intervención hacia el sector y que articula uno de los significados más reproducidos en torno a los jóvenes, invisibilizando la complejidad de sus vidas.[1]
 
El Marzo Paraguayo: nos dimos cuenta que sí podemos
 
Luego de la caída de la dictadura (que en realidad fue un golpe de cúpulas militares alejado del pueblo), los acontecimientos del Marzo Paraguayo de 1999 constituyen, probablemente, el acontecimiento histórico popular más importante de nuestra historia reciente. A raíz de la liberación del General Oviedo por indulto presidencial del Ing. Raúl Cubas, entonces presidente (y leal a Oviedo), y del asesinato del vicepresidente Dr. Luis María Argaña (caudillo civil colorado opositor a Oviedo), se inició una de las más importantes resistencias civiles, encabezadas principalmente por campesinos/as de la FNC (Federación Nacional Campesina) -que en ese momento se encontraban en Asunción para la marcha anual que realizaban todos los meses de marzo- y por personas jóvenes indignadas que se iban acercando a la plaza a ponerle freno a un gobierno con rasgos dictatoriales y exigir la renuncia del presidente Cubas.[2]
 
A partir del derrocamiento del presidente Cubas[3], las juventudes paraguayas tomaron conciencia del poder que tenían como sujetos transformadores, de que se podía hacer algo, de que las juventudes podían hacer la diferencia. Se rompió todo el esquema que nuestros padres nos habían transmitido sobre el  “no te metas” que reinaba en la dictadura que duró 35 años en Paraguay. A su vez, las personas adultas valoraron la claridad y el ímpetu que tenían quienes salieron a la calle a defender un proceso democrático que se estaba rompiendo. Igualmente era interesante cómo los medios masivos de comunicación señalaban a “los jóvenes de la plaza” como actores principales del momento político y social que se estaba viviendo. 
 
Luego del marzo, se dio una efervescencia nunca antes ni después vista, de organizaciones juveniles, con ideas, con reivindicaciones propias, con propuestas de cambio, reconociéndose a sí mismas como colectivos capaces de convertirse en interlocutores/as válidos de las demandas y reivindicaciones juveniles, ante la sociedad y ante el Estado.
 
Pero esta exaltación general empezó a decaer, entre el año 2000 y 2001, en que todo este entusiasmo se fue diluyendo, como consecuencia de la posición neopopulista adoptada por un gobierno de Unidad Nacional[4] de fachada, que no supo leer el fenómeno del poder joven del Marzo Paraguayo o que, viéndola como una amenaza, se encargó de desmovilizarla a través de la burocratización, el no reconocimiento deliberado y la invisibilización. 
 
Organizaciones Juveniles: entre la articulación y la fragmentación
 
Como al inicio de los noventa -cuando hubo una intensa movida joven-, a partir del año 1999 se formaron y articularon diversas organizaciones juveniles en torno a reivindicaciones puntuales (educación, participación, expresión juvenil, etc.). Fue muy difícil lograr una articulación de organizaciones con demandas comunes, con una agenda reivindicativa amplia y con capacidad de incidencia e interlocución ante la sociedad y ante el Estado[5]. Sólo en ocasiones puntuales, las diferentes organizaciones se han puesto de acuerdo con relación a temas comunes. Actualmente, se están gestando espacios de articulación, todavía en formación[6], pero sigue sin haber un referente fuerte en temas relacionados a políticas públicas de juventud. 
 
Hay, sin embargo, esfuerzos aislados pero importantes en relación a determinados temas. El esquema deeducación universitaria fue instalado fuertemente durante el año 2008 por un grupo de estudiantes de la Universidad Católica, denominado “La (Otra) Universidad”, que cuestionaba el nombramiento como rector de Antonio Moreno Ruffinelli (hombre estrechamente vinculado al régimen dictatorial) y, al mismo tiempo, reivindicaba un modelo diferente e incluyente de educación universitaria.
 
Asimismo, la reivindicación del derecho a la tierra es un tema clave para los hijos e hijas de integrantes de las organizaciones campesinas, que tienen una alta presencia en el espacio público. Para organizaciones juveniles campesinas, como el Consejo Regional de Juventud de ASAGRAPA[7], el impacto de los agronegocios en la vida de las comunidades campesinas genera problemas cruciales, pues la expansión del monocultivo de soja transgénica y de los agrotóxicos tiene como resultado la masiva expulsión y desintegración de las comunidades campesinas, donde las personas jóvenes son obligadas a migrar en condiciones indignas, condenadas por el modelo capitalista a dejar sus tierras, sus familias, sus vidas, buscando mejores oportunidades, en las ciudades o en otros países.
 
Visiones paradójicas de las juventudes: “Juventud estudiosa” vs. “Juventud violenta”
 
En un reciente estudio sobre juventud en la región, preguntaron sobre las características juveniles. Más de la mitad señala como características principales la irresponsabilidad, la peligrosidad, la violencia, el consumismo y el individualismo.
 
Esto genera lo que Luis Caputo recuerda como “efecto espejo”, pues existe una fuerte tendencia a adoptar la imagen que se emite desde la sociedad, que es reforzada constantemente por los medios de comunicación.
 
Por otra parte, la sociedad adultocéntrica[8] habla de la juventud como “el futuro de la patria”, como “la esperanza” y, al mismo tiempo, niega la capacidad de posicionamiento de las personas jóvenes como actoras políticas en el presente.
 
Esto crea una serie de ambigüedades que, en la mayoría de los casos, es muy difícil administrar pues, por un lado, son objetos (más que sujetos) del discurso de los diferentes actores políticos y sociales, con la ya gastada frase de “son el futuro, son la esperanza” y, por otra parte, en la práctica, somos vistos y tratados como personas sin la capacidad de generar los cambios que tanto “esperan” de nosotros.
 
El desinterés del Estado por atender las necesidades generales y específicas de la mayoría de la población[9] no es casual. A este sistema excluyente y empobrecedor le conviene idiotizar a las juventudes, pues es el colectivo joven el que tiene posibilidades reales de proponer cambios a este orden de cosas.
 
En muchos casos, sectores dominantes de la sociedad (con buena participación del Estado), estereotipan a las juventudes sólo para atribuirles cualidades negativas y para negar la capacidad de influir en la sociedad. Las personas jóvenes, al no contar con oportunidades, difícilmente pueden verse como un colectivo con necesidades y reivindicaciones propias y con capacidad para generar alternativas para hacer escuchar estas reivindicaciones.
 
Al mismo tiempo, la “transversalización” del tema juventud en los otros proyectos y planes ha dificultado aún más el reconocimiento de la existencia de temas específicos que afectan a las personas jóvenes desde esta condición específica.
 
Abril del 2008: ¿nace una esperanza?
 
La victoria de Fernando Lugo constituyó la ruptura de 61 años de hegemonía del Partido Colorado en el poder. En este proceso electoral la participación juvenil fue clave. No sólo desde el discurso[10], sino desde la manera en que las personas jóvenes se involucraron al proceso electoral a partir del surgimiento de una figura capaz de romper con muchos años de gobiernos colorados.
 
Luego de la victoria de Fernando Lugo, el órgano encargado de la gestión de políticas públicas de juventud, el Vice Ministerio de la Juventud (VMJ), organismo dependiente del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), por primera vez desde su creación fue ocupado por una persona no colorada, del PMAS[11], caracterizado, entre otras cosas, por tener una dirigencia joven y que surge de la Casa de la Juventud, una organización juvenil que desde sus inicios ha tenido una alta visibilidad pero limitada capacidad de articulación en el espectro de las juventudes de izquierda y las organizaciones populares.[12]
 
Pero esta “ventaja inicial” no ha mejorado cualitativamente la articulación con las organizaciones juveniles. Ciertamente, se han abierto espacios de discusión sobre políticas públicas de juventud, pero se ha realizado casi exclusivamente con ONGs[13] antes que con organizaciones de base[14], al tiempo de realizarse en compartimientos estancos sin discutir con todos/as el todo, además de que aún no se ha logrado articular diálogos con personas jóvenes no organizadas que constituyen la mayoría del país.[15]
 
En ese sentido, el enorme desafío que debe asumir el Estado, a través del VMJ y todas las instancias, es el de trabajar sin sectarismos de ningún tipo en el diseño e implementación de políticas públicas de juventud que atiendan a la diversidad de maneras de “ser joven” en Paraguay que, históricamente, han sido invisibilizadas.
 
A 10 años, ¿cuáles son los desafíos de las juventudes en Paraguay?
 
Desde las organizaciones sociales necesitamos seguir trabajando en la construcción de espacios de interlocución y de diálogo con el Estado para influir de verdad en la formulación e implementación de las políticas públicas.
 
Es necesario avanzar en la construcción de una “agenda país” que coloque a las juventudes en posición de disputar con otros actores políticos y sociales la construcción de la democracia, al tiempo de reconocer las especificidades del ser joven. Hasta ahora este reconocimiento de especificidad ha sido limitado a cuestiones puntuales (boleto estudiantil, educación universitaria, etc.) y no ha logrado articular las especificidades desde la amplitud de la condición joven.
 
Asimismo, en muchos casos se tiene una lectura de clase pero un actuar funcional al sistema que termina cumpliendo una función legitimante. En este contexto actual de amplias desigualdades e inequidades sociales y económicas es capital que las organizaciones juveniles aporten a las luchas de sectores populares de una manera más abierta y decidida.
 
Esto puede permitir volver a vernos a nosotros/as mismos/as al igual que en aquel Marzo, como seres capaces de constituirnos en actores políticos importantes del cambio en el país.
 
- Mirta Moragas Mereles -25 años. Abogada. Integrante de la Organización de Feministas Jóvenes Las Ramonas. Ex coordinadora general del Parlamento Joven.


