Fuentes italianas

02/11/2009
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En el programa Agro Ingreso Seguro a 161 familias les dieron la misma plata que a 79 mil familias, mientras que al resto de las dos millones de familias del campo no les tocó nada. Tras el escándalo, el presidente Uribe ha dicho que prohíbe seguirle entregando los subsidios no reembolsables a los ricos, pero el Ministro de Agricultura declara al día siguiente que eso solamente se refería a los programas de riego y en concreto a tres grandes empresas. ¡Nunca se había necesitando tanto una gran organización independiente de los campesinos para defender sus intereses frente a las componendas a favor de los grandes propietarios!
 
El rechazo del Gobierno a la restitución de sus tierras a los desplazados, la abusiva concentración de la propiedad rural en manos de 200 familias de latifundistas, las ruinosas importaciones de alimentos y otros productos agropecuarios y el total desmonte de los programas a favor de la economía campesina (crédito subsidiado, reforma agraria, nueva tecnología para agricultura familiar, precios de sustentación), exigen ahora más que nunca una organización de los campesinos que defienda claramente sus intereses propios frente a los de los latifundistas, grandes empresarios y el Gobierno. Incluso pequeños y medianos empresarios están sometidos a los daños ocasionados por las políticas oficiales y las importaciones y requieren su propia organización. Aun más, en la producción de la caña de azúcar se demostró que ni siquiera los intereses de los productores de caña de azúcar convergían con los de los grandes capitalistas de los ingenios y los grandes propietarios que les arriendan la tierra y fue necesario que se organizaran independientemente para defenderse.
 
En semejantes condiciones, del Centro de Pensamiento Primero Colombia proclama la necesidad de un “Gan Pacto Social Agrario” “donde estén los gremios, los productores, el Estado y los trabajadores del campo” y bajo esas ideas impulsa la Federación Nuevo Liderazgo Campesino para sustituir las organizaciones propias del campesinado, porque según el centro de pensamiento uribista “el movimiento agrario colombiano ha sido penetrado por fuerzas que terminaron por imponer un adoctrinamiento político basado en la lucha de clases.
 
La idea de un liderazgo convencido de la comunidad de intereses entre terratenientes, Estado, empresarios, campesinos, trabajadores y establecer una organización con un liderazgo fiel a esa idea, no es propiamente nueva. Fue practicada extensamente por la “nueva” Italia Fascista de Mussolini. La propuesta que se llevó a la práctica fue denominada corporativismo y llevada a su extremo, implicó que en cada rama de producción y en particular en el sector agropecuario se impuso una organización estatal con poder de decisión sobre políticas, programas y presupuestos y que integraba a todos en torno a los intereses de los grandes propietarios, que se disfrazaban de “interés de la Nación”. Los campesinos y trabajadores italianos fueron obligados a integrarse en sindicatos verticales. Antes de que el corporativismo se llevara a la práctica, los grupos paramilitares allá denominados “camisas negras”, habían establecido el orden y arrebatado violentamente cualquier espacio a los movimientos sociales independientes.
 
Hugo Spirito y Giuseppe Bottai fueron los teóricos del corporativismo que fue proclamado como norma estatal el 27 de abril de 1927, en la “Carta del Trabajo”. Miles de dirigentes sindicales y campesinos fueron muertos o encarcelados o debieron exiliarse por enfrentarse al modelo corporativo e insistir en la organización clasista independiente. No faltaron, sin embargo, los colaboradores de los fascistas, como Giuseppe Spinelli y otros que conformaron el “Nuevo Liderazgo”.
 
En Portugal la Constitución de 1933 dictada por la dictadura de Salazar llegó a proclamar un Estado corporativista. Toda la ideología de la comunidad de intereses entre patronos, terratenientes, trabajadores y campesinos sirvió como base y guía de la organización institucional.
 
En Colombia, las ideas corporativistas fueron muy publicitadas desde 1934 en el seno de la Asociación Patriótica Económica Nacional APEN que se opuso a la reforma constitucional de 1936 que estableció la función social de la propiedad y a la extinción de dominio de predios incultos dispuesta por la ley 200 de 1936. La APEN fue un centro de pensamiento de los grandes propietarios rurales y un centro de activismo de la extrema derecha. Propagandista del corporativismo fue también durante esos años Gilberto Alzate Avendaño.
 
Entonces la idea de Primero Colombia y el liderazgo que pretende crear no tienen nada de nuevo. Se trata de una vieja ideología de los grandes propietarios que pretenden subordinar al resto de la sociedad a sus intereses y suprimir las organizaciones independientes de quienes más sufren los más explotados y marginados económica y políticamente. Tal ideología pretende ahogar el efecto renovador que durante un siglo tuvo la lucha campesina, directamente ligada a la exportación del café, a la industrialización del país, al tejido del mercado interno y a la alimentación de los colombianos.
 
Los campesinos que producen la papa, la yuca, las frutas, las arvejas, los fríjoles, las habas, la cebolla, la panela, leche, gallinas sin químicos y que aun producen buena parte del maíz, merecen ser apoyados por el Estado y la sociedad, pero solamente van a conseguirlo con su organización y movilización independiente. Las alianzas de los campesinos no las marca su propio interés y en Colombia como en otros países seguramente serán, como en otras ocasiones, con los demás sectores que sufren opresión y explotación y que son marginados de las políticas oficiales; no con aquellos que se apresuran a despojarlos de la tierra y del Agro Seguro Ingreso Seguro.
 
La sociedad democrática se caracteriza por reconocer los conflictos y no por negarlos, por permitir que se expresen los diferentes intereses en forma independiente. Seguir invisibilizando los intereses de los campesinos es condenar a Colombia al autoritarismo corporativo.
 
Las recientes movilizaciones en el país demostraron que aún hay miles de líderes agrarios en todos los departamentos que insisten en construir organización campesina independiente, de clase, a pesar de la política de exterminio de que han sido víctimas las direcciones de las organizaciones campesinas. Sólo los campesinos salvarán a los campesinos.
 
- Héctor Mondragón es economista y activista social
 

Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 182, Corporación Viva la Ciudadanía. www.vivalaciudadania.org

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