El cambio que necesitamos en materia ambiental

26/11/2008
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 438: América Latina en Movimiento No 438-439 06/02/2014

Pese a su poder hegemónico en declive, lo que haga o deje de hacer el gobierno de Obama tiene repercusión planetaria. Y de los tres grandes temas de campaña, las propuestas contra el cambio climático han recibido poca atención en los media, en relación con la política económica -incluyendo la crisis financiera- y la guerra en Irak-Afganistán.

No únicamente nos referimos a su enorme responsabilidad de emitir o disminuir el 25% del total mundial de los gases de efecto invernadero (primer contaminador teniendo solo el 4% de la población mundial) que han provocado el calentamiento global que nos condujo a un cuadro mundial de lluvias-huracanes, sequías, pérdidas de la productividad agrícola, hambrunas, inundaciones y desequilibrios climáticos, y a lo que algunos científicos han llamado una crisis civilizatoria.

Porque no solo en la esfera de la producción real o la esfera financiera mundial radica la crisis, con su inherente contradicción de la sobre-producción, sobre-concentración y desregulación que produce despojo social, sino también en la esfera energética, agravada por una evidente dimensión de desperdicio y liberación de emisiones, una desregulación energética promovida por el capital financiero, que ha conducido a la crisis climática, o destrucción ambiental y civilizatoria.

El que Obama adopte medidas reales para disminuir las emisiones, contrario a la oposición de G.Bush y el complejo trasnacional petrolero-automovilístico, entrañaría también la posibilidad de avanzar o no en la necesidad de reducir el derroche en el consumo, el recambio tecnológico y de transitar a otros modelos de producción-consumo energético.

Del famoso lema de campaña de Obama "Change we need" (El cambio que necesitamos) al "Yes, we can" (Si podemos), la primera parte del cambio se ha dado con la impresionante liberación de energía e innovación social de cientos de miles de jóvenes y adultos de todos los colores de piel que construyeron una victoria electoral increíble para escépticos y dogmáticos.

Pero la victoria electoral ha creado y demostrado solo la posibilidad del cambio; ahora falta por entero el cuándo y el cómo lo haremos. O en palabras de algunos ambientalistas: planificar y prometer es fácil, construir y cumplir el cambio es otra cosa.

¿Que propuso Obama y que es posible?

Bajo las palabras del cambio climático se encierra todo (economía, guerra, modelo de producción-consumo, medio ambiente y más) y  por eso es importante tenerlo presente y presionar tanto a nuestros gobiernos, como a los poderes todavía imperiales, que se son los principales oponentes al cambio.

Barack Obama se comprometió a una nueva política energética que incluye adoptar el compromiso de reducción de emisiones a la atmósfera (alcanzar los niveles de 1990 en el 2012 y a continuación un  80 %  más de reducción en el 2050); alcanzar un 10% del consumo de energía de fuentes alternativas (sol, viento, biomasa y otras) en el 2012 y 25% en el 2025;  alcanzar un ahorro en el consumo de petróleo equivalente al  volumen que actualmente importan de Medio Oriente y Venezuela; introducir un millón de autos (producidos en EUA) de consumo híbrido de combustibles para el 2015, que significa un ahorro importante de combustible (de 150 mil galones) y crear 5 millones de nuevos empleos verdes (derivados del recambio tecnológico).  

Bajo la crisis, las metas podrían modificarse, empero, desde la primera conferencia de prensa como ganador electoral Obama reiteró su compromiso y muy recientemente, ante la Conferencia de gobernadores sobre el tema de emisiones, volvió a comprometerse y señalar a los negociadores internacionales del nuevo Acuerdo Marco de Kyoto, que se realizara la segunda semana de diciembre en Poznan, Polonia, que su administración tendrá una verdadera política de líder energético (reformador).

El compromiso es muy importante, pero los instrumentos de financiamiento que piensa usar (límites y ventas de emisiones a industrias contaminadoras e inversión presupuestal) han levantado tanto aliento y presión de muy respetables actores sociales como los sindicatos, campesinos, los científicos y los grupos ambientales de EUA y de muchos países, como serias dudas sobre su efectividad y la posibilidad de sostenerlas bajo la crisis y la presión de los intereses trasnacionales que pretenden sacar ventaja de la situación.

Por ejemplo, señala la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés) que es vital que Obama apoye la construcción de una economía con energía limpia, y que
si sólo el 20 por ciento de la electricidad del país proviniese de fuentes renovables para el año 2020, eliminaría 223 millones de toneladas métricas al año, equivalente a eliminar las emisiones de 36 millones de vehículos, crearía nuevos empleos, atraería millonarias inversiones, miles de millones de impuestos y de reducción de costos.

No obstante, el reto internacional sobre la producción de energías renovables es terreno de disputas contra las falsas soluciones, como los llamados agrocombustibles y los monocultivos en los que se han montado los agronegocios y los gobiernos de Brasil y de los países ricos, y a los que con firmes argumentos económico-sociales se oponen firmemente los movimientos sociales de todo el mundo.

Barack Obama puede contribuir a una nueva política mundial que encare el reto del calentamiento global, comenzando por su casa, modificando su derroche y desperdicio de consumo energético, pero también modificando la actual fracasada arquitectura financiera, económica y tecnológica; eso sentaría las bases hacia un cambio con justicia climática.

Toda una batalla en la que hay suficiente razones históricas y estructurales para que los pueblos, sobre todo los de América Latina y el Caribe, dudemos de la concreción del cambio, pero nadie podrá argumentar que los cambios sobrevendrán automáticamente, “por las contradicciones intrínsecas”, sin las necesarias presiones sociales que los posibilitan. La mayoría de los ciudadanos estadounidenses han demostrado que quieren el cambio y continúan peleando por él.

- Alejandro Villamar  es miembro del Consejo de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC)

https://www.alainet.org/es/active/30996
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