Un balance de medio siglo[1]

Logros y retos de la revolución cubana

09/02/2010
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Han pasado ya cincuenta años desde que la sociedad cubana, encabezada por el Movimiento 26 de Julio, derrocó al dictador Fulgencio Batista y a la oligarquía de la isla. Desde entonces mucho se ha dicho sobre ese proceso que influyó –e influye- en toda América Latina. Sin embargo, ante la crisis[2] que actualmente enfrenta el capitalismo neoliberal, manifestada en una de las más grandes recesiones económicas de la historia, aunado al ascenso de gobiernos de corte socialista en el continente americano, se vuelve indispensable reflexionar sobre los logros y retos que hoy enfrentan la sociedad y el Estado en Cuba; este es el objetivo del presente ensayo. La tarea no fue fácil. Las miles de páginas que se han escrito sobre el tema fueron al principio una fuente de información valiosa. Más tarde, a la hora de discriminar y seleccionar información, se convirtieron en un obstáculo. Por ello, en este escrito intentamos recuperar las generalidades que aparecen en la literatura sobre el tema.

El trabajo se divide en tres partes. En el primer apartado analizamos los logros en materia de educación, salud y vivienda; los cuales son reconocidos como “derechos fundamentales” por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este punto nos apoyamos con algunos datos estadísticos con la intención de apegarnos lo más posible a la realidad, evitar el autoengaño y argumentar “objetivamente” nuestra posición en cuanto al tema. En la segunda parte analizamos los elementos que marcan la diferencia entre el socialismo cubano y “socialismo realmente existente” reproducido en la hoy extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Al final, planteamos algunas interrogantes y enumeramos parte de las deudas que el Estado cubano tiene con su pueblo.

I. Los logros: educación, salud y vivienda.

Uno de los grandes logros en lo teórico y en lo práctico de la revolución cubana, es que ha sabido transformarse a medida que el orden mundial y las nuevas relaciones sociales se lo exigen. Quizá por ello la revolución cubana ha enfrentado con éxito diferentes momentos críticos de su historia nacional y del continente: desde la etapa de dictaduras neoconservadoras impuestas y financiadas desde Estados Unidos de América en América Latina, los varios intentos por derrocar o asesinar al ex - presidente Fidel Castro –también apoyados por EUA-, hasta la caída del bloque soviético, principal socio económico y aliado político de la mayor de las Antillas.

Dos ejemplos basten para ilustrar este reordenamiento en la política cubana. El Partido Comunista de Cuba (PCC), “fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”[3], se autodefinió desde su origen como ateo, atendiendo así la premisa marxista que dice que las religiones son el “opio del pueblo”. Este hecho reflejaba un marxismo ortodoxo incompatible con la realidad latinoamericana, la cual se caracteriza por contar con una sociedad mayoritariamente católica. En 1980, como respuesta resultado de la crítica de la sociedad nacional e internacional, el PCC se redefinió como laico[4]. Esta apertura encuentra su máxima expresión en 1998 cuando por vez primera Juan Pablo II (quien fue considerado uno de los responsables del declive del comunismo europeo) visitó Cuba.

Otro de los temas sobre los cuales se han hecho fuertes críticas al Estado cubano, y sobre el cual también se evidencia una apertura en cuanto a las políticas gubernamentales, es el referente a la diversidad sexual. Muchos son los detractores que han calificado de “homofóbico” al gobierno de Fidel Castro, sin embargo no dicen nada cuando se trata de reconocer que desde hace algunos años el gobierno cubano también se sumergió en la batalla por el respeto a las diferencias sexuales. En 2004 el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) empezó una amplia campaña por la diversidad sexual, que materializó sus logros en 2008 cuando se celebró en la Isla el Día Mundial contra la Homofobia. Por la misma línea, en marzo de 2009 tuvo lugar la Campaña por el respeto a la libre orientación sexual, evento que concluyó con la firma de la resolución número 126 suscrita por el ministro de Salud Pública José Ramón Balaguer y en la  en la cual se establece la creación de un Centro de Atención a la Salud Integral de las Personas Transexuales. Esta nueva institución se encargará de realizar tratamientos médicos totales o parciales de cambio de sexo.

