Lourdes y el General: la otra canción del verano

12/03/2009
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En “La canción del verano, entre Toledo y Humala” Juan Carlos Tafur esboza el escenario electoral y avizora una fuerte lucha por el voto izquierdista entre el ex Presidente y el comandante, amén del ya lanzado general Donayre. Por cierto, Tafur se confunde a la hora de calificar a ese vasto sector que podría ser llamado el elector de izquierdas, cuando en realidad está hablando del elector nacionalista. Una nueva especie que ha surgido en el escenario y por la cual firmemente pelearán los candidatos en la elección del 2011.

El nacionalismo siempre ha estado presente en la vida política peruana, en parte en su variante antiimperialista, en parte en el sentimiento antichileno y también en el sentimiento antiecuatoriano. Sin embargo, desde el gobierno del general Juan Velasco el nacionalismo perdió fuerza, por ello no hay que confundir nacionalismo con estatismo. Mientras que el segundo responde más a una política, el primero es básicamente un sentimiento que apela a lo primario, a un conjunto de mitos sobre una supuesta y única identidad nacional.

Ciertamente el proceso de trasnacionalización de la economía y más aún los Tratados de Libre Comercio con varios países –especialmente con aquellos que han sido considerados enemigos como Chile o  incluso los Estados Unidos- , son el terreno ideal para la emergencia de este viejo sentimiento y que, donde mejor se ha encarnado, por razones obvias en nuestra historia, es en el Ejército peruano. Fue Antauro Humala el que mejor entendió esta situación, pero su radicalismo lo llevó al despeñadero con su aventura militarista. En cambio a su hermano Ollanta le fue mejor al punto de ganar la primera vuelta del año 2006 capitalizando los sentimientos de aquellos sectores que no encontraban un lugar en el modelo, y que, durante estos tres años, a pesar de una pobre performance opositora, ha sabido mantenerse como el líder de una oposición de “izquierdas” sencillamente por la ausencia de otro liderazgo. De alguna manera Ollanta Humala iba tranquilo en el escenario hasta que apareció sin que nadie lo esperase y desde el lugar que él menos esperaba, el General Edwin Donayre, quien no sólo es nacionalista como el Comandante, sino que además cuenta con el carisma que los medios de comunicación masiva buscan en los políticos.

No son las grandes ideas las que están en juego, son más bien, los sentimientos primarios de los peruanos los que se agudizarán aún más con la crisis económica mundial. Por ello que en esta elección todo lo que huela, o aparezca cercano a lo gringo o a lo chileno, tendrá menos posibilidades que en otras elecciones. Esta probablemente sea nuestra elección más nacionalista de todas. Incluso Toledo, luego de haber usado su identidad indígena con mucha fuerza en su primer gobierno, ahora apela al viejo antichilenismo y critica el TLC con Chile a pesar de haber sido un importante promotor del mismo. Con todo esto, Ollanta, Donayre y Toledo tendrán enormes posibilidades de ser presidentes.

No obstante, hay un factor adicional en el nuevo escenario, y que parece haber animado a Lourdes Flores a lanzarse nuevamente a la presidencia, y es que según algunas encuestadoras, pareciera que el elector peruano estaría bastante dispuesto a elegir a una mujer como Presidenta de la República. El tema es que no basta ser mujer, sino que también hay que ser nacionalista. No es casualidad entonces que Mercedes Cabanillas haya saltado como un resorte a responderle al impertinente canciller chileno Foxley, a pesar de que en privado debe pensar exactamente lo mismo que él.

La tercera dama en carrera es Keiko Fujimori, que juega a la condena de su padre y a un  previsible mal final del actual gobierno que les daría la carta a los fujimoristas para presentarse nuevamente como los salvadores de la patria. No obstante, la tiene difícil. La condena a su padre le supondrá un aliento a su campaña, pero la estrategia de prolongar el caso hasta donde se pueda, a través de apelaciones y recursos de nulidad, además del juicio por los casos de corrupción por los que fue extraditado Fujimori que empezarán en un par de meses, significarán un desgaste mayor, mientras que su otra bandera, la lucha contra el terrorismo “real” o inventado, tendrá un duro contendor en el General Donayre, quien antes de quitarle votos a Ollanta se los quitara a Keiko, en los bastiones de los que Tafur habla.

¿Será la oportunidad de Lourdes Flores el 2011? ¿Podrá afinar su discurso de una necesaria reforma del Estado en clave nacionalista? Quizá no lo logre, pero ella, la tercera en disputa en las elecciones del 2001 y del 2006, esta vez no tendrá en la cancha a quien la sacó dos veces del baile final. En el fondo, quizás Alan García que siempre piensa en la historia, vería con buenos ojos entregarle la banda a ella, antes que  entregársela nuevamente a un miembro de la familia Fujimori, o peor aún, a un militar, por más amigo suyo que sea. No olvidemos que Alan está pensando en lo que dirán de él los textos de Historia de la República del siglo XXI y en ese sentido toda repetición –más aún en este caso- es una ofensa.

 

*Asociación SER

https://www.alainet.org/es/active/29404?language=en
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