Vuelo de la muerte
- Opinión
Cada persona guarda en su memoria hechos, acontecimientos, que marcan su vida y que no son aislados en la vida del pueblo y la situación del país y en la comunidad de pertenencia de cada uno.
Había estado en Ecuador participando en el encuentro de Obispos Latinoamericanos que se realizó en
La represión militar ecuatoriana invadió la casa de retiro y reprimió a los 17 obispos, religiosos y laicos, que fuimos detenidos y llevados al cuartel militar en Quito, a unos 300 Kms. Fue un operativo continental del Plan Cóndor, impuesto a través de
Al regresar a
El día 5 de mayo del año
Aproximadamente luego de hora y media de recorrido, se detiene y veo que es el aeródromo de San Justo, había un letrero que lo identificaba; está cerca de un hangar de donde sale carreteando un pequeño avión. Me suben encadenándome al asiento trasero. Están el piloto, el co-piloto los oficiales y suboficiales que me buscaron en
Pregunté dónde me llevaban, pero el silencio era absoluto. Conozco perfectamente la zona sobre la que volábamos por haber navegado durante varios años la región. Pude ver los ríos Paraná de las Palmas, el Paraná Mini y el Paraná Guazú,
Los guardias hablaban entre si en voz baja, uno de ellos se acercó para ver como estaban las cadenas que me ataban al asiento y sujetaba el candado, lo sentía muy nervioso y alterado, pero silencioso, no se atrevía a mirarme. Algo estaba por suceder; yo no lo sabía, aunque presentía lo que podía ser. Los militares esperaban una orden y saber qué hacer conmigo. El piloto llama al oficial y hablan en voz baja. Siento que le dice “estamos esperando la orden”.
Muchos recuerdo se agolpaban en mi mente y corazón, sin embargo estaba sereno y mi fuerza nacía de la oración , de la fe y el compromiso asumido junto a los pueblos de América Latina y
Tenía información de prisioneros que la dictadura militar ordenó arrojar desde los aviones al Río de
El avión continuaba dando vueltas hacia la costa y el río. Hacía mucho frío y el tiempo inmenso transcurría en una espera incierta, cargada de tensiones y olor a muerte de un vuelo hacia ningún lado.
La madrugada y sol comenzaban a despertar de una noche llena de presagios e incertidumbres. Permanecía encadenado en el avión, sin capacidad de cualquier movimiento, sin respuesta a mis preguntas; sólo miradas furtivas y el susurro de sus conversaciones y las armas sobre sus rodillas. Me preguntaba si había llegado al límite de la vida; si todo eso era el fin, sólo trataba de aspirar el aire como si fuera la última bocanada de vida.
Recordaba a los compañeros y compañeras del Serpaj, a mi hijo mayor, Leonardo en su resistencia y trabajo en defensa del derecho de los pueblos; era muy joven con mucho entusiasmo y compromiso acompañando a organizaciones emergentes del drama que vivía el pueblo. Recordaba a quienes dieron su vida, para dar vida, desde su lugar resistían con dignidad, como ese grupo de mujeres con las que compartimos el dolor, la resistencia, la esperanza y la fuerza de la oración ecuménica, superando barreras culturales, ideológicas y políticas, unidas para saber a donde llevaron a sus hijos e hijas. Fuimos aprendiendo a tejer redes solidarias.
El tiempo sin tiempo, sin dimensión continuaba el vuelo de la muerte, hasta que el piloto dice en voz alta: “tengo la orden de ir a
Cuando regresan el piloto y los oficiales dicen: “póngase contento, lo llevamos a
El día 5 de mayo del año 1977, di gracias a Dios y la vida poder continuar la lucha y la resistencia en la esperanza. Sé que esa lucha y resistencia no finalizó, que hay que continuar a pesar de tantas claudicaciones, entrega del patrimonio del pueblo a la voracidad de empresas transnacionales y traiciones de quienes vendieron el país. Hay que recuperar valores, identidad, sentido de vida y dignidad de nuestro pueblo. Que la lucha, esperanzas de aquellos que dieron su vida para dar vida no haya sido inútil.
A 32 años hay que continuar construyendo en la esperanza. A pesar de todo.
- Adolfo Pérez Esquivel es Premio Nóbel de la Paz 1980.
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