Pero no es en el área de religión o de sexualidad donde el gobierno cubano ha alcanzado sus máximos logros, sino en garantizar a la sociedad cubana los derechos fundamentales más importantes: alimentación, salud, educación y vivienda.

En materia de salud los logros son innegables. Ilustremos con algunos datos. La alimentación está garantizada por el Estado; mediante la entrega de una canasta básica se asegura la ingesta necesaria de proteínas, carbohidratos y grasas; componentes de una alimentación sana (conocidos en la nutriología como macronutrientes). La esperanza de vida al nacer en Cuba es de 77 años y por cada 158 habitantes existe un médico. En 2005 el porcentaje del Producto Interno Bruto destinado a los servicios de salud en Cuba representó el 7.1%, mientras que en México para el mismo año fue de 6.4%. De igual forma, el porcentaje del gasto total en salud por parte del gobierno cubano en el mismo año fue de 90.8%, mientras que el gobierno de los EUA únicamente cubrió 45.1% y el mexicano el 45.5%[5]. Cierto es que las diferencias demográficas y económicas entre estos países son enormes, pero el ejemplo nos es útil si se trata de señalar el compromiso que el gobierno cubano tiene en este campo.

El sistema de salud de Cuba tiene cuatro niveles: el médico de la familia, que vive a unas cuantas cuadras de la casa; el policlínico del barrio; el hospital del la zona; y los institutos especializados. Los servicios de salud son gratuitos, incluyendo los de tecnología avanzada. No está por demás decir que en esta materia aun existen fuertes problemáticas; basta mencionar la inexistencia o escasez de ciertos medicamentos, insumos y equipos médicos, lo anterior como consecuencia del bloqueo económico impuesto y ratificado por los distintos gobiernos de EUA desde 1962 y que a la fecha se calculan en 93,000 millones de dólares las pérdidas, según datos del gobierno encabezado por Raúl Castro.

En educación los logros también son irrefutables. Como resultado de la Campaña Nacional de Alfabetización y Postalfabetización iniciada desde 1959, Cuba se autoproclamó como Territorio Libre de Analfabetismo el 22 de diciembre de 1961. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura –UNESCO, por sus siglas en inglés- señala que el 99.8% de los cubanos mayores de 15 años saben leer y escribir, porcentaje que alcanza el 100% en la población entre 15 y 24 años[6].

Como es sabido, Cuba es un “Estado socialista” y casi todos los bienes de la nación y que de sus tierras y mares se obtienen son propiedad de la sociedad y administrados por el Estado, sin embargo, éste reconoce la necesidad que el pueblo sea propietario de sus viviendas. El artículo noveno constitucional dice que el Estado trabajará para que cada familia “tenga una vivienda confortable”; punto que es ratificado en la Ley General de la Vivienda:

“La propiedad personal de la vivienda debe entenderse en el verdadero sentido de esa forma de propiedad en las condiciones concretas de construcción del socialismo en nuestro país, es decir, esencialmente como el derecho de disfrutar de una vivienda por el propietario y su familia, sin pago alguno después de abonar su precio, sin que en ningún caso puede el derecho de propiedad personal de la vivienda convertirse en un mecanismo de enriquecimiento ni de explotación.”[7]

Varios especialistas en el tema han dirigido su crítica al sistema cubano señalando que estos logros se han conquistado a costa de la libertad individual o de restricciones políticas. En el siguiente apartado analizamos cómo esas libertades democráticas también son un hecho en Cuba, aunque aun tienen algunas deficiencias.

