Luego de la grave incursión de grupos paramilitares a territorio panameño y las resientes declaraciones de las autoridades, y de la propia presidenta de la Republica Miereya Moscoso, en indicar que entre los desplazados que llegan a Panamá hay unidades de miembros de las FARC. Decenas de estas personas que huyen de la violencia en Colombia, se están retirando a las selvas de Darién, con el temor de que sean confundidos y atacados por los grupos paramilitares o sean detenidos por la policía panameña. Según algunas organizaciones de Derechos Humanos, estas declaraciones son inoportunas y ponen en peligro la integridad física de los desplazados y se violentan algunos derechos encontrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por su parte religiosas, en Boca de Cupe, que le daban asistencia a niños, mujeres y ansíanos que huyen de la guerra, han expresado sentir temor por las vidas de estas personas ya que se encuentran expuestas al ataque de las fieras o de algún grupo armado que se encuentre entre la espesura de los lugares a los que se han replegado. Por otra parte el cacique general de Paya y Púcuro, Aquilino Olivo, recientemente indico a los distintos medios de comunicación que su sobrino de nombre Daniel Gutiérrez, fue asesinado poco antes que entraran a estos poblados los grupos para militares, que había sido testigo de su muerte al recibir una ráfaga de metralla, mientras se dirigían a un poblado del otro lado de la frontera, este hecho aumentaría cinco las víctimas del ataque paramilitar. Aún en los territorios fronterizos con Colombia a quedado latente entre los pobladores, la idea de un nuevo ataque de este grupo armado, pese a la presencia de unidades de la policía panameña.