[1]Faur y Cháves (2006), citado por Luis Caputo (2009) en la ponencia “Las nuevas generaciones frente a la dimensión social de la violencia”, presentada en las jornadas “Infancia, adolescencia, agresiva o agredida…” en el Centro de Estudios Psicoanalíticos de Asunción CEPA.
[2]Contrariamente a lo ocurrido en abril del 96, las organizaciones juveniles no se encontraban articuladas entre sí. El primer actor juvenil que se manifiesta es, Jóvenes por la Democracia, que no era una organización propiamente dicha. Desde finales del año 1998, dirigentes políticos juveniles del Partido Colorado, del Partido Liberal Radical Auténtico, del Encuentro Nacional y del Partido Revolucionario Febrerista abren un espacio de diálogo sobre la situación del país y la crisis que se iba agudizando, a éste espacio lo denominan “Jóvenes por la Democracia”. A las pocas horas de conocerse el asesinato del vicepresidente, realizan la convocatoria a la plaza. Muchas organizaciones juveniles y sociales en general, así como individualidades, se van congregando en las plazas del Congreso, donde desde el día anterior a este hecho ya estaban apostados miembros de la Federación Nacional Campesina. Estas personas, jóvenes en general, no se reconocían a si mismas como Jóvenes por la Democracia; fue la prensa la que a partir de que dirigentes políticos siempre tienen una mayor visibilidad, denominó a todos y todas, Jóvenes por la Democracia, cuando realmente existía una fuerte resistencia hacia los mismos y las estructuras que representaban” (Palau, 2004)
[3] El presidente Cubas renunció el mismo día en que debía votarse su destitución en el marco de un juicio político. Cuando decimos que fue un derrocamiento nos referimos a que, más allá del mecanismo, esto se debió principalmente a la movilización popular.
[4] Así se denominó a la coalición formada luego de la renuncia del Ing. Cubas. Con la asunción a la presidencia del colorado Luis González Macchi, varios partidos de la oposición, entre ellos el PLRA (Partido Liberal Radical Auténtico) y el PEN (Partido Encuentro Nacional), que ocuparon varios ministerios y cargos de relevancia en el gobierno.
[5] Algunas excepciones sonel movimiento estudiantil secundario (MOBE),  en algún momento el Parlamento Joven y Juventud que se Mueve, todos conformados entre los años 1999 y 2000.  Este último fue visible entre los años 2000 y 2002 aproximadamente, aunque no se definía a sí mismo como un movimiento reivindicativo y estaba compuesto en su mayoría por estudiantes secundarios de clase media alta de colegios privados de Asunción.
[6] Resaltamos el caso del Frente Juvenil, espacio de articulación constituido desde el año 2008, integrado por la Juventud del Partido Comunista, la Juventud Obrera Cristiana, las juventudes del Movimiento Campesino Paraguayo, de la Organización Nacional Campesina, Coordinadora Nacional de Niños/as y Adolescentes Trabajadores, Las Ramonas – Organización de feministas jóvenes- y, en general, todas las juventudes del Frente Social y Popular, pero que aún no ha articulado sus reivindicaciones sobre políticas públicas de juventud.
[7] Asociación de Agricultores del Alto Paraná
[8] Dina Krauskopf (2002) define el adultocentrismo como una categoría que designa en nuestras sociedades a una relación asimétrica y tensional de poder entre las personas adultas y las personas jóvenes. Esta visión del mundo está montada sobre un universo simbólico y un orden de valores que se traduce en las prácticas sociales que sustentan la representación de los adultos como una concepción y forma dominante de ver a las nuevas generaciones centrada en el ser adulto, al cual se presenta como paradigma de lo acabado al que la juventud debería aspirar; modelo, sin embargo, que los y las jóvenes de hoy precisamente están lejos de valorar como meta-ideal.
[9] Según el estudio “Juventud en Cifras” (2003), una de cada cuatro personas tiene entre 15 y 29 años y el 40 % de la población tiene menos de 15 años.
[10] Las personas jóvenes y las mujeres fueron especialmente mencionadas por todos los/as candidatos /as en las campañas electorales.
[11] Partido del Movimiento al Socialismo, un partido de izquierda de reciente formación cuyas bases más fuertes se encuentran en Asunción y el departamento Central y que apoyó fuertemente la candidatura de Fernando Lugo a la presidencia.
[12] Desde su creación La Casa de la Juventud ha mantenido relaciones muy tensas con varias organizaciones juveniles. Se han dado situaciones de desacuerdos y rupturas con organizaciones de amplia visibilidad. Estas tensiones han generado desconfianza hacia su forma de proceder y varias la señalan como sectaria. Tampoco se han visto esfuerzos aglutinadores y de diálogo por parte de la Casa de la Juventud y del PMAS, situación que pareciera trasladarse al ámbito de la gestión del VMJ.
[13] Organizaciones No Gubernamentales.
[14] Este cuestionamiento de la búsqueda de “legitimar” actos de gobierno a través de ONGs no es nueva. Este había sido uno de los cuestionamientos más fuertes al último viceministro de la juventud que impulsó un proyecto de ley de juventud con consultas más que nada a ONGs y sin tomar en cuenta la perspectiva de varias organizaciones.

[15] Según uno de los últimos estudios sobre juventud en Paraguay, se vio que sólo el 10% de los/as jóvenes está organizado/a, la mayoría en organizaciones de iglesia.  

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