Chávez y el petróleo

07/01/2003
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¡El problema no es Chávez, es el petróleo! Es evidente que la irregularidad e insuficiencia de los despachos de petróleo de Pdvsa a los EE UU afecta la política exterior de Washington que, aunado al inminente ataque a Irak, propicia un incremento de los precios internacionales del crudo. En recientes declaraciones, Humberto Calderón Berti, expresidente de Pdvsa, declaró que Washington debe demorar su invasión a Bagdad hasta tanto se normalice la situación en Venezuela, es decir, el saboteo petrolero promovido por la Coordinadora Golpista en alianza con los gerentes petroleros conjurados, corruptos, criminales y apátridas. Es obvio que la declaración de Calderón Berti, quien actualmente se desempeña como asesor de importantes petroleras transnacionales, no es más que un anzuelo de la derecha venezolana para profundizar el respaldo del Departamento de Estado al proyecto de privatización de Pdvsa. Al fin y al cabo, nada presagia que el gobierno de Chávez pueda alterar las exportaciones petroleras hacia los EE UU, mucho menos los planes de esta potencia para atacar a Irak, cuyo propósito no es otro que apoderarse de sus yacimientos petrolíferos. Lo ideal para la Casa Blanca y sus quintacolumnistas venezolanos enquistados hasta hace pocos días en Pdvsa y la Coordinadora Golpista, sería una pronta salida de Chávez y el derrocamiento de Hussein por cualquier vía, pese a la oposición de aliados europeos como Alemania, Francia y en menor medida Rusia. Y es que esto último está inscrito en el mismo plan que los petroleros estadounidenses se trazaron cuando invadieron Afganistán: apoderarse de todo el rico bolsón petrolífero del Mar Caspio y el Medio Oriente, incluyendo los yacimientos de Arabia Saudita. ¿Qué papel juegan en este tablero los conjurados de Pdvsa? Los estrechos lazos que los unen con Luis Giusti, asesor principal del presidente Bush y de la Shell, en combinación por supuesto con los mercaderes del petróleo Calderón Berti, Quirós Corradi, Sosa Pietri y otros altos ex funcionarios de Pdvsa y compañía, les asegura importantes cargos con jugosas remuneraciones y pingües negocios, tales como los que han venido realizando en la última década, en una supuesta privatización de nuestra principal industria. No nos llamemos a engaño. La actual situación, continuación del frustrado Golpe de Estado del pasado mes de abril, no tiene otro fin que extender el control estadounidense sobre las principales reservas petroleras del planeta, lo que traería consigno el debilitamiento y posterior desaparición de la Opep, con el consiguiente abaratamiento del precio de los energéticos para impulsar el despegue de las aletargadas economías del Primer Mundo. Esta información, abundante en Internet, es silenciada por los medios de Gustavo Cisneros, Marcel Granier, Federico Ravel, Camero y compañía. Atraídos por ambiciones de poder, estos capitanes de la industria de la comunicación, no han hecho otra cosa que, como lo señala Ignacio Ramonet, satanizar el pluralismo de la prensa y la democracia. Para ellos es más importante la rentabilidad que arrojan los libros de contabilidad. Han ocultado aviesamente lo que es un secreto a gritos. el interés de las grandes potencias (léase EE UU) por apoderarse del tercer gran factor del poder mundial, los yacimientos energéticos -ya son dueños de los grandes negocios de las armas y del narcotráfico- es un plan que ha estado desarrollando milimétricamente. De manera que el rico yacimiento bolivariano (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia) es un objetivo que está inscrito dentro de los cálculos de la gran potencia. Y en ese intento, los gerentes conjurados de Pdvsa son sus aliados incondicionales.
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