La corrupción de todos los días
Uruguay: Llegó el "sálvese quien pueda"
20/04/2003
- Opinión
Es muchas veces bueno, especialmente cuando se está
sumergido en una crisis de la magnitud de la uruguaya,
tratar de separar las aguas para poder, de alguna manera
observar con la mayor claridad posible, los elementos que
conforman la coyuntura.
Sí así lo hacemos llegaremos a comprender que en ocasiones
nuestros gobernantes, especialmente durante el período
extenso y nefasto del contador Alberto Bensión al frente de
la cartera de Economía, actuaron con una dinámica propia y
favoreciendo intereses sectoriales, aunque ello fuera un
desatino y en definitiva hasta nos produjera una erosionada
relación con el FMI.
No contentos con ello hoy se ha comenzado a visualizar otro
fenómeno similar que se advierte en algunas empresas
públicas en las que, sus directorios, aparecen abocados a
una tarea con un objetivo nuevo: su vaciamiento. ¿De qué
otra forma se puede calificar lo que está ocurriendo en
ANCAP, en donde se suma a las enormes pérdidas de 250
millones de dólares por sus fallidos negocios en la
Argentina, una específica política destinada a favorecer a
empresas vinculadas a su presidente, hombre de negocios que
tiene intereses no solo en nuestro país sino en empresas
papeleras de la Argentina? Una empresa pública que pagó el
año pasado dos millones y medio de dólares por la opción de
compra de una petroquímica, también de propiedad de la
fallida Solpetróleo, que volvió a pagar en enero de este
año 350 mil dólares para mantener esa prioridad, otra suma
similar en febrero. En el pasado mes de marzo ANCAP pagó 11
mil dólares al día y en abril está pagando 12 mil al día.
El plazo vence el próximo viernes 25, pero es posible que
se pida una prórroga. Todo esto en un país en donde está
restringido el aporte oficial a los hospitales.
Si a estos manejos le sumáramos la irracional política
tarifaria que llevó a los combustibles a precios
inalcanzables para la mayoría de los uruguayos, sin
siquiera tomar en cuenta otros hechos que serán trasladados
al lector en otra oportunidad, la conclusión a la que se
arriba es casi indiscutible. El directorio de ANCAP está
aplicando una política clara, determinada, encaminada al
deterioro de la empresa que no podrá resistir mucho tiempo
más una situación de caída tan aguda.
¿Será una alternativa a la fallida política de
privatizaciones? No lo sabemos a ciencia cierta, pero es
evidente que el camino emprendido no es el mejor para los
intereses del país y cabe una explicación esclarecedora
sobre lo que se está haciendo.
¿Cuál es el sentido de esta dinámica tan singular, cuyo
objetivo económico no se puede escudriñar? ¿Cómo es posible
que el gobierno embarque a las empresas públicas en
políticas tan negativas, por ejemplo la tarifaria, que
determinan perjuicios gigantescos para ellas mismas? La
rebaja del precio de las naftas tuvo el objetivo de
desprenderse de un acumulado de ese combustible que, de lo
contrario, debía venderse a precios ruinosos en el mercado
argentino. ¿Por qué no se rebajó también el gas oil? Las
explicaciones sobre ello son tan endebles como
inaceptables. Se afirma que no se redujo su precio para
mantener un equilibrio en la región en donde el combustible
tiene un valor, medido en dólares, similar.
Qué lamentable conclusión y que falta de sustento técnico,
porque si miramos el asunto desde el punto de vista de los
ingresos, del volumen de dinero en circulación en la
sociedad, podremos llegar a la conclusión que el precio del
gas oil es más oneroso en el Uruguay para las posibilidades
económicas del país que en Argentina y Brasil. Aquí, por lo
que definiríamos como un conservadurismo a ultranza, se
prefiere seguir con el mismo mecanismo tarifario,
castigando a la población y, evidentemente, perjudicando a
ANCAP. La gente que ya no puede pagar boleto, que no sube a
taxis, que utiliza la bicicleta para desplazarse, los
camioneros que hacen menos viajes agrupando cargas con
destinos cercanos y mil ejemplos más, demuestran la
desmesura de una política que tiene como resultado el
deterioro de ANCAP. ¿Ello no lo ve nadie en el gobierno?
Tampoco advierten estos señores, en relación a ANTEL, que
las familias siguen tratando de economizar en el uso del
teléfono, cuando no lo han abandonado lisa y llanamente.
¿No se han dado cuenta que los uruguayos no utilizan ya el
teléfono celular?
¿Por qué vamos a esto? Leamos lo que ha dicho Michel Mussa,
economista jefe del FMI, un oficialista vinculado a la más
rancia tecnocracia fondomonetarista. Afirma que "una de las
más importantes conclusiones con relación a las crisis
recientes ha sido la percepción de que los esfuerzos
precedentes para afrontar tales crisis, utilizando
programas de ajuste y paquetes de ayuda organizados por el
FMI, de hecho, han empeorado las cosas".
¿Será que el gobierno y los directores de las empresas
públicas, en su afán de lograr las guiñadas del FMI, llevan
adelante posturas que ya estaban fuera de época y que hoy
ni siquiera son contempladas como válidas por lo propios
tecnócratas del FMI? Mussa sostiene que esas políticas "han
empeorado las cosas", sin embargo aquí, con una constancia
brutal, sin tener en cuenta la destrucción de riqueza que
continúan provocando, se aplican de manera implacable.
Es evidente que los técnicos de ese organismo advirtieron
que Uruguay se había convertido en un barril sin fondo,
(recordemos que en semanas desapareció una primera partida
de setecientos millones de dólares, destinados a
cumplimentar la política de "honrar las deudas del país")
¡700 millones de dólares!
Era obvio que para entregar más dinero plantearían nuevas
condiciones que restañaran de alguna manera la sangría
permanente de dinero que, obviamente, se trasladaba al
exterior. Hoy el país está ante una similar disyuntiva. O
funciona el canje de deuda o el FMI no entrega las partidas
convenidas.
Esa posición también coincide con otros elementos de la
realidad que sigue siendo grave, quizás por una
comprobación que ya es indiscutible que da cuenta de la
absoluta caducidad del modelo, que no hace pie en ningún
punto de la realidad uruguaya.
Por más buena voluntad que ponga el actual ministro
Alejandro Atchugarry, el deterioro seguirá acentuándose,
especialmente cuando se han comenzado a perfilar aspectos
de una política desesperada, la del "sálvese quién pueda"
(vaciamiento), que puede tener gravísimas consecuencias, a
través del deterioro de las empresas públicas, para el
país.
Este es un tema que abordaremos. Los uruguayos deben
conocer las consecuencias de lo que se está haciendo y las
responsabilidades de cada uno de estos chapuceros puestos a
gobernantes.
* Carlos Santiago. Secretario de redacción de "Bitácora".
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