Ministro de Educación, su jefe y el del Presidente es el pueblo

28/01/2003
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Las calles de Guatemala se han visto engalanadas con cientos de educadores, que por cierto en su mayoría son maestras, además de sindicalistas, campesinos, pobladores y otros sectores, que, haciendo uso del derecho que les asiste, están reclamando al gobierno, encabezado por el presidente Alfonso Portillo, sus derechos laborales y el cumplimiento de los deberes constitucionales. Aun cuando es evidente la justeza de las exigencias, así como la forma pacífica y masiva del movimiento, la respuesta oficial ha sido la esperada, desde la falta de fondos para acceder a las demandas, hasta el ya trillado señalamiento de que el movimiento está politizado y que pretende afectar al gobierno. Ha sido usual, en las llamadas "democracias" que hemos tenido en este país, que los funcionarios y los mandatarios se olviden a quienes deben responder por las políticas que impulsan y por sus acciones públicas Precisamente el ejercicio del sufragio es para escoger a los representantes de la colectividad, es decir, a quienes actúan por delegación del conglomerado. Por lo tanto, estas personalidades, aunque no les parezca, no se constituyen en empleados del Presidente, sino del pueblo. El Ministro de Educación, Mario Torres, al verse prácticamente acorralado por las justas demandas de los maestros, y al no encontrar respuestas, ha recurrido a la falacia de asegurar que "a quien debe rendir informes es al Presidente", argumento con el que pretende rehuir su responsabilidad en el aspecto educativo del país. Esa actitud prepotente y abusiva del Ministro, característica de los funcionarios del gobierno del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) es inaceptable para la población, al igual que la demagogia que ha utilizado a lo largo de su gestión, ofreciendo desde desayunos escolares, hasta aumentos salariales a los maestros, ofertas que han sido incumplidas y desenmascaradas por los mismos mentores. El magisterio guatemalteco ha sido muy combativo, se ha destacado en la defensa de legítimos intereses nacionales. Durante mucho tiempo encabezó luchas que rindieron frutos y conquistas para el gremio, aunque en los últimos tiempos permaneció bastante pasivo y desarticulado. El terror y la represión instalados en el país hicieron que el magisterio, como muchos otros sectores, sindicalistas, estudiantes y campesinos, entre otros, se replegaran y tuvieran que esperar el momento oportuno para alzar de nuevo su voz y paulatinamente, reconstruir el movimiento social organizado, el que fue descabezado, dividido y quebrado por las estrategias contrainsurgentes y las políticas represivas de los gobiernos de turno. Ahora, de nuevo, maestros, sindicalistas, campesinos, pobladores, estudiantes y otros sectores, han retomado la lucha pacífica en defensa de sus legítimos intereses y dando una muestra cívica de actuación, se han lanzado a las calles del país a reivindicar sus derechos, unidos, bien organizados, con entusiasmo y con ingeniosas consignas que expresan sus luchas, no sólo por mejorar sus ingresos, sino para elevar el sistema educativo del país. En Guatemala, como en muchos países latinoamericanos, los distintos estratos sociales están haciendo ver de distintas maneras a los gobernantes que no están dispuestos a continuar en el letargo que les impuso la represión. Ahora, aquí y en muchas partes, la población ha hecho explícito que rechaza las políticas neoliberales que los tiene agobiados y en la miseria, que repudian la corrupción y a los corruptos, que desean y anhelan una vida digna, aunque para ello deban arriesgar lo único que poseen: sus fuentes de trabajo y sobre todo, sus vidas.
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