Obispos de la Comisión Pastoral de la Tierra
Declaración sobre transgénicos
05/05/2003
- Opinión
Nosotros, Obispos acompañantes de la Comisión Pastoral de la Tierra
-CPT-, en las diversas regiones de la Conferencia Nacional de
Obispos del Brasil (CNBB), frente a la grave problemática de los
transgénicos en nuestros país y respaldados en las disposiciones
legales vigentes, tomamos la iniciativa de manifestarnos al
respecto.
Los transgénicos son resultado de la manipulación genética que
permite producir, alterar y transferir genes entre los seres vivos,
rompiendo la barrera del cruce natural entre las especies, creando,
alterando y transfiriendo material genético entre vegetales,
animales, bacterias, virus y humanos.
En todo el mundo y aquí en Brasil muchos investigadores y también
líderes sociales han formulado, oportunamente, serias
preocupaciones en relación a este asunto. Estas preocupaciones
giran en torno a los siguientes riesgos:
1º.- Con relación a la salud humana, la ingestión de los granos
genéticamente modificados pueden provocar aumento de alergias,
resistencia a antibióticos y aumento del índice de substancias
tóxicas en los alimentos.
2º.- En el medio ambiente hay el riesgo de erosión genética,
afectando irreversiblemente la biodiversidad, por la contaminación
de los bancos naturales de semillas (bancos de germoplasma).
Añadiéndose a esto el aumento alarmante del monocultivo y la
consecuente pérdida de la riquísima variedad y cualidad de las
semillas.
3º.- Es también una amenaza a la soberanía alimentaria de nuestro
país, en razón de la pérdida del control de las semillas y de los
seres vivos por el patentamiento de los mismos, convertidos en
propiedad exclusiva y legal de grupos transnacionales que solo
apuntan a fines comerciales.
4º.- El riesgo mayor, sin embargo, a nuestro modo de entender, está
en la total dependencia, en la destrucción y, finalmente, en la
desaparición de la pequeña y hasta de la mediana agricultura por
causa del inexorable monopolio mundial de la producción y
comercialización de las semillas, que se convierten en dominio de
un pequeño grupo de gigantescas y poderosas empresas
transnacionales.
En relación a estas cuestiones, por otro lado, no podemos ignorar o
dejar de cumplir las exigencias éticas como la beneficencia, la
justicia social, la justicia ecológica y la precaución.
El principio de beneficencia implica nuestro deber de evitar o
impedir el mal o daño a los otros. En el caso de la introducción
masiva de nuevas tecnologías que impliquen riesgos potenciales a la
salud, este principio debe estar plenamente garantizado por medio
de informaciones claras y confiables.
El principio de justicia social, en casos de innovaciones
tecnológicas masivas y de alto impacto social, nos lleva a
preguntar quién va a ser beneficiado y quién va a ser perjudicado.
Ahora, en el caso concreto de los transgénicos es claro que un
pequeño grupo de grandes empresas será el mayor beneficiado, con
grave daño para la agricultura familiar.
El principio de justicia ecológica impone el deber de preservar el
medio ambiente para las generaciones actuales y futuras. Los
transgénicos pueden representar un serio riesgo ecológico.
El principio de precaución exige que antes de la liberación de
cualquier producto para el consumo humano, sean adoptadas severas
normas de bioseguridad. No se trata de detener la ciencia o la
investigación, ni de provocar miedo paranoico frente a lo nuevo.
Por el contrario, se defiende el más amplio espacio para la ciencia
y la investigación, orientadas, no obstante, para el bien común.
Las aplicaciones tecnológicas que impliquen riesgos potenciales de
gran envergadura, sean decididas, aprobadas, negadas o
perfeccionadas a partir de decisiones democráticas y bajo el
control del pueblo.
Apoyando la heroica lucha de las organizaciones populares del campo
y haciendo eco a una de las grandes reivindicaciones del Foro
Social Mundial de Porto Alegre, con agrado defendemos que las
semillas sean declaradas patrimonio de la humanidad y conservadas
en su integridad genética por las comunidades campesinas.
En esta misma línea, nos tomamos la libertad de recomendar al Poder
Público, al Ministerio Público, al Legislativo, al Judicial y al
Ejecutivo que, al tratar estas graves cuestiones, se orienten por
estas nuevas y justas reivindicaciones, así como por los principios
éticos que las rigen.
Itaici, 6 de mayo de 2003
Los Obispos acompañantes de la CPT.
Mons. Tomás Balduino, Presidente
Mons. Xavier Gilles, Vice-Presidente
Mons. Orlando Dotti
Mons. Ladislau Biernaski
Mons. Pedro Casaldáliga
Mons. André de Witte
Mons. José Alberto Moura
Mons. Guilherme Werlang
Mons. Heriberto Hermes
Mons. José Mario Streher
Mons. Moacir Grecchi
Mons. José Agusto da Rocha
Mons. Maurício Grotto
Mons. Apparecido José Dias
Mons. Xavier Gilles, Vice-Presidente
Mons. Orlando Dotti
Mons. Ladislau Biernaski
Mons. Pedro Casaldáliga
Mons. André de Witte
Mons. José Alberto Moura
Mons. Guilherme Werlang
Mons. Heriberto Hermes
Mons. José Mario Streher
Mons. Moacir Grecchi
Mons. José Agusto da Rocha
Mons. Maurício Grotto
Mons. Apparecido José Dias
https://www.alainet.org/es/active/3731?language=en
Del mismo autor
- Agroenergía: mitos e impactos en América Latina 04/09/2007
- Violencia persiste en el campo 27/09/2005
- Crímenes del latifundio 30/10/2003
- Declaración sobre transgénicos 05/05/2003