II. Liberación, emancipación y democracia: construyendo un nuevo socialismo

La libertad y la democracia son valores que se refuerzan y se vuelven bandera en la  modernidad. El proyecto ilustrado se propuso liberar a los hombres de las cadenas del oscurantismo y construir redes de redistribución del poder en nombre de la igualdad. Libertad, igualdad y fraternidad fueron las banderas de la Revolución francesa, símbolos de transición social y de ruptura con el sistema anterior. Sin embargo –como ya lo señalaron Adorno y Horkeimer[8]-, esta misma modernidad civilizada y racional, en lugar de promover la liberación de las naciones, reprodujo las formas más crueles de esclavitud y discriminación racial; “capitalismo salvaje” como lo llama Samir Amin[9]. El liberalismo-capitalista hizo de la libertad su emblema. Pero, como ya señaló Marx desde hace dos siglos, se limita solamente a la libertad de mercado, por lo que la “libertad” es degenerada en mercancía a la que sólo tienen acceso aquellos quienes pueden pagarla.

Como en muchos de los países que fueron colonia, en Cuba la lucha por la libertad pasa por la lucha de liberación nacional. El movimiento que se levantó contra la dictadura de Batista evidenció la sobrevivencia de estructuras impuestas desde la colonia que imposibilitaban el desarrollo integral de la nación y fortalecían la dependencia ya no hacia el Imperio español, sino hacia el imperialismo construido desde los EUA. El antropólogo mexicano Jorge Alonso señala al respecto que “la lucha de la sociedad cubana es un ejemplo de emancipación, de liberación del dominio imperialista norteamericano y de dignidad en la autodeterminación”[10]

Este antiimperialismo distintivo de la Revolución en Cuba fue, junto al humanitarismo, el argumento principal para tender lazos solidarios con otros pueblos del mundo: apoyo logístico, asistencia médica, ayuda en procesos de alfabetización y otras formas de solidaridad son parte del “capital social” que Cuba ha dado a los pueblos que también buscan conquistar una independencia y soberanía real.

En los años recientes, cientos de maestros cubanos ayudaron a los gobiernos de Venezuela y Bolivia en su lucha contra el analfabetismo. Hoy, estos tres países son los únicos libres de analfabetismo en América Latina. No está por demás decir que en mayo de 2009 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, a través de su Presidente Miguel d’Escoto, informó la designación de Cuba como “Paradigma de Solidaridad Internacional”.

No es diferente dentro de la isla. La cultura de la solidaridad se encuentra muy asentada en la mayor parte de la sociedad cubana. Los lazos que le unen son tan fuertes que igual les hacen responder rápidamente a los ciclones y huracanes que constantemente azotan a la Isla, que estar preparados para cualquier amenaza de guerra. Pero la revolución cubana plantea no sólo una lucha por liberación nacional, sino que al mismo tiempo se pone al frente la idea de emancipación. Desarrollemos esta idea.

En la Grecia antigua los esclavos y las mujeres eran excluidos en la toma de decisiones que garantizaban el “bien común”. Participar en esta democracia era exclusivo de los hombres “buenos y justos” con propiedades. El “gobierno del pueblo” (demos-kratos) era en realidad el gobierno de un grupo privilegiado. Con el asenso y triunfo del liberalismo como ideología política y el capitalismo como doctrina económica, se da una apertura en los canales de participación. La figura del esclavo fue eliminada y a la mujer se le fue insertando gradualmente en las democracias electorales.

El obrero o proletario, dueño únicamente de su fuerza de trabajo, conquistó mediante la organización derechos fundamentales que marcan una diferencia radical con la forma de vida del esclavo. Pero al no poseer los medios de producción, enajena su fuerza de trabajo y destina el mayor tiempo de su vida a buscar el mínimo indispensable para la sobrevivencia de él y su familia. Si en la antigüedad los esclavos estaban excluidos de la condición de ciudadanía por no ser propietarios, en la modernidad los obreros tampoco gozan de ese atributo por no poder comprarlo. Las cadenas de metal que mantenían atado al esclavo son sustituidas por el hambre, la miseria y la explotación del obrero. Ambos están impedidos para emanciparse y realizarse como sujetos mientras permanezcan atados.

