Donde comienza a florecer la democracia, comienza a devastarla un cuerpo armado

15/08/2009
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  • Opinión
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Somos hereditarios de una élite oligárquica incrustada en el Partido Nacional, el Partido Liberal y la empresa privada sumisa y supeditada a la mafia militar pro intereses norteamericanos; el poder civil por lo tanto está definitivamente sometido a las decisiones del poder militar. Esta constante, es, en buena medida, la causante fundamental de nuestra decadente situación política, de nuestra crítica situación económica y nuestra conflictiva situación social; es en gran medida la causante de la destrucción de nuestros valores morales, patrióticos, culturales y religiosos.
 
Mientras Estados Unidos siga avalando incondicionalmente el liberalismo personalista representado en Honduras por los grupos oligárquicos reaccionarios, este país seguirá profundizando la crisis que lo tipifica como subdesarrollado y decadente. Mientras los gringos consideren que las oligarquías conservadoras civiles y militares son sus mejores aliados en Honduras, no tenemos esperanzas de superar la miseria que hemos sufrido por más de cien años de dependencia yanqui. Mientras los asuntos militares de Estados Unidos de Norteamérica sigan siendo prioritarios, el diálogo de soluciones no se abre con un hombre que desconoce esta materia, si no con la persona indicada que habla el mismo idioma; el de las armas.
 
Por eso es necesaria la derrota de las fuerzas conservadoras como condición prioritaria para introducir los cambios necesarios en las estructuras correspondientes que perfilen el cambio revolucionario que necesitamos como país independiente y democrático.
El filósofo Juan Jacobo Rosseau (1713-1788) previó la corrupción del sistema burgués capitalista que nacía; pero también previó un segundo cambio revolucionario en la democracia burguesa que a sus ojos resquebrajaba la decadente sociedad feudal y expresaba “la próxima revolución social se dará por el derecho a la insurrección. Porque mientras el pueblo, obligado a someterse, se conforma, procede el bien; pero apenas tiene la posibilidad de liberarse del yugo opresor, procede aún mejor, por cuanto, al recuperar la libertad según el mismo derecho por el cual se le había despojado de ella, tiene razón para recuperarla; de lo contrario, tampoco existía motivo alguno para despojársela. Sólo el poder democrático es legítimo, postulaba Rosseau, la libertad se conserva sólo en un Estado en el cual todo el pueblo participa en la legislación. Únicamente con una organización democrática del Estado, el hombre, a cambio de su libertad natural, ya perdida, adquiere la libertad política, bajo la cual, aun cuando se subordina al poder, ya no es un esclavo, como bajo el despotismo. Porque la voluntad común en un Estado democrático está orientado hacia objetivos comunes e instaura disposiciones generales que afecten a todos los ciudadanos, siempre contribuirá a la realización del bien común; siempre habrá leyes igualmente útiles para todos, para todo el pueblo en general y para cada ciudadano en particular.
 
“La soberanía es única, indivisible e inalienable, debe pertenecer al pueblo en su conjunto, donde no existe la soberanía popular, existe el despotismo, el dominio ilegítimo de una sola persona sobre todas las demás, convirtiéndose el mandatario de hombre racional en un animal torpe y mediocre”.
 
Si bien la dependencia económica y política de Estados Unidos es el denominador común en la retorcida vida social del pueblo hondureño, para la clase políticamente dominante de nuestro medio, lo nuevo, lo diferente es un estrato superior a lo estático que se dibuja siempre en los ojos y mentes de los detractores como una conspiración contra el Estado.
 
Hoy tenemos en nuestras manos un gran reto frente a nuestro pueblo y a los países de América Latina, el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe de Estado ha tomado el camino de la lucha pacífica mientras en el exterior se hacen innumerables maromas para dilatar la justicia; o quieren que el pueblo hondureño tome la decisión por su propia cuenta o nos están utilizando para un plan maquiavélico contra América Latina como nos utilizaron en los ochentas para disolver los movimientos de liberación que se levantaron en Centro América, argumentando una lucha contra el “comunismo internacional”, instalando bases militares, entrenando ejércitos, destinando miles de dólares para la compra de arsenal bélico, desapareciendo, torturando y asesinando al pueblo.
 
El triunfo de las revoluciones en C.A., la revolución cubana y todo el proceso de guerra de guerrillas revolucionarias en el área son producto del alto grado de injusticia social, del abuso del poder nacional e internacional, de la ausencia de una justa aplicación de la justicia, del crecimiento incontenible de la corrupción administrativa y moral, el amplio apoyo nacional e internacional al crecimiento de los ejércitos, entre otros aspectos. Todos estos desafueros políticos y sociales unidos a la voracidad económica nacional e internacional, irrumpen en la vida pública de los pueblos de C. A. como principios, partes de un modelo económico impuesto por los Estados Unidos de Norteamérica. A nivel centroamericano nunca hubo un proyecto comunista de sometimiento a los principios doctrinarios del marxismo, esta área del mundo nunca fue parte de la política expansionista de Rusia. Ahora la excusa para instalar bases militar y asesinar se denomina Hugo Chávez, se denomina Alternativa Bolivariana para las Américas ALBA.
 
Tegucigalpa.
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