No es casual la presencia del MOSSAD en Honduras

11/10/2009
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El pasado 25 de septiembre de 2009, cuando se dio a conocer por la emisora Radio Globo que dos oficiales de los servicios de inteligencia de Israel asesoraban a policías y militares de Honduras en la represión a fuerzas populares, se revivía sin proponérselo un antiguo rosario de actividades del gobierno de Israel y de su Mossad en América Latina y, particularmente, en Centroamérica.
 
De acuerdo con la emisora, los israelíes implicados en la represión contra el pueblo hondureño eran el general Jacob Levi y el oficial Jehad Leiner, parte de los dispositivos del Mossad que han operado en la región desde hace casi cuatro décadas, desarrollando actividades de guerra sicológica, planes de contrainsurgencia, antiterrorismo, contrabando de armas en beneficio de Israel, así como el asesinato selectivo.
 
El empleo de sustancias tóxicas y otros medios contra el presidente Zelaya y sus acompañantes en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, complementado por un fuerte asedio militar en los alrededores de sede diplomática, pone sobre el tapete las añejas vinculaciones de los sionistas con la ultraderecha latinoamericana, con la cómplice aceptación de las administraciones norteamericanas.
 
El involucramiento de los israelíes tiene como aparente justificación un supuesto antisemitismo de Zelaya, usado por la ultraderecha norteamericana, el lobby judío dentro del Congreso de Estados Unidos y empresarios hondureños de ascendencia judía, promotores del régimen de facto de Roberto Micheletti, como Facussé y Jorge Canahuati, este último rico empresario y miembro de la dirección de la Sociedad de Prensa Interamericana (SIP).
 
Uno de los implicados en la adquisición de la logística para reprimir al pueblo hondureño ha sido un ciudadano israelí, naturalizado hondureño, llamado Yehuda Leitner, dueño de las empresas Alfacom e Intercom, y quien tiene un oscuro origen como instructor del Batallón 316 de las fuerzas armadas hondureñas, uno de los más sanguinarios escuadrones de la muerte en la década del ochenta.
 
 La participación del Mossad israelí contra el gobierno constitucional de Manuel Zelaya Rosales se había iniciado desde mediados de junio mediante contactos inusuales entre la oposición de derecha y diplomáticos israelíes en Tegucigalpa, en los que participó el propio Yehuda Leitner y el propio Roberto Micheletti.
 
 Leitner, participante dentro del ejército israelí en su guerra contra los países árabes y el pueblo palestino, fue instructor en técnicas de tortura, represión y asesinato selectivo, al servicio de una de las tantas tapaderas del Mossad en América Latina, instaladas en la región desde hace varias décadas, conocida como International Security and Defense Systems.
 
Datos confirmados situaron a Yehuda Leitner participando en las actividades de la guerra sucia contra la Revolución Sandinista en la década del 80, como miembro de la red logística establecida por Israel y la CIA, con vistas trasladar decenas de armas para la contra nicaragüense. Allí se involucró directamente con los oficiales de la CIA involucrados en la actividad como Oliver North, James Steele, Luis Orlando García, Félix Rodríguez Mendigutía, , Luis Posada Carriles y otros, así como miembros del Mossad vinculados al intercambio de armas por drogas, entre los que sobresalió Gerard Latchinian, quien fuera arrestado en 1984, en una operación descubierta por el FBI y que lo vinculaba a varios militares hondureños como los generales hondureños Gustavo Álvarez Martínez, ex jefe de las FF AA de Honduras y José Abdenego Bueso Rosa, en ese entonces agregado militar en Chile y quien había sido jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas hondureñas, en un plan de asesinato contra el presidente Roberto Suazo Córdoba.
 
La detención de Latchinian se produjo luego de que el FBI confiscó en el sur de la Florida un cargamento de 345 kilogramos de cocaína en 1984, con un valor aproximado de más de un millón de dólares, que sería usado para financiar el magnicidio, en alianza con otros miembros de la CIA en Ilopango. Fuentes como el periodista canadiense Jean Guy Allard, destacan la participación de Leitner y Emil Sa’ada en estas actividades israelíes y de la CIA en los negocios de contrabando de drogas y armas en Honduras.
 
