Comunicación al debate

11/01/2010
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La comunicación es más importante de lo que creíamos y eso se ha evidenciado durante los dos últimos años, en que las autoridades, organizaciones sociales, medios e intelectuales han puesto el dedo en la llaga; sobre todo acerca de una dimensión muy importante de la vida social: el manejo y acceso a la información, misma que articula los imaginarios económicos, políticos, sociales y culturales de la cotidianidad. En otras palabras y en primera instancia, el debate se redujo al papel que cumplen los medios. Por otra parte, esta visión simplista y reductora ha impedido debatir con mayor profundidad qué es la comunicación, específicamente como un “hecho social” que construye, modela, renueva, articula y también deshabilita prácticas, costumbres, lenguajes y tradiciones entre los sujetos.
 
Dentro de este contexto, se reflexiona acerca del diseño y aprobación de una nueva Ley de Comunicación para Ecuador, para lo cual es necesario decir, antes que nada, que la ley, esta ley, deberá pensarse dentro de la concepción del Estado y no sobre la base de los intereses de ninguna agrupación política; pues la ley deberá favorecer a todos y no a un grupo de esos todos. Por lo tanto, la Ley debe ser discutida hasta la saciedad con todos los actores y no con “los expertos” de algunas agrupaciones que podrían terminar ideologizando el cuerpo y espíritu de la ley.
 
Por otra parte, no se debe perder de vista que Ecuador es miembro signatario de varios tratados internacionales, los cuales dicen cosas muy importantes en la materia. Entonces, antes de reinventar tesis o resucitar otras caducas, es imperioso actuar con sensatez. Además, vale recordar que el debate sobre las políticas públicas de comunicación en América Latina no es nuevo, sino preguntemos al académico boliviano, Luis Ramiro Beltrán.
 
Por ejemplo, La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), en el artículo 19, dice: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Como se puede ver, no hacen faltan inventos ni conceptos (entre comillas) revolucionarios, pues nadie pone en tela de duda que la comunicación es un derecho, el cual debe ser universal, potenciado y mejorado.
 
En la era actual, este derecho deberá mirar con mucha atención, por ejemplo, el acceso de los ciudadanos a las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), ya que el número de usuarios a Internet, el uso de las computadoras y el aprovechamiento de las tecnologías en esta materia son ínfimas en el país y eso sí es responsabilidad del Estado. Este aspecto deberá debatirse en la nueva Ley, pues ahora se habla de la brecha digital, antes que de analfabetismo.
 
Que la nueva ley aborde temas fundamentales, antes que la creación de superestructuras burocráticas que nadie sabe cómo funcionarán, con qué recursos y sobre la base de qué objetivos.
 
- César Ulloa Tapia es Comunicador, magíster en gerencia cultural y relaciones internacionales. Docente universitario. Consultor.  
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