No podrán atarnos: les faltará cordel
09/09/2009
- Opinión
Lo más terrible se aprende en seguida
y lo hermoso nos cuesta la vida.
Silvio Rodríguez
y lo hermoso nos cuesta la vida.
Silvio Rodríguez
No podrán atarnos: les faltará cordel, enfatizó Jacinto Uc que esa mañana cambió su nombre a Canek, serpiente negra, es su significado. Ahora Canek encabeza la revuelta de los indios mayas de Yucatán que declaran su independencia de España y pronostican, como en un sueño, la independencia de América, su amada Abya Yala. Todos los chamanes, iluminados y profetas habían recibido el mensaje de los dioses: “despertará quien muera peleando”. Canek habla con su pueblo, declara que no es rey por amor al poder, que el poder nunca se sacia hasta que se derrama, como agua cuando se llena la jícara. Canek sentencia: “Seré rey contra el poder de los poderosos y anuncia el fin de la servidumbre y de los postes de flagelación y de los indios en fila besando la mano del amo”; se propagan los ecos, las palabras que se hacen alaridos; y frailes y capitanes ruedan en sangre. Ésta es una trascendental historia que recoge la ardua búsqueda de un pueblo por recuperar la libertad y la dignidad usurpada, ocurrió en el año de 1761 en las entrañas del pueblo de Cisteil (México) y recuperada por el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su segundo libro de Memoria del fuego.
Si echamos un vistazo retrospectivo a ese acontecimiento e intentamos encontrar algunos paralelismos de esa historia ocurrida hace 248 años con la realidad actual, por la que atravesamos los nacidos en la hondura de esta Honduras que se ha aseverado en dimensiones sorprendentes después del golpe de Estado ocurrido el 28 de junio del presente año, nos daremos cuenta, que aquella lucha heroica dirigida por Canek y su pueblo de indios, continúa teniendo vigencia.
Aún los pobres, marginados, excluidos, despojados, indios, mestizos y negros continuamos luchando contra el poder de los poderosos, esos que nos continúan percibiendo como servidumbre; esos que pretenden continuar cambiándonos espejitos por oro; esos que consideran –aún- que no tenemos alma y uso de razón (Descuentos en compras por voto en las elecciones golpistas, nos ofrece Adolfo Facusse); esos que han cambiado los postes de flajelación por macanas, tanques, bombas lacrimógenas y ametralladoras modernas; esos que han cambiado el pregonero colonial (que leía en cada esquina de pueblo la ordenanza del rey) por cadenas monopolizadas de desinformación que repiten hasta la saciedad sus mentiras con el afán de convertirlas –como alquimistas- en “verdad”; esos que continúan utilizando algunos “frailes”, “leguleyos” y “capitanes” serviles para proteger sus intereses avaros traicionando al pueblo; esos que han pretendido escribir en piedra los preceptos jurídicos de una sociedad injusta que ahora se dinamiza y cambia y toma conciencia de sí misma; esos (turcos, árabes, palestinos, judíos, mestizos acomodados, etc.) que llegaron no solo para quedarse sino para pretender adueñarse hasta de la fe y la esperanza de los hijos e hijas de esta tierra y, se han habituado a que algunos de nuestros indignos paisanos hagan fila para que le besen su mano, esos continúan con el mismo modus operandi, pero del otro lado, lo más importante, el pueblo continúa sembrando esperanzas como maíz, los curtidos seguimos en pie, resistiendo, “cantando guerra”, demandando justicia en las calles, carreteras y serranías, denunciando a viva voz no tener voz.
Los años han pasado, las relaciones antagónicas entre los que tienen todo y los que no tenemos nada siguen vivas, pero ahora bajo amenaza de cambio, hemos comenzado a sospechar relaciones más justas, donde nadie nos mire o tengamos que mirarlo hacia abajo, por eso la represión se agudiza, se reinstala la sospecha, la flagelación y la sangre del pueblo ha vuelto a rodar, aquí es preciso recoger la frase de los dioses: “despertará quien muera peleando”.
Canek fue atrapado por resistir al exterminio, a la barbarie, por invitar a otros a la libertad, a la justicia, a la integración, por decir “no más que puras penas nos ha traído el poder “extranjero”, no más que puras penas”, por eso, fue descuartizado poco a poco en la plaza pública, una larga ovación acompañó la ceremonia. Por debajo de la ovación, se murmura que los siervos echarán vidrio molido en el pan de los amos; así termina o –más bien- empieza esta historia y, es preciso evidenciar una pequeña diferencia: nosotros resistimos pacíficamente, creemos en el amor. Por ahora, acompañados por el eco de los tambores y chirimías que sonaron nuestros antepasados, continuamos gritando fuerte, en coro, tomados de las manos: ¡Ya basta!
-Alex Darío Rivera M. es Educador, Promotor Cultural santabarbarense, Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”, autor del libro de poesía Introspecciones Extintas.
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