La complicidad de Israel con las fuerzas reaccionarias hondureñas y de amenaza a la Nicaragua Sandinista se puso de manifiesto por esos años en dos hechos sobresalientes: El primero de ellos ocurrió a fines de 1982, cuando el entonces Ministro de Defensa de Israel, Ariel Sharon, visitó en Honduras en compañía del general David Ivry, comandante en jefe de la aviación sionista, para brindarle a los represores hondureños ayuda militar consistente en 12 aviones Kfir, varias instalaciones de radar y varios asesores militares, lo que complementaría a los más de cien ya existentes en ese país y a los cerca de 400 ubicados en América Central. America Report informaba que Honduras contaba Por su lado, el Central con un El otro hecho fue la denuncia aparecida el 20 de julio de 1983, cuando el diario estadounidense The New York Times, destacó que las armas entregadas por Sharon iban a utilizarse contra Nicaragua.
 
En la actualidad, Latchinian rememora con frecuencia su oscuro pasado dentro de la guerra sucia de la CIA en Centroamérica, donde tuvo como colaborador a Leitner, desde su celda en la cual purga una larga condena de prisión. Sin escrúpulo y sin que lo atormenten sus culpas pasadas, mira sus manos ensangrentadas a causa de la muerte de cientos de hondureños y de revolucionarios nicaragüenses.
 
Ha podido descubrir, luego del proceso que se le siguió en 1984 luego de su detención en Miami, junto a Manuel Binker, Robert Kurtz, Jerome Latchinian, Elaine Pérez, Juan Roca, Faiz Sikaffy y José Zimmerman, que la CIA lo consideró prescindible, luego que él fuera el encargado directo de reclutar a Charles Odorizzi, un ex Delta Force yanqui, para que asesinara al presidente Suazo Córdoba.
 
Otro de los socios de Leitner, el general Gustavo Álvarez Martínez, fue asesinado el 25 de enero de 1989 como resultado de serias contradicciones internas con la cúpula castrense hondureña, luego de que permaneciera en Estados Unidos entre 1984 y 1989, protegido por la CIA y retornara a Honduras. Esta vez ni sus vínculos con John Dimitri Negroponte, el oscuro oficial CIA y diplomático norteamericano, pudieron salvarlo del cataclismo. 
 
Por su parte, Yehuda Leitner supo escurrirse de su complicidad en el intento de asesinato contra el ex presidente Suazo Córdoba y de su implicación en el escándalo Irán-Contras, viviendo hoy en Honduras sin ser molestado. Por el contrario,   Yehuda Leitner es socio directo del presidente de facto Roberto Micheletti y goza de la amistad de los más altos represores de las FF AA de Honduras.  
 
Desde que el Mossad pasó a operar en América Latina en la década de los 60, en virtud de la alianza estratégica entre los sionistas y Estados Unidos de los mal llamados Cuerpos de Paz, se inició el arribo de miembros del Mossad con la justificación de enseñar a los pueblos latinoamericanos en técnicas agrícolas. Con esta pantalla, los enviados del Mossad desarrollaron una fuerte guerra sicológica contra Cuba y otras alternativas progresistas en la región, fundamentalmente dirigidas por su Sección de Servicios Especiales (Metsada), quienes crearon las bases para una estrecha cooperación con las fuerzas armadas de varias naciones latinoamericanas, las que recibieron instrucción para cometer asesinatos selectivos, contrainsurgencia, técnicas de tortura y represión, actos de sabotaje, creación de grupos paramilitares, así como técnicas psicológicas de desinformación.
 
El Mossad destinó una parte considerable de los casi 2 000 oficiales con los que contaba en ese momento para sus actividades en América Latina, dejando la tarea de la represión a los palestinos y agresión a los pueblos árabes a otras secciones de su estructura y al servicio de contrainteligencia israelí conocido como Shabak.
 
La oscura participación del Mossad en Centroamérica tiene varios capítulos que han sido denunciados en múltiples ocasiones, fundamentalmente dirigidos a brindar apoyo logístico a las dictaduras de la región y a entrenar a los servicios especiales de las mismas en técnicas de contrainsurgencia y represión.
 
