La Revolución Ciudadana y la “desterritorialización” del Estado

07/05/2009
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  • Opinión
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En nuestro estudio “Efecto jazz desnuda a la Revolución Ciudadana”(1), denunciamos al gobierno que encabeza Rafael Correa como al nuevo caballo de Troya de la dominación político/económica del Ecuador y fundamentamos tal opinión glosando algunas de las falacias teóricas, políticas e ideológicas del discurso oficial, así como su creciente obsecuencia a los dictados de la globalización corporativa (globocolonización).

Las acciones más recientes del régimen de Alianza País han venido a corroborar esa visión crítica y la creencia de que el Ecuador, bajo el doble discurso correísta, lejos de enrumbarse al rescate de su soberanía y a la superación de un modelo económico/financiero de cuño bancomundialista, apunta a su hundimiento como Estado-nación.

Un escrutinio preliminar de la política exterior de Carondelet aporta pruebas contundentes en ese sentido.

El salario de la subordinación al eje Washington-Bogotá

Para América del Sur, la política expansionista de los Estados Unidos tiene actualmente un nombre bien conocido: Plan Colombia. Después del memorable 11-S del 2001, tal estrategia, orientada al control de las riquezas naturales de la zona y a la criminalización de los disidentes de la globocolonización, se oculta e instrumenta bajo el lema de cruzada internacional contra el “narcoterrorismo” Cabe relievar que, según la politóloga estadounidense Susan Sontang, la simbiosis de los términos “narcotráfico” y “terrorismo” obedece al interés de los estrategas norteamericanos de ampliar la cobertura para lo que denomina “guerras metafóricas”, es decir, conflictos diseñados para que no terminen jamás.

A partir de la administración del demócrata cristiano Jamil Mahuad y la inconstitucional cesión de la Base de Manta al Pentágono (1999), el Ecuador ha venido involucrándose en la geoestrategia de Washington, ejecutada en connivencia con la oligarquía “paisa”, de manera zigzagueante pero inequívoca.

En tiempos de la funambulesca revolución de marras, los desenfoques de la diplomacia ecuatoriana de cara al Plan Colombia se han mantenido e incluso profundizado.

En este marco se explica que, ante el ataque militar colombo-estadounidense-israelí a la aldea de Angostura (provincia de Sucumbíos), el 1 de marzo del 2008, un operativo de terrorismo de Estado (2) coordinado por el parapolítico Álvaro Uribe, en la perspectiva de internacionalizar la añeja guerra civil del vecino norteño, y que se saldó con la muerte/ejecución de dos decenas de militantes o simpatizantes de las FARC (entre ellos del comandante Raúl Reyes), la reacción de Carondelet se haya contreñido a la denuncia aislada de los hechos violatorios de nuestra soberanía territorial y al rompimiento de relaciones con Bogotá, y no –conforme era de esperarse- a la disección a fondo de los fines y medios del colonialista Plan Colombia.

Coherente con su visión candorosa de la estrategia de Washington y Bogotá, el mandatario Correa, tras la cortina de humo de la ruptura de relaciones diplomáticas con el país neogranadino, no sólo que ha reiterado sus autos de fe en la legitimidad de la lucha contra el “narcoterrorismo”, sino que ha provisto de un mayor soporte logístico a esa campaña con la aprobación y puesta en marcha, en tiempos del premier Bustamante, del fascistoide Plan Libertador, un programa de espionaje telefónico y electrónico montado con financiamiento y asesoría estadounidenses; ha incrementado de 7 a 11 mil el número de efectivos militares y policiales en la frontera norte, y, con la adquisición de una flotilla de aviones Tucano al Brasil de Lula da Silva, está empujando al atribulado Ecuador a una costosa e irresponsable carrera armamentista a efectos de que cumpla a cabalidad con su rol de “yunque” en una guerra ajena y sin salida.

A últimas fechas, el Ejecutivo se habría comprometido a que militares usamericanos continúen utilizando la Base de Manta luego de su obligada devolución al Estado ecuatoriano del fortín manabita el próximo noviembre, según denunciara en el reciente torneo electoral Diego Delgado, candidato presidencial disidente del Partido Socialista. De Ripley.

Cabe destacar que esta deplorable defensa de la soberanía nacional está cobrando un elevado precio no sólo en términos económico/financieros, más también en materia de control territorial.

Respecto de este último impacto, en un reportaje de la revista Vanguardia titulado “Ecuador pierde el norte” se lee: “Narcoguerrilla, paramilitares, bandas, usureros… El Estado no existe en el norte y las mafias que toman su lugar extienden su imperio hacia el sur. No hay un plan integral de respuesta”. (3) La propia nota periodística da cuenta de cómo diversos grupos irregulares y delincuenciales han suplantado a las autoridades civiles, militares y policiales nacionales en vastas extensiones de las provincias de Esmeraldas, Manabí, Carchi, Sucumbíos y Orellana.

Otras vertientes de la “desterritorialización”

La creciente pérdida de control de su territorio por parte del Estado ecuatoriano no es fruto únicamente de la “colombianización” de la socioeconomía nacional, sino que también es fruto de otras acciones emprendidas por el “dictócrata” Correa especialmente después de la refrendación plebiscitaria de la nueva Carta Política el pasado 28 de septiembre.

A título enunciativo de tales acciones cabe mencionar a:

  • La Ley de Minería, aprobada contra viento y marea por la Comisión Legislativa –el dócil “Congresillo” que preside el oficialista Fernando “Corcho” Cordero-, instrumento legal que abre las puertas para la explotación metalífera a gran escala y a cielo abierto por parte de las transnacionales.

  • La negociación de un TLC (Tratado de Libre Colonización o Acuerdo de Asociación) con la Unión Europea, cuya concreción –incumpliendo el estatuto de la CAN y difiriendo para las calendas griegas la afiliación del país al ALBA- redundaría de múltiples maneras perjudiciales a la administración del territorio por parte de autoridades nacionales.

  • La inclusión de un régimen de regiones autónomas a la referida Constitución montecristense, elaborada a gusto y sabor de Carondelet, régimen por el cual han venido pugnando desde hace varios lustros los gobiernos de Estados Unidos (AID), Alemania (GTZ, ILDIS) y España (Agencia de Cooperación); entidades como la FLACSO, la Universidad Andina y un incontable número de ONGs; figurones de la derecha como Jaime Nebot, reelegido alcalde de Guayaquil, y Paco Moncayo, ex burgomaestre capitalino, amén de la Gran Prensa y una nueva camada de escribas mercenarizados. Con la puesta en vigor de la Constitución del 2008, el Estado unitario de raíz bolivariana y por el cual lucharon personajes tan disímiles de nuestra historia como Rocafuerte, García Moreno, Eloy Alfaro, los revolucionarios “julianos”, Velasco Ibarra, los militares nacionalistas de 1972, Jaime Roldós, entre otros, se habría iniciado en un proceso de “balcanización”, con lo cual –y sin ápice de ironía- podría decirse que “La guerra ya es de todos”, parodiando a la principal pancarta de Rafael Correa y su alegre muchachada.

 

- René Báez, economista ecuatoriano, es catedrático universitario, Premio Nacional de Economía y miembro de la International Writers Association.

 

Notas.-

  1. www.alainet.org/active/27959=es

  2. Según Noam Chomsky, el terrorismo original siempre es incubado por el Estado.

  3. Vanguardia No. 178, marzo del 2009.

https://www.alainet.org/es/active/30368
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