Cuba en la mira
28/04/2003
- Opinión
El mundo cambió con la llamada guerra de Irak. El 19 de
marzo, presente lo tengo yo, los Tomahawk lanzados sobre
Bagdad comenzaron a demoler la legalidad internacional y sus
instituciones, e impusieron la fuerza bruta como ley suprema.
Poco antes, Blix y Baradei habían hecho público lo que no se
convirtió en noticia sino un mes después sobre los cuerpos
mutilados y las ruinas humeantes: que los gobiernos de
Estados Unidos y Gran Bretaña habían falsificado documentos
para justificar la agresión. Aunque en Irak no había armas
de destrucción masiva ni su gobierno tenía vínculo alguno con
el terrorismo, la coalición lanzó el ataque desconociendo al
Consejo de Seguridad y violando abiertamente la Carta de las
Naciones Unidas. Destrucción y terror a gran escala y en
efectivo para prevenir supuestas amenazas de destrucción y
terrorismo. ¡Ah!, y deponer al presunto tirano aunque nada
ni nadie los autorizara para ello. Pero ahí estaba, está, el
coro fácil para entonar las más absurdas acusaciones contra
el Tigre del Tigris y engordar el caldo de los agresores.
Veinte años no es nada, pero qué tal treinta de una campaña
sistemática que cocinó a fuego lento la leyenda negra del
tirano maldito, engañifa para imponer la dictadura global
apoyada en un apocalíptico poder de fuego, desatado ahí donde
hace dos mil años Juan el Evangelista profetizó el
Apocalipsis.
Siguiendo a Pataki, Bush confesó que su guerra comenzó
aquel 11 de septiembre, cuando Nueva York dejó de ser la Gran
Manzana y se convirtió en el Gran Pretexto, el escenario
doliente de la Gran Provocación que culminó en la agresión
ilegal y artera de la coalición delictuosa contra un país
miembro de la ONU, es decir contra la ONU misma. Pero el
circo de la guerra global tiene dos, tres, muchas pistas:
Corea del Norte, Irán, Siria y, desde luego, Cuba. Si, Cuba
que ha vuelto a ser objetivo militar del gobierno gringo que
anda con la espada desenvainada ejerciendo la tiranía global.
La escalada contra Cuba tiene dos frentes: uno que busca
crearle un clima internacional hostil echando a rodar la bola
de nieve de los derechos humanos para convertirla en alud de
acusaciones que encubran la agresión, y otro que adentro
estimula la subversión para crear situaciones que por la vía
de la manipulación mediática alimenten el tema e internamente
generen discordia y aún enfrentamientos. En el primero, en
Ginebra, el asunto se volvió grotesco porque a la ONU le
pareció que en Cuba está la llaga donde hay que poner el dedo
por los derechos humanos y no en Irak, en Afganistán, en la
base de Guantánamo donde los prisioneros talibán sufren las
perores condiciones de reclusión, o en la frontera entre
Estados Unidos y México donde la política migratoria criminal
del gobierno gringo lleva cada año a la muerte a un número de
personas que triplica a los que perecieron en las casi tres
décadas que duró el muro de Berlín. Inaceptable selectividad
que se niega a ver la viga en el ojo de los poderosos, dijo
el ombdusman José Luis Soberanis cuando le recomendó al
gobierno mexicano abstenerse en la votación correspondiente.
Pero la recomendación efectiva fue la de Powell, tan efectiva
que el gobierno del cambio la interpretó como una orden de
votar contra Cuba. Y una vez más el Presidente Fox puso en
receso la Constitución y se sometió al dictado.
En el otro frente, en el interno, James Cason, jefe de
la sección de intereses de Estados Unidos en Cuba, desde que
llegó a la Isla desató un desenfrenado intervencionismo
patrocinando disidentes y promoviendo actos criminales de
piratería y terrorismo. El gobierno cubano recurrió a la más
dura de las leyes para cortar de tajo la creciente amenaza.
Y se acabó la diversión, llegó el Comandante y los jueces
mandaron al paredón a tres pillastres metidos a terroristas
que los gringos reclutaron entre el lumpen, como en Bagdad
donde la escoria social fue acarreada para vitorear a los
invasores y recibir como pago carta blanca para saquear
museos, bibliotecas y archivos históricos. Ley dura, dura
ley la aplicada por los jueces cubanos en un país asediado
donde no hay ejecuciones extrajudiciales ni tortura. Pero
esta vez no hubo las grandes movilizaciones populares con las
que la Revolución ha enfrentado una y otra vez las
agresiones.
Cuba está en la mira. El cinismo y la impunidad de Bush
se vuelven tanto más temibles por la negativa evolución de la
economía y la política en la Isla. La Revolución hizo de
Cuba una nación independiente y soberana y del cubano un
pueblo educado y digno que ha sabido afrontar con patriotismo
las agresiones sistemáticas y las más grandes dificultades.
Pero la economía está estancada, hay signos preocupantes de
involución política y deterioro social que el bloqueo no
alcanza a explicar. Urgen reformas que hagan funcional la
economía y más efectiva la participación popular. La inercia
del pasado, por muy heroico y glorioso que haya sido, no será
suficiente para afrontar la inminente ofensiva de la tiranía
global.
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