Estas cadenas fueron rotas en Cuba; país donde el hambre, la miseria y la explotación no existen. Desde el triunfo de la revolución se planeó construir una sociedad donde la condición de ciudadano no se convierta en una forma de mercancía, donde la democracia no sea más un instrumento a través del cual una minoría explotadora ejerce su dominación.

Podemos identificar tres diferentes momentos de la Revolución Cubana. El primero se caracteriza por la existencia de un fuerte movimiento popular con la idea de liberación nacional como bandera. En la segunda etapa (1962) vemos el nacimiento de un nuevo estado que se autoproclama marxista-leninista y que encuentra en la Unión Soviética un aliado estratégico comercialmente hablando, pues en la misma etapa fue expulsado de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Es también en este segundo periodo cuando el Estado cubano comienza a vivir una descentralización en varias de sus funciones. Luego del fracaso de los 10 millones de de toneladas de zafra en 1970[11], el gobierno de Cuba percibe los inconvenientes de los métodos burocráticos y del centralismo administrativo. Se inicia entonces la creación de la Asamblea Nacional del Poder Popular con el objetivo de descentralizar todas aquellas áreas en las que la autoridad municipal puede tomar decisiones sin que estas resulten opuestas o contradictorias a los intereses del Estado. Los municipios adquieren una autonomía que les permite administrar escuelas, centros de salud, servicios de transporte, carreteras y unidades de producción.     

La tercera etapa comienza con la crisis de la URSS, fenómeno que afecta directamente en la economía de la isla. Sin embargo este proceso también evidencia la fortaleza del sistema político cubano, pues quedó claro que no era un sistema importado, que es un producto de su propia historia y no una extensión del socialismo europeo. El discurso beligerante contra Cuba por parte del gobierno norteamericano también mutó en esta fase. El argumento de la “amenaza para la seguridad” fue sustituido por el de “promoción de la democracia”.

La democracia ejercida en Cuba tiene una fuerte perspectiva popular, en contraposición a la democracia electoral característica de occidente. Pero lo anterior no impide la realización de elecciones, las cuales refuerzan la legitimidad de esa democracia popular.

En Cuba todas las personas pueden votar y ser votadas cumpliendo los 16 años. Los candidatos son elegidos por los consejos populares (uno por cada barrio). Para cada puesto se proponen como mínimo dos candidatos y ocho como máximo. Para ser electo hay que recibir más del 50% de los votos. No existen campañas electorales. La labor de difusión realizada por las comisiones electorales. Se garantiza así la parcialidad y el trato equitativo de todos los candidatos.

El voto es libre, secreto y directo. El colegio electoral se encarga de realizar el escrutinio y desde hace por lo menos tres décadas siempre hay un gran número de ciudadanos cubanos, diplomáticos, periodistas y observadores extranjeros. Aunque el voto es voluntario, desde 1970 a la fecha se ha registrado la participación de más del 90% de la población en edad de votar. Ningún representante, diputado o delegado recibe un beneficio por desempeñar su cargo; el Estado les paga un salario exactamente igual al que tenían en sus trabajos antes de desempeñar su cargo, empleo al que regresaran una vez finalizado su mandato. La rendición de cuentas y el mandato revocatorio son un componente importante del sistema electoral.  

Una de las características de la sociedad cubana es su fuerte cultura del debate y el diálogo. Por las calles de la Habana o en las plazas públicas, pueden encontrarse a grupos de cubanos y cubanas discutiendo sobre varios temas. En las “guaguas” el silencio no existe. La gente interactúa, opina, y si no está de acuerdo, discute. Los tonos verbales llegan a ser muy altos. Un número amplio de cubanos se agrupa en distintas organizaciones, las cuales tienen peso importante en las decisiones del Estado.

