Un poco de amor

25/02/2010
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Un tema recurrente en la prensa internacional es cuestionar el sistema penitenciario cubano e igualarlo a centros de tortura que funciona en los territorios invadidos y ocupados por Estados Unidos en Irak y Afganistán.
 
Muchos artículos mienten acerca de los mal llamados “presos de conciencia” en Cuba, que no suman un centenar y los quieren convertir en los héroes opositores a la Revolución. 
 
Latente está en la memoria del pueblo cubano los crímenes cometidos por el dictador Fulgencio Batista antes de 1959, vistos en las calles y silenciado a nivel mundial.
 
También los secuestros y asesinatos cometidos por los gobiernos latinoamericanos en la década del 70 que aún claman por identidad y justicia para sus captores; esos, no son noticia en los medios de comunicación masiva.
 
Sin embargo, el periodista Arturo Alvarez Sosa, del periódico La Nación, de Argentina, es capaz de llamar a “Ernesto Guevara, el primer carcelero homicida de la tiranía stalinista cubana” y que “la coacción, la represión y la cárcel siguen imperando en Cuba” con el gobierno de Raúl Castro.[1]
 
Sin centrar el análisis en el desarrollo de la mafia, como grupos de poder económicos que pueden controlar hasta las decisiones estatales y corromper a la sociedad en el lucrativo e ilegal comercio de las drogas, la prostitución y los actos terroristas, hablemos de esas pandillas juveniles que se forman al verse excluidos de objetivos primarios en su vida como es el estudio y el trabajo.
 
 Alemania, uno de los países que se muestra como vitrina hacia los demás, en un informe publicado por el Ministro del Interior acerca del aumento del delito y la violencia de los jóvenes se dice que se incrementaron los hechos delictivos en un cinco por ciento respecto al año 2007.
 
 El ministro Wolfgang Schäuble subrayó, en el documento, que en los últimos años se aprecia en Alemania una tendencia creciente a la violencia, con “un aumento de la brutalidad entre los jóvenes con edades comprendidas entre los 14 y 18 años”.
 
Los hechos se tornan graves cuando se usan a las cárceles como almacenes de delincuentes donde el que va a parar a ese lugar se ahoga en el mundo de los excluidos sin perspectivas a una reinserción social.
 
Miremos en el caso de Argentina donde en un informe titulado: “El sistema de la crueldad” se denuncia que en las cárceles de Buenos Aires se registraron más de 6000 hechos de violencia pero además se dice que el 73 por ciento de la población penal no tienen sentencia firme y sólo el cinco por ciento de 1902 expedientes fueron evaluados a juicio.[2]
 
 
 
Si a esto agregamos el caso del muchacho de 16 años, apresado en diciembre del 2007 entre delincuentes de alta peligrosidad por robar una bicicleta, quien fuera abusado sexualmente y cuando fue puesto en libertad su situación psicológica estaba tan deteriorada que se suicidó en la horca. Este hecho fue divulgado por el portal web de Radio Sudamericana.[3]
 
No es objeto del sistema capitalista actual buscar la causa del incremento de la delincuencia en la sociedad porque entonces habría que decir que la enajenación de miles de hombres se debe al carácter social de la producción y la participación cada vez más privada en la apropiación de los bienes y servicios, lo cual genera un ejército de desempleados en un polo de la sociedad que al tratar de subsistir se vuelva hacia el delito.
 
 Este problema es aún más grave en la sociedad actual en tanto hay una globalización de la producción y sólo los países desarrollados pueden ofrecer subsidios al desempleado laboral con un nivel de vida alto.
 
 Quizás nadie quiere observar el caso cubano donde el ciento por ciento de sus jóvenes tienen acceso a la educación y a la vida laboral activa garantizada por el estado.
 
 Cuba no está exenta de la delincuencia y el delito. No se vive a puertas cerradas con el mundo y se sufre de la influencia negativa del capitalismo donde se seduce con la divulgación de patrones donde el pícaro con inteligencia obtiene dinero fácil en el robo y la extorsión.
 
 A su vez se gana fortuna sin trabajar en una o varias operaciones exitosas delictivas y por tanto ese mal convivirá en el socialismo por largo tiempo aunque es preocupación y ocupación reducirlo a la mínima expresión.
 
 Si bien la cárcel en Cuba no es un hotel, hay todo un plan social para reincorporar al recluso a una vida normal, se le oferta estudio de superación, trabajo en el recinto y fuera de él, y hasta vida cultural y deportiva.
 
Ejemplifiquemos con la cárcel construida en el 2008 en la ciudad oriental de Bayamo, donde el recluso Roberto Purón Cadena dijo que ellos viven una nueva etapa de sus vidas, pues pueden adquirir hábitos de laboriosidad, normas de convivencia y sentido de la solidaridad.
 
Roberto Purón Parra, padre de Purón Cadena, manifestó que el centro aporta tranquilidad a los familiares de los sancionados, al apreciar cómo éstos cumplen sus condenas y se preparan para cambiar el rumbo como seres sociales.
 
La confortable edificación, con unos siete mil metros cuadrados de superficie, cuenta con dormitorios, cocina-comedor, puesto médico, aulas, salón para visitas, pabellón conyugal y familiar, campos deportivos y área administrativa.
 
Todavía está por demostrar, (con pruebas documentales), que un preso cubano haya sido torturado, secuestrado o asesinado; y, con seguridad puedo decir: que cualquier organización, partido o institución le es factible coordinar con las autoridades cubanas la visita a cualquier instalación carcelaria y evaluar el trato a los reclusos.
 
La pérdida de la libertad es traumático para un ser humano, pero peor se siente si es excluido y enajenado socialmente dentro de un recinto penal.
 
El trovador Silvio Rodríguez lo dijo en una de sus canciones cuando recorrió un gran número cárceles cubanas en el año 2008
 
“Con un poco de amor sobrevivo, sobrevivo pecado, castigo
 Con un poco de amor yo me salvo, sólo un poco de amor y soy algo”.[4]
 
 Notas
 
 
 
 
 [4] Rodríguez, Silvio “Con un poco de amor” en Cancionero Editorial Letras Cubana 2008, p.295
 
https://www.alainet.org/es/active/36367

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