Tres fulgores como dardos
04/11/2009
- Opinión
En Colombia suceden a diario tragedias donde mueren seres humanos, causadas dolosa o indirectamente por otros colombianos o la naturaleza. Por eso pasamos las páginas de la prensa sin detenernos en hechos que son paisaje, donde casi siempre las víctimas son pobres.
Sin embargo, el lunes anterior me sucedió algo: sólo, frente a mi computador leía una noticia, y cuando llegué a un pasaje de la misma sin darme cuenta solté un fugaz grito de rabia con dolor. Cayeron algunas lágrimas en el teclado, no las suficientes para dañarlo. Nunca las lágrimas son suficientes…
Quizá soy muy blando, hasta “gallina” dirán, pero fue inevitable, y volverá a pasar frente a un caso similar. Aún tengo fijado en la mente el retrato que me formé con las siguientes palabras de la noticia: “Samuel de 1 año, David de 2 y Felipe de 3, murieron abrazados en una esquina de la casa hecha de tablas, enclavada en las montañas nororientales del Valle de Aburrá.” (El Mundo, Medellín, 26-10-09).
¿Usted tiene hijos, amable lector? ¿Nietos, sobrinos, hermanitos? ¿Ha visto niños por ahí jugando?, ¿Se los imagina abrazados gritando de dolor, ardiendo en un rincón?
En San José de Apartadó y en San Carlos, jugaron fútbol con unas cabezas que acababan de cortar. En El Salado un grupo paramilitar estuvo seis días violando, torturando y asesinando gente de todas las edades. Y podría seguir porque son decenas las salvajadas diarias de Colombia. Pero jamás olvidaré esa imagen de los tres niños abrazados en brasas.
¿Quién tuvo la culpa? Dicen que los padres por encerrarlos; dicen que EPM Medellín, sus empleados o políticas por desconectar la energía de la casa; dicen que el azar; dicen y dirán muchas cosas, pero en el fondo hay una causa que además viene de siglos atrás y seguirá por años y años, porque nadie está trabajando seriamente en este país para impedir estas infamias.
Al margen de la usual cháchara del ICBF -perdón, tengo rabia, ya se me pasará- sobre el descuido de los padres, y de todos los padres de Colombia que no saben para donde coger con la pobreza hostigándolos y los hijos clamando por comer; al margen de eso, hay que investigar la posible responsabilidad de funcionarios de EPM, de sus políticas, y si es del caso llegar hasta la Gerencia y la Junta Directiva.
Sugiero la renuncia por dignidad si hay algún indicio leve. Cuando se es funcionario público la culpa es casi dolo, y el que no quiera pasar por esas no puede trabajar con el Estado. Para ello se necesitan vocación y sacrificio. Las empresas de servicios públicos nunca pueden desconectar hogares donde hay niños (Sentencia T-546/09, Corte Constitucional).
Según la noticia, los Varelas tenían derecho a la reconexión porque ya habían refinanciado la deuda de $200.000 con una cuota inicial de $35.000, y por eso en EPM les prometieron de nuevo la energía, pero no lo hicieron luego de varias visitas fallidas por falta de cables y herramientas (eso hay que investigarlo a fondo, claro).
Culpen a quien culpen, esa noticia fueron tres dardos ardientes que se clavaron en mi corazón y sé que en el de muchos. Horadados con lágrimas de fuego... Felipe, David y Samuel son tres heridas en el alma de Colombia, que ya no puede mantener su cohesión ante tantos desgarros.
Esa es la historia de Felipe, David y Samuel gritando; de su madre María Leonela García de 21 años; de su padre Ilder Varela, reciclador de 28 años; de un celular “Sony Ericsson con cámara y todos los juguetes” empeñado por $50.000 para comprar la cena; de una cuerda con que Ilder amarró la puerta para impedir que sus hijos salieran de noche; de una vela para suplir la falta de luz eléctrica; de una tejido bajo la vela que fue halado por uno de los niños; de una cortina donde cayó la vela; de “Pinocho”, el hermanito de seis años, quien se salvó lanzándose por la ventana para pedir ayuda; de unos bomberos que se demoraron más de una hora en llegar; de un país donde la pobreza es tan pobre que no aguanta sobrevivir; y de unos dirigentes incapaces y negligentes.
- Álvaro González Uribe es Abogado, columnista de prensa, coordinador del Centro de Investigación en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad del Magdalena, Santa Marta
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 182, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/active/34156
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