SISTEMA POLÍTICO CUBANO

Organizaciones políticas

Organizaciones estatales

Organizaciones de masas y asociaciones

Partido Comunista Cubano (PCC)

 

 

 

 

 

Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)

Asamblea Nacional del Poder Popular

   

    - Consejos populares

    - Asambleas municipales

    - Asambleas provinciales

 

Órganos de Gobierno

 

 

 

Institutos Armados

 

 

 

Órganos de Administración de Justicia

Central de Trabajadores de Cuba (CTC)

 

Federación Estudiantil Universitaria (FEU)

 

Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP)

 

Comités de Defensa de la Revolución (CDR)

 

Federación de Mujeres Cubanas (FMC)

 

Federación Estudiantil de Enseñanza Media (FEEM)

 

Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC)

La idea de una sociedad democrática había sido un tema tabú para los grupos más ortodoxos del “socialismo burocrático”. Todo aquel que se atrevía a defender los principios democráticos era catalogado como “agente del imperialismo” o impulsor de la “democracia burguesa”. Cuba se fue moviendo en una dirección que parecería muy heterodoxa frente a las doctrinarias del “socialismo real”. Se entendió la necesidad de un nuevo socialismo, pero también y fundamentalmente, la urgencia de la democracia en el socialismo. Así, Cuba dio una lección para los movimientos armados o sociales que le siguieron: más que ajustarse a la doctrina, es necesario ajustar la doctrina a los hechos.

El programa ideológico que se impulsa y defiende desde la tierra de Martí ha sabido integrar y combinar en su proyecto elementos como la liberación, la democracia, la emancipación y el socialismo[12], pilares fundamentales en la construcción de un mundo más justo. Estos elementos, junto a la descentralización de la justicia y la administración, marcan una diferencia radical con el socialismo burocrático estalinista.  

III Los retos: sistema de partidos y relevo generacional.

“La Revolución tiene obstáculos por delante, no puede hacer las cosas a la perfección, tiene sus errores, pero la Revolución tiene un perenne propósito de superarse y rectificar aquellas cosas que no hayan acertado”[13], reconoció Fidel Castro desde los inicios de la revolución. El “hombre nuevo” del Che es un hombre que se equivoca, comete errores; su virtud radica en saber reconocerlos.

Hoy, cincuenta años después del triunfo de la Revolución, al Estado cubano se le plantean interrogantes como el sistema de partidos o la alternancia en el poder. Cierto es que estos puntos no garantizan una sociedad democrática. Aún así, pienso que el pueblo cubano se ha forjado una conciencia revolucionaria tan fuerte que hoy puede abrirse a estás “libertades políticas” y reforzar la legitimidad sus logros.

Hace apenas unos años esto era algo imposible: la amenaza constante de guerra le obligaba a poner ciertos candados en su sistema. Pero hoy, ante la nueva geopolítica y el posible cambio en la política exterior de EUA, son preguntas que la Revolución debe replantearse.

De igual forma, el relevo generacional y las nuevas relaciones sociales sacan a flote algunas contradicciones. Lo seductor de la sociedad de consumo también ha permeado en el pueblo de Cuba. La apertura mediática y el contacto con el turismo ha despertado en más de un cubano la curiosidad por la libertad del mercado. Las contradicciones propias de la revolución se presentan nuevamente.

Los cambios parecen impostergables y de cierta forma el Estado también ha seguido revolucionándose. Pero todos estos retos no son alcanzables si el embargo económico y la amenaza de guerra por los EUA siguen latentes. En esto depende Cuba de sus aliados internacionales: únicamente con la consolidación de los nuevos bloques que desde el sur se construyen, que garanticen una seguridad económica y política al exterior, nace la posibilidad de una mayor flexibilización del Estado cubano.

