Carlos Ponce de León

Un obispo que sabía que iba a morir

24/05/2009
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

La Justicia argentina reactivó la causa por el “accidente” en el que murió el obispo de San Nicolás en 1977. De su auto desapareció una carpeta con documentación sobre obreros desaparecidos.

La Justicia Federal argentina aguarda el resultado de los estudios que se están realizando sobre los restos del ex obispo de San Nicolás, Carlos Horacio Ponce de León, quien se sospecha fue asesinado en un extraño accidente automovilístico, el 11 de julio de 1977 (plena dictadura militar).

El hecho ocurrió cuando el religioso se dirigía desde San Nicolás hacia la Ciudad de Buenos Aires, donde entregaría, a la Nunciatura Apostólica, datos sobre obreros y sacerdotes desaparecidos.

El caso, sorprendentemente parecido al del obispo de La Rioja, Enrique Angelelli, fue reabierto en el marco de la reactivación de las investigaciones por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.

Según consignó el
periodista Horacio Verbitsky, en un artículo que publicó el 2 de abril de 2006 en el diario argentino Página/12, “durante la primera asamblea plenaria del Episcopado posterior al golpe, en mayo de 1976, Ponce de León había informado del hostigamiento y las humillaciones a que era sometido y fue uno de los que más insistió en la necesidad de un pronunciamiento público firme, cosa que el Episcopado rechazó pero el gobierno supo”.

El protagonismo del obispo en el polo fabril conformado en la zona de San Nicolás y Villa Constitución comenzó antes incluso de la dictadura, según afirmó su amigo, el actual párroco de la ciudad bonaerense de Salto, José Karaman.

Al respecto, reveló que
“en su vida fue una postura estar junto al que lo necesitaba, al marginal, ya sea político o económico, pero además salió siempre en defensa de los perseguidos políticos”.

En esa región tuvo un rol central en el proyecto de la dictadura, porque allí se concentraba buena parte de la izquierda peronista y el marxismo que
“en esa zona alcanzó implantación obrera y confrontaban desde comisiones internas y sindicatos, con la línea peronista ortodoxa de la Unión Obrero Metalúrgica, a la que ganaron la conducción de Villa Constitución en elecciones limpias”, menciona Verbitsky.

El
escritor e historiador Osvaldo Bayer, señaló, en “Una historia muy argentina”, que Ponce de León “era una figura clásica de esa nueva Iglesia que había abierto las ventanas del catolicismo para que entraran las enseñanzas de Jesús como un aire fresco (...) Ponce de León supo lo que era la pobreza desde niño: era hijo de un taxista de la pampa bonaerense. Se ordenó sacerdote a los 24 años y poco después pasó a ser cura de barrio”.

“No se callaba, no tenía actitudes como salir a la palestra, ponerse a gritar. No. Era un trabajo silencioso, pero cuando tenía que enfrentar el poder, lo hacía”, enfatizó Karaman y aseguró haber sido testigo del momento en que Ponce de León anunció su propio fin: “se lo oí el 4 de abril de 1977. Había muerto un sacerdote de Rojas de una enfermedad y mirando el féretro me dijo ‘como lo envidio al padre Sánchez, por lo menos él murió de muerte natural, yo no voy a morir de muerte natural’”.

El obispo sabía que su defensa por los perseguidos políticos, los detenidos y desaparecidos por causas religiosas, sindicales y políticas iba a tener un costo alto. No le importó y su profecía se cumplió.

Hace unos meses, el
juez federal Carlos Villafuerte Ruzo reabrió la causa y la justicia echó manos sobre el empolvado expediente, archivado hace 32 años. El lunes 4 de mayo, por orden del magistrado, los restos de Ponce de León fueron exhumados de la Catedral de San Nicolás y sobre ellos trabaja el Equipo Argentino de Antropología Forense. No obstante, los investigadores tienen dudas respecto de que, efectivamente, se trate del cuerpo de Ponce de León, porque en la década del `90 el cadáver desapareció por unos días, sin que se sepa qué pasó con él en ese lapso.

Los peritos forenses demorarán aproximadamente un mes en tener precisiones. Compararán muestras de ADN con tejidos de sobrinos del obispo y buscarán verificar si el cadáver presenta lesiones óseas compatibles con las que están descriptas en el escueto expediente que se instruyó en 1977 y donde se relata el
“accidente” de tránsito.

El
fiscal federal de San Nicolás, Juan Patricio Murray, precisó que desde el Ministerio Público “establecimos que las condiciones mínimas de investigación por un homicidio culposo no se efectuaron en el caso” de Ponce de León, por ejemplo, “no hubo testigos del hecho, ni se hizo una pericia accidentológica” para determinar las circunstancias del accidente.