El en el caso de Guatemala, luego de que quedó al desnudo la complicidad de los sionistas con la dictadura militar de Pinochet, a la que vendió innumerables armas sofisticadas y ofreció ayuda para que mantuviera una de las más crueles represiones conocidas en el Hemisferio Occidental, la ayuda del Mossad y del gobierno sionista se incrementó a partir de 1978, luego de que los Estados Unidos suspendieran aparentemente la ayuda militar a esta nación por la bochornosa de los derechos humanos contra el pueblo guatemalteco. Ese mismo año, Guatemala recibió de los sionistas 11 aviones Arawa, 10 blindados RBY-MK, 15 mil fusiles Galil, centenares de morteros de 81 mm, bazucas, lanzagranadas, tres guardacostas Dabier, un sistema de transmisiones tácticas, un circuito de radares y así como 120 toneladas de municiones.
 
En los años posteriores a 1982, con Efraín Ríos Montt a la cabeza de los torturadores, fueron inapreciables para los militares represores guatemaltecos las ayudas provenientes del sionismo. Con ellas se pudo implementar una política de terror que costó centenares de miles de muertos al pueblo de Guatemala. La creación de una fábrica de municiones y para producir fusiles Galil y sub ametralladoras Uzi en Alta Verapaz, por Tadiran Israel Electronics, así como la creación de una sucursal de Tagle Military Gear Overseas en el hotel Cortijo Reforma de Ciudad Guatemala, fueron expresión del nivel de colaboración de los sionistas en esa nación centroamericana.
 
En julio de 1977 un suceso relacionado con el traficante de armas de origen mexicano Marcos Katz, volvió a destapar la participación de Israel en Centroamérica. La denuncia oportuna del diario israelí Haaretz, en relación con su participación en el alquiler de un avión argentino, decomisado en Barbados, con más de veinte toneladas de armas y municiones con destino al gobierno de Guatemala, siguiendo la ruta Tel Aviv-Portugal-Barbados-Guatemala, sacó a la luz las abultadas ventas bélicas del sionismo a los militares de facto en esa nación centroamericana.
 
Por esa época, el gobierno salvadoreño recibió cerca de 21 millones anuales en armas, entre los que se encontraban aviones Arava, Dassault Ouragan y Super-Mystere, así como miles de toneladas de armas y municiones.
 
De esta forma el Instituto Central de Operaciones y Estrategias Especiales (Mossad), creado por Ben Gurion en 1951, ha usado a América Latina como zona de operaciones en apoyo a los planes hegemónicos de Estados Unidos, a cambio de la solidaridad de los yanquis en su enfrentamiento con las naciones árabes y el pueblo palestino. Dotado de amplios recursos, sus oficiales encubiertos en organizaciones de diversas fachadas, se valen de diversos mecanismos para lograr sus objetivos. Desde el soborno generalizado a funcionarios gubernamentales, políticos y jueces, así como el manejo de la prensa mediática, crean una vasta red de operaciones desinformativas dirigidas contra los movimientos y naciones progresistas del continente.
 
Una de sus fachadas más proliferadas en la región es el empleo de agencias de seguridad y protección, que sirven de centros de operaciones a las células del Mossad, como la propia Security and Intelligence Advising (SIA). Esta compañía especializada en consultoría en seguridad, labores de inteligencia y protección, con casa matriz en Israel, opera con sus expertos desmovilizados o en activo del ejército sionista en diversos países de América, incluidos los Estados Unidos.
 
El rol del Mossad en Colombia, vinculado al abastecimiento de armas a los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y las bandas que actualmente las han sucedido, unido a la labor de entrenamiento en técnicas de tortura y asesinato selectivo impartido por miembros del Mossad, colocan en tela de juicio a las supuestas empresas de seguridad de ese país en esa nación latinoamericana. 
 
Uno de los protagonistas de esa alianza de los paramilitares de las AUC y el Mossad es el teniente coronel Yair Klein, salido de la unidad de elite Harub, quien formó en 1989 una empresa registrada en Bogotá con el nombre de Punta de Lanza, la que vende armas y tecnología de punta a los paramilitares. 
 