Cuba no es un modelo a imitar, pero si un referente del cual aprender, tanto de los triunfos como de los fracasos. Las revoluciones no se exportan, nacen y tienen características diferentes en cada país.

- Raúl Romero es estudiante de sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Académico del Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM. Periodista del medio independiente The Narco News Bulletin.

Notas:

[1] Publicado por primera vez en Folios, Revista del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana del Estado de Jalisco, no 15 (otoño-invierno, 2009): 22-31. http://www.iepcjalisco.org.mx/folios/edicion15/folios15.html

[2] El concepto de crisis, emanado de las ciencias médicas, hace referencia a un estado de enfermedad en el organismo o sistema. El desenlace o superación de la crisis puede ser la muerte del organismo o la recuperación y fortalecimiento de este. Con esta categorización no auguramos el fin del capitalismo, sólo describimos el momento en que se encuentra y que es compartido por otros especialistas. Cfr. Sen, Amartya. “El capitalismo más allá de la crisis” en Letras Libres año XI, no. 125. (mayo, 2009): 14-19. http://www.letraslibres.com/index.php?art=13756 y Amin, Samir. Más allá del capitalismo senil. España: El Viejo Topo, 2003.

[3] Así definido en el artículo 5° de la Constitución Política de Cuba.

[4] Hay que recordar que Fidel Castro se autodefinía como ateo (que niega la existencia de dios), calificativo que luego sustituyó por el de agnóstico (que señala que lo divino es inaccesible al conocimiento humano, duda pero no niega)

[5] Todos estos datos pueden consultarse en la página electrónica de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuba: http://www.who.int/countries/cub/es/, México: http://www.who.int/countries/mex/es/ y EUA: http://www.who.int/countries/usa/es/

[6] Datos obtenidos de la página electrónica de la UNESCO. http://portal.unesco.org/education/es/ev.php-URL_ID=40288&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html

[7]Ministerio de Justicia. Ley General de Vivienda. Tomado del sitio electrónico Cubanet http://www.cubanet.org/ref/dis/vivienda_6.htm

[8] Cfr. Adorno, Theodor y Max Horkheimer. Dialéctica del Iluminsimo. Madrid: Akal, 2007.

[9] Amin, Samir. “Capitalismo, imperialismo, mundialización” en América Libre No. 13, (2001).

http://www.nodo50.org/americalibre/anteriores/13/amin13.htm

[10] Alonso, Jorge. Cuba: la rectificación. Universidad de Guadalajara-Departamento de Investigación Científica y Superación Académica, México, 1999, pp. 19.

 

[11] El Estado se había propuesto producir esta cantidad de zafra (azúcar) pero no lo logró.

[12] González Casanova, Pablo. “Democracia, liberación y socialismo: tres alternativas en una” en Observatorio Social de América Latina No. 8, 2002, 175-180.

http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal8/casanova.pdf

[13] Harnecker, Martha. Cuba: ¿dictadura o democracia? México: Siglo XXI Editores, 1984, pp. 29.

 

REFERENCIAS

ALONSO, Jorge (1990). Cuba: la rectificación, Universidad de Guadalajara: Guadalajara.

AMÍN, Samir (2001). “Capitalismo, imperialismo, mundialización” en América Latina, núm. 13.

BOBES, Velia Celia (2007). La Nación inconclusa. (Re) constituciones de la ciudadanía y la identidad nacional en Cuba, FLACSO: México.

DILLA, Haroldo (comp.) (1997). La democracia en Cuba y el diferendo con Estados Unidos, Centro de Estudios sobre América: La Habana.

GONZÁLEZ Casanova, Pablo. (1995). “Democracia, liberación y socialismo: tres alternativas en una” en Observatorio Social de América Latina, núm. 8

MARTÍNEZ Pérez, Liliana. (2006). Los hijos de Saturno. Intelectuales y revolución en Cuba. FLACSO/Miguel Ángel Porrúa: México

https://www.alainet.org/es/active/36056
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS