Razones se sobra para estar en el ojo del huracán imperialista

¿Por qué Venezuela?

21/09/2009
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En cualquier juego es imposible establecer una estrategia exitosa si se ignora la del oponente. En la lucha contra el imperio es exactamente igual. Identificar las motivaciones básicas de la estrategia imperialista es fundamental para derrotarla.
 
En el mapa geopolítico mundial existen hoy nuevos trazados que no responden a los que determinaron las políticas imperiales durante la guerra fría. Han cambiado las cosas y debemos enterarnos. Hoy el mapa estratégico pasa por el aseguramiento de los recursos naturales propiedad de los países clasificados por el capitalismo como del “Tercer Mundo”.
 
La presión sobre estos países tiene su origen en una variedad de razones, estando en primera línea la ley económica de la insaciable acumulación capitalista. En la medida en que crecen las poblaciones también se amplían los mercados potenciales para los centros productores de bienes y servicios del llamado Primer Mundo. El aseguramiento de las materias primas vitales, baratas y accesibles se torna un objetivo primordial para el mundo desarrollado, mucho más aún cuando en medio de una crisis brutal ha decidido la restauración del sistema a cualquier costo.
 
Esta voracidad por las materias primas crece en intensidad cuanto más vitales son y cuanta más competencia se presenta al momento de su aseguramiento. Entre todas las materias primas que el imperio neoliberal globalizado debe asegurar para garantizar su futuro, dos son las “prima dona” del paquete: el agua y el petróleo. Ambas se encuentran abundantemente en esta patria de Bolívar hoy defendida por la decisión irrenunciable de su pueblo, su revolución y su líder: el comandante Hugo Chávez Frías. ¡Sería bueno enterarnos, porque ese es el obstáculo que significan para el imperialismo, Venezuela, la Revolución Bolivariana y Chávez!...nada más y nada menos.
 
De acuerdo con el Departamento de Energía estadounidense y la AIE, el consumo global de petróleo pasaría de los 77 millones de barriles diarios en el 2000 a unos 110 millones en el año 2020 –las cifras a estas alturas confirman estos pronósticos-, quizás más si China e India continúan su ritmo de desarrollo industrial actual. Esto significa que sólo en esos 20 años el mundo consumirá alrededor de 700.000 millones de barriles, o sea, dos terceras partes de las reservas probadas mundiales. Aún cuando se hagan nuevos descubrimientos o se avance en las técnicas para acceder hasta el petróleo, lo cierto es que no habrá forma de que la producción de petróleo mantenga el ritmo actual de la demanda.
 
Para que propios y extraños, para que revolucionarios escépticos dados a la banalidad y al dejar pasar, no sea que les corte la digestión, y para que un buen grupo de venezolanos indiferentes tomen conciencia de la tormenta que se cierne sobre la Revolución Bolivariana, basta que miren hacia el último informe de reservas petroleras de nuestra nación. Poseemos la mitad de las reservas del planeta. Hoy por hoy, Venezuela es la joya de la corona, el caramelo más apetecible en la confitería para el imperialismo mundial y en particular, por razones geopolíticas, para el más agresivo, poderoso y genocida de todos los imperios de la historia: el estadounidense, gobernado por una camarilla militarista, fundamentalista y para más señas...petrolera.
 
De la misma forma, el agua también está en la mira, a ello responden todos los planes que alrededor del aseguramiento de la Amazonía adelanta el gigante del norte. El agua, considerada un recurso natural renovable no alcanza a sustituir el consumo humano actual satisfactoriamente, entre otras cosas, por la depredación brutal que el desarrollo ha inferido a sus propias zonas verdes. Abundan las zonas que en Asia, África y el Medio Oriente, sufren de persistente escasez de agua. Se calcula que para el año 2050 la humanidad habrá rebasado el tope de la cantidad de agua disponible y se desatará una feroz competencia por ella. Quienes posean el agua poseerán el poder sobre el mundo.
 
En tales circunstancias el aseguramiento del petróleo y el agua está en el centro mismo del instinto de conservación del imperio. Como una fiera, orienta todos sus recursos económicos y militares al aseguramiento de este balón de oxígeno que representa, especialmente Venezuela, para su sobrevivencia.
 
No estaría demás volver a echarle un vistazo a “Las Venas Abiertas de América Latina” de Eduardo Galeano para ver cómo, la maldición de nuestras regiones más ricas en oro y plata fue precisamente esa: ser regiones ricas en aquello que despertó la voracidad de los imperios. Hoy es Venezuela un gigantesco yacimiento de oro negro y agua, razones de sobra para que no nos dejen en paz. Razones de sobra para que el imperio empeñe sus mejores esfuerzos en extirpar el obstáculo, no sólo venezolano sino continental, entre sus necesidades vitales y los recursos que los satisfarían: la Revolución Bolivariana y Hugo Chávez Frías.
 
No hacerlo, caer en la trampa de la frivolidad inocente o inducida, restar importancia a la gravedad de esta realidad puede costarnos a los venezolanos, la patria, y a la humanidad toda su existencia, porque entre otras cosas, el mundo no aguanta un siglo más de explotación capitalista sin estallar. O ganamos esta batalla o perdemos, los venezolanos la patria y la humanidad...”nuestra única y contaminada nave espacial”, como dice el caballero de los “acontecimientos en pleno desarrollo”.
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