Una conspiración descubierta hace un tiempo, puso al desnudo los vínculos de autoridades corruptas de varios países latinoamericanos en el contrabando de armas que vincula a los servicios de inteligencia sionistas y a los paramilitares colombianos. En esta conspiración participó Oris Zoller, conocido agente del Mossad israelí que vive en Guatemala y es el actual jefe de la compañía General de Representaciones Internacionales (GIRSA), quien junto a otro agente del Mossad nombrado Amar Salmar, realizó una operación de armas y municiones que supuestamente se venderían de Nicaragua a Panamá, aunque su destino final fueron los paramilitares colombianos de las AUC. En esta fraudulenta operación también participó un panameño vinculado al Mossad nombrado Shimon Yelinek.
 
Otra compañía israelí que sirve de facha al Mossad es Global SCT, propiedad del general Israel B. Ziv, quien abastece de armas y medios de guerra a Colombia, Perú y al gobierno de facto de Roberto Micheletti.
 
Fue tal el apoyo recibido por las Autodefensas Unidas de Colombia que su extinto líder, Carlos Castaño, confesó que la idea de crear las fuerzas paramilitares la aprendió de los israelíes. Global CST mantiene un contrato con el Ministerio de Defensa de Colombia por un monto de 10 millones de dólares, el cual incluye no solo el abasto de armas y logística de guerra, sino también asesoramiento en contrainsurgencia y labores de inteligencia. Existen actualmente fuertes sospechas que implican a Global CST en el operativo contra las FARC colombianas en territorio ecuatoriano que causó la muerte a varios guerrilleros, entre ellos al segundo jefe de esa organización, Raúl Reyes.
 
Lo más sorprendente es el papel del Mossad dentro de los planes desestabilizadores en la frontera colombo-venezolana, pues se ha comprobado que muchos paramilitares colombianos son entrenados por personal vinculado al Mossad para infiltrarlos en territorio venezolano con vistas a realizar diversas actividades contrarrevolucionarias. A tal efecto han creado varios campamentos y un centro operativo en Bogotá.
 
Un capítulo de la actividad del Mossad que necesita ser ampliamente analizado es su participación en planes desestabilizadores contra la Revolución Bolivariana. En varias oportunidades se ha podido comprobar la participación de agentes israelíes operando dentro de las universidades venezolanas como la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Simón Bolívar y otras, con la finalidad de involucrarlos mediante la desinformación en actividades de la oposición. Empleando a los estudiantes con fines mediáticos, como la reciente huelga de hambre protagonizada frente a las oficinas de la OEA en Caracas, han tratado de desestabilizar la situación en Venezuela, presentando ante el mundo una falsa oposición a las reformas constitucionales emprendidas por el gobierno bolivariano.
 
El Mossad tuvo activa participación también en el golpe del 11 de abril de 2002 contra Hugo Chávez, según lo atestigua la implicación de varias personas de origen israelí como Isaac Pérez Recao, vinculado a la actividad de empresas de seguridad y venta de armas en Venezuela siguiendo el modelo del Mossad para Global CST, la SIA, Punta de Lanza y otras. Pérez Recao, evitando el peso de la justicia, huyó a Miami, donde continúa conspirando contra la Revolución Bolivariana.
 
Para colmo de las actividades repudiables del Mossad en América Latina, a principios de este año se dio a conocer que los servicios secretos de Israel entrenaron militarmente a varios miembros del ala violenta de los carteles mexicanos de la droga, fundamentalmente al Cartel del Golfo y al Cartel de Sinaloa, entre los que se encontraba Arturo Guzmán Decena, el fundador del grupo de sicarios conocido como Los Zetas.  
 
Partiendo de las consideraciones antes expuestas, resulta plenamente creíble la participación del Mossad en las actividades en apoyo a los golpistas hondureños y que los mismos estén preparando en las sombras planes de asesinato contra Manuel Zelaya Rosales, tal como lo hacen contra otras figuras como Hugo Chávez, Evo Morales, el presidente Correa y Daniel Ortega.
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