Tampoco se hizo autopsia ni existió un informe de médicos legistas que dijesen que esa medida no era necesaria, explicó Murray. Si, en cambio,
“se documentaron las cuantiosas amenazas que el obispo tuvo desde 1975 y el enfrentamiento con las autoridades militares por las peticiones que realizaba por los detenidos, perseguidos o desaparecidos”.

El
escritor y periodista argentino Miguel Bonasso en “Los Dueños de la Espada” habla de “el obispo rojo”, en alusión al apodo que los jerarcas militares de San Nicolás le habían adjudicado a Ponce de León.

En su investigación significó que
“ni el Vaticano ni la jerarquía católica suelen evocar al fallecido obispo de San Nicolás, Carlos Ponce de León, a pesar de que su muerte (en tiempos de la dictadura y en un sospechoso accidente automovilístico) se parece demasiado a la del obispo riojano monseñor Enrique Angelelli. Monseñor Ponce de León condujo la diócesis de San Nicolás entre 1966 y 1977, cuando la empresa Somisa (Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina) le imprimía aún un fuerte sesgo industrial a la ciudad (...) El encono aumentó después del golpe, cuando el pelado comenzó a recibir a familiares de víctimas de la represión. El día que se ‘accidentó’ en la rotonda de Ramallo, Ponce de León llevaba a Buenos Aires una serie de carpetas con información sobre obreros de Somisa y Acindar desaparecidos”.

Un dato no menor es que
esa información que el obispo llevaba consigo cuando tuvo el accidente, desapareció “y la policía impidió que la prensa tomara fotografías del vehículo en el que el obispo encontró la muerte. El canciller de la diócesis, monseñor Roberto Mancuso, que también se desempeñaba como capellán de la cárcel local, no reclamó la documentación que llevaba el obispo y que involucraba al comandante del Primer Cuerpo, genera Carlos Suárez Mason, al coronel Clambor del regimiento de Junín y al teniente coronel Saint Aman, a cargo del regimiento de San Nicolás”, revela Bonasso.

En ese marco, el periodista destaca que Acindar, la acerera que por un tiempo fue presidida por José Alfredo Martínez de Hoz, quien luego se desempeñara como ministro de Economía del gobierno militar,
“jugó un papel estratégico en la represión clandestina”.

También el
periodista rosarino Carlos del Frade, en su libro “Desaparecidos/Desocupados”, y que es retomado por Bonasso, menciona varios casos de obreros de Acindar que desaparecieron ente 1976 y 1977.

Según consigna del Frade,
“Acindar se convirtió en el quinto deudor privado con un pasivo de 652.193.000 dólares que pudo transferir al Estado mediante seguros de cambio. Domingo Cavallo, presidente del Banco Central durante la dictadura militar, había favorecido a los grandes empresarios endeudados ‘nacionalizando’ su deuda”.

“¡Qué solo se quedó monseñor Angelelli en los llanos de La Rioja! ¡Qué solo se quedó monseñor Ponce de León en esa San Nicolás donde todos los días aparecía el cadáver de un delegado obrero atravesado por las balas del plan Martínez de Hoz!”, sostiene Bayer, quien, además, admite su asombro por tantos obispos de izquierda muertos en accidentes automovilísticos.

El escritor cita que
“en Perú, entre 1982 y 1986, murieron cuatro obispos en misteriosas colisiones; aquí, uno de los contados obispos que enfrentó con todo coraje la dictadura de Videla, monseñor Angelelli, perdió su vida durante la dictadura milita en un extraño choque en la ruta; al obispo de San Nicolás, verdadero paladín en defensa de la gente perseguida durante ese tiempo, Ponce de León, también le tocó la misma suerte; a monseñor Devoto, obispo de Goya, defensor de los campesinos, le pasó lo mismo. Al obispo de Santa Fe, monseñor Zazpe, un camión lo chocó de atrás cuando estaba en su automóvil, y salvó milagrosamente su vida”.

El caso de Ponce de León abre muchas incógnitas y las peores sospechas. El 11 de julio de 1977 iba por la ruta 9 con destino a Buenos Aires, pero a poco de andar fue embestido por una camioneta y murió, junto a su chofer, Víctor Martínez. Hasta ahora nunca se supo cómo sus cuerpos llegaron al hospital de Ramallo. Otra oscura crónica de nuestra trágica historia reciente.

mtorres@prensamercosur.com.ar

 

Fuente: APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.

https://www.alainet.org/es/active/30529
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS